miércoles, septiembre 26, 2007

Tres reflexiones sobre los políticos y las elecciones

Estos tres textos que siguen a continuación los encontré en diferentes libros y lo que me llamó la atención fueron la distancia en el tiempo entre los años en que se escribieron -casi 200 años de distancia entre Fausto (1808) y el texto de Javier Marías (2007)- y la diversidad de sus autores: un escritor como Goethe, un urbanista de renombre como Peter Hall y un novelista-articulista como Javier Marías. Al final creo que el único que tiene razón es un político como W. Churchill cuando dijo que el mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con un votante promedio, o un escritor como J. Borges que plantea que sencillamente la democracia es la dictadura de las estadísticas.

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Fausto
. Goethe, J. W. Ed. Espasa Calpe. Madrid, 2007

"UN BURGUÉS
No, no me gusta el nuevo alcalde. Desde que desempeña su cargo está cada día más insolente. Y ¿qué hace por la ciudad? ¿No está cada vez peor? Hay que obedecer más que nunca y pagar más que en ningún tiempo anterior.

UN MENDIGO
Distinguidos señores y bellas damas (...) Solo es feliz aquel que puede dar. El día que es de fiesta para todos es para mí un día de cosecha

OTRO BURGUÉS
Los domingos y las fiestas no hay nada mejor que charlar de guerras y batallas, mientras que allá, en la lejana Turquía, los pueblos luchan entre sí. Uno bebe su vaso sentado junto a la ventana, ve las barcas engalanadas que van río abajo y vuelve a casa bendiciendo las épocas de paz.

TERCER BURGUÉS
Eso mismo hago yo, señor vecino, y allá pueden abrirse la cabeza y todo puede andar revuelto con tal de que en casa siga como siempre"

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Ciudades del mañana. Historia del urbanismo en el siglo XX. Hall, P. Ed. del Serbal. Barcelona, 1996

"Fueran cuales fueran las causas, no había ninguna duda sobre los efectos. Durante la segunda mitad de los años 1880, se notaba en todas las ciudades, pero sobre todo en Londres, una sensación de cambio cataclismático, incluso violento. Los temas del momento, como Beatrice Webb escribió más tarde, eran "por una parte, el por qué de la pobreza de gran número de personas; y, por otra, si la democracia industrial y política era practicable y deseable como punto de partida para compensar los agravios de la mayoría".*

*Publicado en 1926
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Cuando la gente no tenemos razón
. Marías, J. Publicado en El País (16 de septiembre de 2007).

"Lo único que la democracia garantiza es esto: a) que se renuncia a la fuerza para la obtención del poder; b) que asimismo se renuncia a la fuerza para echar a un Gobierno, aunque a muchos les parezca que lo ha hecho mal o que es nocivo para el país. Lo que jamás garantiza, y eso lo deberíamos tener muy claro, son gobernantes justos y honrados.

Por eso resulta irrisorio que tantos políticos actuales apelen al origen democrático de su poder como apelaban antiguamente los reyes al supuesto origen divino del suyo. (...) Haber sido elegido democráticamente sólo blinda -o debe blindar- contra un golpe de Estado, contra el derrocamiento violento del gobernante. Nada más. Pero en modo alguno hace a éste bueno. Y para ser -seguir siendo- verdaderamente democrático no basta con haber sido elegido de ese modo, aunque sea condición necesaria. (...)

Dicho de otra forma: los alemanes de hoy ven el nazismo como un desastre, una equivocación y un horror, pero los alemanes contemporáneos de ese mismo nazismo lo veían como la mayor bendición de su historia; lo cual, por desgracia, no hace mucho más sabios a los alemanes de ahora sobre su momento actual. O, por recurrir a otro ejemplo: casi todos los norteamericanos condenan hoy los excesos y abusos del McCarthismo de los años cincuenta, y en cambio no desaprueban algo mucho más grave que aquello y que se da en nuestros días, el Guantanamismo."

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Algunos dirán que los países con una democracia consolidada y madura son los que tienen una calidad de vida más elevada, eso es innegable. Sin embargo, las prácticas que utilizan para mantener este nivel de vida, ¿se pueden considerar democráticas? Creo que un país para ser considerado democrático, no solo tiene que serlo por medio de sus elecciones, sino también por sus acciones. De nada sirve ufanarse de tener unas elecciones frecuentes, si las acciones de los políticos escogidos no son democráticas. Elegir el corrupto en unas elecciones limpias, no es un salvoconducto, ya lo dice Javier Marías en su blog: para ser -seguir siendo- verdaderamente democrático no basta con haber sido elegido de ese modo, aunque sea condición necesaria. También hay que gobernar de ese modo.

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PD. Después de volver a leer todo esto, me sigo preguntando el sentido de escribir cuando ya todo parece que haya sido escrito una y mil veces hasta la misma saciedad.

miércoles, septiembre 19, 2007

Una amenaza a la neutralidad en un conflicto

Muchas veces me pregunto, o mejor, siempre me pregunto como puedo contribuir a cambiar la realidad en que vive Colombia y siempre quedo con la sensación que el problema es tan, pero tan complejo que nada de lo que haga puede contribuir en algo a salir de ese "charco de miserias", que mencionaba en una entrada anterior. Sin embargo, cada cierto tiempo conozco proyectos de construcción de paz que por su sencillez son tan potentes que creo pueden llegar a detener esta maquina de guerra en que estamos montados desde hace décadas, y esas iniciativas me hacen sentir optimista.

La Comunidad de Paz de San José de Apartadó, está conformada por personas que han sido desplazadas por uno u otro de los actores del conflicto (ejercito, paramilitares, guerrilla o narcotraficantes) y se han unido para reconstruir sus vidas. Estas personas desde su constitución como comunidad han decidido que "
no realizarán actividad alguna que tenga relación directa o indirecta con las operaciones militares de ninguno de los actores en conflicto, o con el apoyo táctico o estratégico de los mismos". Es decir, se han declarado neutros en medio de este cruce de balas e intercambio de muertos. Sin embargo esta neutralidad no siempre ha sido respetada y a pesar de ser una comunidad de paz, siguen poniendo muertos. Recientemente han publicado en su página web, un llamado a la comunidad internacional para que los acompañen en este proceso. Quiero aprovechar este espacio para hacer eco de ese llamado.

omchamat


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PEDIMOS CON URGENCIA LA SOLIDARIDAD

Queremos pedir urgentemente la solidaridad nacional e internacional ante nuevos hechos de ataque contra nuestra comunidad.
  • El día 27 de julio hacia las 5:10 p.m. a cinco minutos de San Josesito en la carretera entre Apartadó y San José se dieron combates por mas de media hora entre la policía y la guerrilla, según los medios de comunicación se dio la muerte de un policía y uno herido.
  • Hoy 30 de julio ha sido instalado frente a la entrada de San Josesito un retén de la policía y en los medios de comunicación local el señor Yair Jiménez jefe del orden público de Antioquia ha dicho que tenia preocupación de que el gobierno no estaba haciendo nada para entrar en el tema jurídico de esa comunidad de paz, que el llamado que hacia era entrar a la comunidad de paz de San José. Se decía que el combate se había dado a cien metros de la comunidad.
  • El día 28 de julio a las 3 p.m. en el lugar donde fue asesinado DAIRO a cinco minutos de Apartadó y a cien metros del reten de la policía, un hombre vestido de civil y quien portaba arma larga detuvo el carro de servicio público, se identificó como aguilas negras, dijo que estaban patrullando y que seguirían estando por allí.
  • El día 22 de julio hacia las 5:30 p.m. fueron detenidos en la salida de San José hacia la Unión los jóvenes José Higuita y James Graciano Pozo por dos hombres de civil en una moto, les pidieron las cédulas y les comenzaron a pedir los datos y anotarlos en un cuaderno, los jóvenes les pidieron identificación, a lo que los dos hombres les contestaron que si estaban muy alzados los mataban enseguida, ellos les contestaron que si lo hacia ya la gente sabía que eran ellos con la policía, los dos hombres les dijeron que se largaran pero que ya los tenían chequeados y que se las iban a cobrar bien caro.

Es una persecución total contra nuestra comunidad de todas las formas, nos quieren acabar y destruir, esto es un crimen de lesa humanidad, pedimos con urgencia a la comunidad internacional, a los diversos estados, organizaciones, ayuntamientos para que presionen al estado colombiano y cese contra nuestra comunidad la persecución y la destrucción que se viene haciendo.

Nos han matado un líder, ahora nos quieren judicializar, allanar, todas las formas de terror imperan contra nosotros por parte del Estado, los organismos de control en silencio total ante esta barbarie, los paramilitares en control total de todo y aquí nosotros las víctimas nos quieren colocar como los victimarios.

No tenemos la culpa de la confrontación armada que vive nuestro país, de ahí nuestro proceso de mantenernos neutrales a los actores armados, se distorsiona la realidad se dice que el combate ocurrió a cien metros de la comunidad cuando esto sucedió a unos cuatrocientos o quinientos metros, y así distorsionan todo lo que sucede.

Pedimos exigirle al estado colombiano que el retén de la policía sea quitado de la entrada de San Josesito y que coloca en riesgo la vida de la gente de San Josesito, que las estigmatizaciones contra la comunidad cesen, así como terminar con el actuar paramilitar que realiza sus acciones al amparo de la fuerza pública.


COMUNIDAD DE PAZ DE SAN JOSE DE APARTADO
Julio 30 de 2007
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Para las personas interesadas en saber un poco más sobre este proyecto de paz aquí hay unos enlace interesantes:

domingo, septiembre 16, 2007

Cuanto tienes, cuanto puedes delinquir

Justicia no es sino lo que conviene a los intereses de los más fuertes. El poder es lo único que hace que algo sea justo.
La República, Platón

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Es común oír que en la historia de la humanidad nunca se habían alcanzado los niveles de libertad (de movimiento, desarrollo personal, elección...) que actualmente se disfrutan en algunas sociedades. No pongo en duda esta afirmación, pero -siempre hay un pero- me pregunto si esta libertad está siendo ejercida dentro de un marco que tenga en cuenta su complemento indispensable: la justicia. Sobre este último concepto es sobre el cual quiero hablar en esta entrada, pero entendida como las normas que se plasman en los códigos y leyes y no sobre el concepto relativo, y por lo tanto discutible, de lo que es, o no, justo.

Para empezar, una hipótesis: la justicia se basa casi exclusivamente en la venganza que imparte la sociedad sobre quien rompe el acuerdo común y no se basa en el resarcimiento del daño como me gusta creer. En otras palabras la justicia es la medida acordada de la venganza que infringe la sociedad a quien rompe el acuerdo común: los paramilitares en Colombia dentro del proceso de desarme (lo de desmovilizarse ellos y su estructura, está por verse), ofrecen millones de dolares para reparar sus masacres y quedar en paz con la justicia; los grandes contaminadores del mundo, ponen sobre la mesa unos cuantos millones de dolares para pagar el costo de sus emisiones; los infractores de tránsito pagan la multa por saltarse una señal en rojo o dejar el vehículo en sitio para discapacitados. Ese es el tipo de justicia en la que he vivido: una justicia que valora la vida humana en euros, la salud de la población en tantos millones, el poner el riesgo la vida de un peatón en unos cuantos euros y cosas por el estilo.

A lo anterior se le suma que como en muchos otros aspectos de la vida, la justicia es una simple operación matemática, donde el castigo, es decir, el dinero que se debe pagar, se calcula en función de cuatro variables: la cobertura mediática que actúa como multiplicador; la gravedad de la infracción como un sumando; el poder -o su sucedáneo, la influencia- que se posea resta a la pena; y la distancia entre donde se comente el crimen y los centros de poder como divisor (a mayor sea la distancia, menor será la pena). El dolor real, es decir el que sufren las víctimas directas e indirectas, está incluido dentro la cobertura mediática (el dolor de una muerte se diluye entre la cantidad de noticias). Sin embargo, si se desea, la cobertura mediática puede multiplicar el dolor: si quieres ser víctima, llama a los medios. La combinación de estas cuatro variables y el marco general que brinda la libertad acordada por la sociedad, determinarán la pena resultante. Con la misma objetividad y frialdad con que un ingeniero calcula puentes y edificios de acuerdo a los códigos de construcción, los jueces y fiscales calculan el castigo que debe pagar un delincuente de acuerdo a las leyes aprobadas.

Si la anterior hipótesis resulta ser cierta, se puede decir que quien acumula dinero acumula el perdón de la justicia y libertad. Para ejemplificar esto, me gustaría mencionar una noticia publicada hace un par de meses en los diarios de Barcelona*: a raíz de la paulatina concentración de locales comerciales dirigidos por inmigrantes chinos en un barrio de Barcelona, una parte de sus habitantes organizaron una marcha en contra de esta dinámica. Cuando la policía se enteró de esta manifestación, fueron a comunicarle a los responsables que no era posible realizarla por la falta de permisos (no por el sentido moral que tiene hacer una manifestación contra un colectivo) y que si la llevaban a cabo se expondrían a una multa de hasta 30.000 euros. Los vecinos, como era de esperarse, desistieron. Sin embargo lo que me llamó la atención fue que el argumento para desconvocar la marcha fue que no tenían el dinero, no la ilegalidad de la acción. Ante estos hechos me da la impresión que en la sociedad occidental hay un acuerdo tácito que dice: "cuanto tienes, cuanto puedes delinquir". Como una pértiga, el saldo bancario sirve para saltarse las barreras legales. Si no me creen, los invito a reflexionar sobre el cumplimiento de algo tan sencillo como las normas de tránsito: ¿cuantas veces hemos dejado de cometer una infracción por el miedo a la multa y no por lo ilegal que es? ¿cuantas veces hemos hecho algo que no se debe hacer con la disculpa "no me ve nadie que me pueda multar"?.

¿Ahora bien, que alternativa queda para establecer otro orden de prioridades, para establecer otro sentido de justicia? La verdad no creo que exista, pues como dijo Goethe, "la Ley y el Derecho como una enfermedad incurable, se deslizan de generación en generación y avanzan de un lado a otro. La razón se convierte en algo absurdo y la bondad en perjuicio"** y frente a eso pocas cosas se pueden hacer. Como un gen recesivo, el dinero se ha introducido en la justicia desde muchas generaciones atrás, y hoy en día, parece ser un gen dominante.

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* Sobre este tema, aunque no sobre la misma noticia, me referí en una entrada anterior
**Fausto, Goethe, J. W. Ed. Espasa Calpe. Madrid, 2007. Pag. 102.

lunes, septiembre 10, 2007

Diferentes etapas de la queja

A manera de prólogo:

1.) Uno de los periódicos españoles que, desde mi subjetividad, considero más serio y más equilibrado, o mejor, menos desequilibrado en su información es La Vanguardia. En su portada del pasado domingo (09/09/2007) titulaban: "El aumento de la población altera la vuelta a los colegios" y como subtitulo "Incremento de aulas y barracones para acoger los nuevos escolares". Después de leerlo me preguntaba sobre las diferentes formas de presentar una noticia y sus consecuencias. Esta misma noticia, que es una realidad, es decir, los inmigrantes en los colegios han alterado la composición de las aulas, puede ser presentado de muchas otras maneras y en cada una de ellas el "culpable" es diferente, por ejemplo "El gobierno autonómico no estaba preparado para el nuevo curso escolar" y como subtitulo "A pesar del creciente número de escolares que se presenta desde hace cinco años, no se han tomado las medidas necesarias". Otros titulares en lugar de buscar el "culpable" podrían realzar los beneficios de la multiculturalidad, pero esos no venden tantos periódicos.

2.) La semana pasada fui a donar sangre de manera voluntaria. La respuesta que recibí, no varió mucho de la que recibí hace ya bastantes meses y que comenté en una entrada anterior: "no, usted no puede donar por haber estado en Colombia". Como ya estaba preparado para ese comentario, respondí que la prueba del chagas ya me la habían hecho y que no había peligro. Sin embargo ahora la restricción para donar no era esa, era que había estado hace menos de tres años en Colombia y que eso me inhabilitaba para ser donante de sangre, pero podía donar plasma. Es decir, que si quería donar sangre tenía que durar tres años sin ir a Colombia (supongo que es igual para todos los países "tropicales"). Más allá del debate si es eso discriminación (no creo, supongo, y espero, que hay razones científicas para hacerlo), me gustaría llamar la atención en el hecho que si ahora hay una crisis de donantes de sangre, como será dentro de 25 años, cuando al menos el 10% de la población será descendiente de una persona inmigrante y el 25% sea mayor de 65 años, dos colectivos a los cuales se les restringe su donación.

Para terminar este "prólogo", aclarar que aunque no pude donar sangre, doné plasma que eso si me dejaron.


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Muchas veces cuando hablo con personas cercanas sobre los temas que están en "preparación" para el blog, me encuentro con el comentario "pero no hable más de inmigración, parece que se estuviera siempre quejando" o "es que parece que usted no se hubiera adaptado". En fin, quedo con la sensación que el mensaje es "no hables mucho de tu condición de inmigrante y trata de pasar desapercibido".

La forma en que he asimilado todos esos comentarios ha pasado por diferentes etapas, sin que todavía, intuyo, haya llegado a la definitiva -y ojala nunca llegue, pues acaso ¿la vida no es la búsqueda permanente de respuestas? La primera de estas etapas fue la de "si, tienen razón, me quejo mucho", luego pasé por la etapa de "¿será que me estoy quejando mucho?" y recientemente he llegado a una tercera etapa donde la pregunta pasa a ser afirmación "no, no me estoy quejando". En la primera etapa supongo que estaba sacándome la "espina" que se venía clavando desde que salí de mi país cada vez que tenía que enfrentarme a un tramite o con la mirada casi-inquisidora de aquel para quien le parecía muy extraño. Era una especie de sentimiento de culpabilidad o de estar "manchado" y por eso en cierta medida pensaba que me quejaba mucho, pero que tenía razones para hacerlo. El cambio a la segunda fase, la de preguntarme si me quejaba, nace al darme cuenta que muchas personas, inmigrantes y nativos, estaban de acuerdo con mis observaciones sobre el hecho de "inmigrar". Es decir, me dí cuenta que esto que pasaba era una realidad, que a muchas personas habían tenido experiencias, como mínimo iguales y muchas veces más desagradables que las mías. Así que la duda de saber si realmente eran quejas se hacía cada vez más grande.

En esta tercera etapa, que es en la que me encuentro, la duda se ha despejado en gran medida y además tengo una cierta certeza de decir que no me estoy quejando, que lo que hago es contar mi vida desde mi experiencia como inmigrante. Ni más ni menos. Estoy compartiendo mi visión del mundo desde los ojos que me da el ser inmigrante, de la misma manera en que lo pudiera hacer (y trato de hacer) como ingeniero o como usuario del transporte público. Cuando escribo estas entradas, ninguna de esas categorías por si sola me define completamente, pero sin todas ellas, dejaría de ser quien escribe. Es decir, a mi identidad, que está construida por mis experiencias y preparación, le he sumado una que me ha enriquecido muchísimo que es la de inmigrante.

Recientemente he encontrado muchos argumentos históricos sobre la importancia que han tenido los inmigrantes en el desarrollo de la humanidad: si el primer hombre que se puso de pie no hubiera tenido su vocación de inmigrante, de conocer que había más allá de sus montañas, de explorar el mundo, otra sería la historia del mundo; los nómadas del desierto eran los únicos que podían mostrar a los agricultores -los primeros sedentarios- que el mundo es mucho más grande; a los irlandeses que salieron de su país en la segunda mitad del siglo pasado, se les adjudica, en parte, el hecho que su país hoy sea a nivel mundial ejemplo de crecimiento sostenido; es más, las grandes religiones de hoy en día no hubieran existido si no es por su vocación de recorrer la tierra con el mensaje de su Ser Supremo. Se me ocurren muchos más ejemplos y en todos los casos, me parecen evidentes y lógicos, pero también pienso en lo afortunado que soy por poder vivir y conocer de primera mano formas muy diferentes de relacionarse con el mundo, pero también siento pena por aquellos que no han podido tener esta experiencia; entiendo el miedo que deben sentir las personas que no han salido de su mundo y descubren que el mundo ha venido a ellos; me siento enriquecido al comprobar que la riqueza que tiene una persona que ha inmigrado en cuanto a los sabores, colores, palabras, experiencias y sonidos; pero me asustan las personas a las que la paredes de su casa ya le parecen lejanas. Quizás por todo lo anterior es que sumarle una nueva categoría a mi identidad, la de inmigrante, en lugar de asustarme, me complementa. Esta nueva categoría me da un punto de vista que no es ni mejor, ni peor, sencillamente diferente.

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A manera de conclusión:


Acabo de releer todo lo anterior y me ha sorprendido descubrir que muchos de los argumentos que utilicé son muy parecidos a aquellos en los que esgrimen su superioridad frente a los inmigrantes. Es decir, su historia que se remonta un pasado muy lejano, su aporte al desarrollo de las ciencias, la riqueza de sensaciones que les produce su tierra, el aporte económico que hacen a su país... todos esos argumentos los he visto una y otra vez utilizados como evidencia de la pureza de su raza, de su país, de su ciudad, de su parcela en el mundo... Al final la diferencia parece estar tan solo en el lado de la puerta en que nos estemos: para el que está afuera el otro está encerrado, para el que está adentro, el otro está desprotegido.

miércoles, septiembre 05, 2007

Lecturas clandestinas

De un tiempo para acá la idea del sentido que tiene escribir un blog me esta dando vueltas en la cabeza y muchas veces tener esa duda me alegra pues pienso que si escribir tuviera un fin predefinido no me gustaría tanto. Hace un par de días, mientras venía al trabajo, leí clandestinamente una revista que llevaba mi compañera de silla en el metro donde se entrevistaba a una persona que acababa de cumplir sus 80 años y siempre había viajado caminando. Me llamó la atención tres cosas: la edad del señor, lo bien conservado que se veía en la foto y el énfasis que hacía sobre el hecho que viajar a pie, hoy en día sea una novedad*. Según pude entender de mi lectura clandestina, al entrevistado el placer del viaje no consistía en llegar al destino, sino en el camino que lo llevaba a el.

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Pero bueno, me desvío del tema. En esta entrada tan solo quiero llamar la atención sobre la desesperación de algunos inmigrantes cuando se tienen que enfrentar con la realidad. Una realidad que no tiene nada que ver con esa que aparece en cualquier lugar del mundo gracias a la omnipresente televisión. Hace un par de días un inmigrante rumano se prendió fuego frente a la delegación de gobierno (donde se hacen muchos de los tramites para obtener los permisos de residencia y trabajo) por lo desesperada de su situación. El diario El País describe de la siguiente manera la situación de esta persona: "La llegada de la familia a España se produjo hace, aproximadamente, tres meses. Algunos parientes les hicieron creer que sería fácil lograr trabajo en Castellón, donde los rumanos son la principal población inmigrante, y alquilar una vivienda en la que podrían alojarse los cuatro. Pero no fue así y tuvieron que estar viviendo con un familiar mientras crecía su desesperación". Cuando fue a pedir ayuda para regresar, la respuesta que recibió del ayuntamiento fue: "No está empadronado en Castellón y, por lo tanto, no es susceptible de percibir ayudas municipales", según la concejal responsable de Servicios Sociales.

A lo anterior se le suma la noticia, también publicada hace pocos días, que en los procesos de repatriación de inmigrantes, estos deben abordar el avión con las manos atadas con cuerdas y quedará a criterio de las autoridades mantenerlos atados durante el vuelo: "si se ponen violentos podrán ser inmovilizados con cascos de autoprotección para los repatriados violentos, que impidan que se autolesionen y con cinturones y prendas inmovilizadoras autorizadas", según la noticia publicada por el mismo diario -no, no se refiere a las prácticas de las personas que se llevan para Guantanamo o los presuntos terroristas detenidos en Alemania, se refiere a inmigrantes que son deportados.**

Para completar esta triste secuencia de noticias, hoy me encuentro el siguiente titular:"Estoy en silla de ruedas por ser negro". La noticia, como se imaginarán, es la misma de siempre: una persona, identificada por un testigo, se declara inocente de la agresión contra una persona de otra raza que quedó de por vida inmovilizado del cuello para abajo. El acusado se defiende diciendo que "sólo estaba recogiendo su coche... y punto".

Todo lo anterior puede haber ocurrido en cualquier otro país en mayor o menor medida: en Alemania un grupo de 50 personas atacaron a un grupo de indios; en Polonia el homosexualismo está siendo perseguido; en Estados Unidos un senador está en problemas con la ley por haber propuesto, en un baño, a otro hombre a tener relaciones sexuales y que luego que resultó ser policía; en Bélgica una pareja se negó a ser casada por un diputado negro; en Colombia algunos bares "cosmopolitas" sutilmente restringen la entrada a personas negras (gracias a internet, hace poco vi una entrevista a un grupo que defiende ideas racistas en Colombia: hay que ser muy idiota para ser racista en un país tan multiracial como Colombia y fuera de eso salir por televisión reconociéndolo).

Para ir terminando, vuelvo a la idea de caminar por caminar con la que comenzaba esta entrada. Creo que esto de escribir tienen el único fin de conservar la misma vitalidad que tiene la persona a quien entrevistaban en esa revista. Él viaja caminando, yo creo que escribiendo estoy caminando y viajando. Y así como el viajar la mayoría de veces no cambia la realidad de los destinos, este blog no cambiará nada, el mundo seguirá girando, las agresiones contra todos y entre todos serán una constante, la burocracia seguirá dando vueltas en si misma, la idiotez nunca se acabará... pero a pesar de vivir rodeado de todo eso, espero que estos textos, me den la salud mental para pensar que las cosas pueden cambiar... y porqué no, pensar que esa misma convicción es compartida con quien lee estas palabras.

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*Algo que se ha hecho desde el comienzo de la humanidad, hoy en día es una novedad. ¿O será acaso que la idea de "ser humano", entendido como un conjunto de rasgos conscientes y no como una simple e insípida agrupación de genes que caminan, sea hoy en día también una novedad?...

** Después de publicar esta entrada, me encontré con este artículo publicado en un periódico español.

lunes, septiembre 03, 2007

Los sonidos de la ciudad

Barcelona es una ciudad ruidosa. Como cualquier gran ciudad, tiene un murmullo constante, de fondo, casi imperceptible. A eso los citadinos estamos más que habituados. Pero de vez en cuando, a este murmullo se le añaden ruidos infernales capaces de irritar al más apacible de los mortales. Los moteros adolescentes, por ejemplo, que trucan su tubo de escape para hacerlo más ruidoso, más poderoso, para que todos nos percatemos de que están ahí y que son los dueños del asfalto. No puedo evitar relacionar la obsesión por su sonoro tubo de escape con alguna parte de su cuerpo con la que quizás no se sientan muy satisfechos… En fin, freudismos aparte, cada vez que los veo (o mejor dicho, oigo) llegar a lo lejos, respiro profundo y pienso en una isla paradisíaca para evitar así la descarga de adrenalina que hace que se me ponga mala la leche... Otra alteración del murmullo de la ciudad es la gente que grita y berrea al aparato, el aparato móvil, por supuesto. En el autobús, en el tren, metro… da igual que esté atestado de gente, apiñada y haciendo equilibrios. Algunos no se cortan en gritar a 20 centímetros del oído de uno, que intenta en vano concentrase en el libro que pretende leer.

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Más sonidos curiosos: el de algunas tiendas de ropa femenina. Esas que están de moda, donde las dependientas tienen menos de 20 años, pesan menos de 50 kilos y miran con cara de espanto cuando una se prueba un par de pantalones. En esas tiendas hay un ruido de fondo particular, que recuerda a esas noches locas discotequeras donde uno se evade de conversar y de ser coherente, excusado por la música atronadora y el alcohol. Eso está bien en una noche de sábado, con 18 años, una pista para bailar, todo el alcohol del mundo para tomar y muchas hormonas que sosegar. Pero si uno quiere comprarse unos pantalones, no es lo más práctico, la verdad: “¿Tiene una talla más?” “Chumba, chumba, chumba” “¡¿Qué dices?!” “Chumba, chumba, chis pun, chis pun” “¡¿Que si tiene una talla más?!” (Además siempre hay que tragarse el orgullo y pedirle a la adolescente de menos de 50 kilos una talla más…). Vaya, un desastre.

Todo eso se puede llegar a tolerar. Pero lo que no se puede tolerar es que, una tranquila mañana de un jueves de finales del verano, uno decida evadirse de la ciudad, dándose un baño en la playa antes de ir al trabajo y también allí ocurra el desastre. Grata sorpresa, inicialmente, al llegar y ver la playa de Barcelona casi vacía, el mar limpio y sereno como una balsa, el chiringuito sin un solo “guiri”. Sin todos esos personajes vendiendo masajes, refrescos, ropa, que aún no han llegado. ¡Qué delicia para los sentidos! Es como un sueño darse un chapuzón matutino y tumbarse a oír el mar y leer un rato. Pero de repente, suenan los altavoces de la playa (sí, en Barcelona hay altavoces en la playa, como hay carteles con escritos tipo “no olviden recoger su basura”). La educada voz al otro lado de los parlantes informa en catalán sobre la necesidad de vigilar nuestras pertenencias, sobre el estado de la mar, sobre las normas de civismo, etc. Después de informar en catalán, lo hace en castellano. “Bueno, pronto termina y puedo seguir disfrutando”, pienso. ¡Craso error! ¡La retahíla sigue en inglés y francés! Mi momento de paz y tranquilidad, al borde del manso mar barcelonés, se va esfumando por momentos… Y se esfuma definitivamente cuando, a medio metro de mí, se instalan dos adolescentes que, untándose de aceite bronceador, conectan sus MP3 a unos altavoces de diseño, desde los que un moderno grupo de hip-hop canta “todos los hombres son unos cerdos, todas las mujeres son unas guarras”. Y es que así no se puede…

Me pregunto dónde puedo estar en paz en una ciudad como ésta. Tendré que ir a escuchar al Dalai Lama en el Palau Sant Jordi, por unos módicos 20 eurillos, seguro que me da un buen consejo.

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Por Hortensia Vallverdú
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