martes, octubre 30, 2007

Un pequeño respiro

En el tintero tengo muchos temas para escribir y seguir preguntándome, sin embargo todos esos temas tendrán que esperar una semana. Cuestiones laborales no me dejarán actualizar este espacio por este tiempo... así que aprovecho para tomar un respiro y dar un respiro a los visitantes habituales. Sin embargo, para seguir alimentando los temas que están dando vueltas los invito a opinar al respecto, sé que son muy diferentes y muy amplios, pero bienvenidos sean los comentarios!...

  • La dualidad de esta sociedad que prima el derecho a la queja (hay que quejarse por todo, con o sin argumentos), frente al deber con uno mismo. Primero tengo derecho a quejarme, lo que haga con mi vida es cosa mía.
  • El lenguaje "no sexista": ¿que es más importante, el mensaje o el medio?... ¿es una discusión entre la pasión y lo políticamente correcto?
  • La desaparición de profesiones manuales a causa de la sociedad de consumo en que vivimos.
  • El desconocimiento, ignorancia, desprecio, no se cual de todas, de algunos libros de consumo masivo como "La sombra del viento" que en su primera edición pone a Bogotá "en la lejana Venezuela" y en la edición corregida "en la lejana Bolivia". Si esos son los libros "best-sellers", los que se lee todo el mundo, ¿como puedo esperar que alguien sepa donde queda Colombia?... lo triste es que eso pasa frecuentemente.
  • El mundo de hoy es la eterna discusión entre la cruz (en cualquiera de sus interpretaciones) y el pañuelo (en cualquiera de sus variantes). Los que defienden la cruz, con la vida misma (claro, la vida de los otros), dicen que son más adelantados que los del pañuelo, y yo me pregunto, ¿hay en este mundo algo avanzado?... ¿me pueden dar algún ejemplo?
  • Colombia y Pedro Páramo. ¿La historia de Colombia será contada por sus muertos?
  • ...

Hasta pronto

omchamat

martes, octubre 23, 2007

Todos somos diferentes

Esta entrada es tan solo para comentar algunos hechos recientes en esta Vieja Europa:

La ultraderecha se impone en Suiza y se convierte en la fuerza parlamentaria más potente desde 1919.
Una de las propuestas del partido ganador de esas elecciones -donde los únicos perdedores fueron los inmigrantes- es que si un hijo de inmigrantes comete un delito, toda la familia será expulsada del país. La continua aparición de partidos de este tipo por toda Europa - partidos que parecen más interesados en "partir" la sociedad entre buenos y malos, entre superiores e inferiores, entre blancos y negros, entre iguales y diferentes, que en buscar acuerdos comunes- es difícil de detener: en Francia el alboroto de Le Pen, no se ha acabado; en este mismo país se está debatiendo si en ciertos casos se pide el ADN a los inmigrantes (más allá de la libertad que tienen los países de decidir quien entra y quien no, ¿acaso no es esto asumir que el inmigrante está mintiendo?); la Eurocamara, organismo responsable para legislar para todos los europeos, cuenta con un grupo parlamentario formado por representantes de partidos de ultraderecha de Francia, Inglaterra, Bélgica y Bulgaria, denominado "Identidad, Tradición y Soberanía, (ITS)"; en un plano mucho más local, en las recientes elecciones municipales, en Vic (España) una plataforma política obtuvo 17 regidores, una plataforma que en la cabecera de su página oficial anuncia en grandes letras "controlemos la inmigración". Teniendo este escenario la verdad, y siendo consciente que a mi me afecta esta situación, no entiendo la razón por la cual la sociedad se escandaliza por noticias como la que sigue.

Detenido un joven del Baix Llobregat que agredió a una menor por ser inmigrante.
El joven de 21 años ya fue puesto en libertad con cargos. Este personaje ya tenía antecedentes de robo con violencia pero sigue en la calle. La menor fue agredida, sin duda, por ser inmigrante, pero creo que especialmente por ser diferente. La agredida puede llevar muchos años aquí y estar plenamente integrada (amigos, estudio, comida, idioma...) pero a pesar de eso pero ella siempre será diferente. Somos así de simples, no importa lo que eres si no lo que aparentas. Casos como este ocurren diariamente en Barcelona, Cataluña, España, Rusia... todos los que inmigramos conocemos, ya sea en carne propia, o por medio de una persona cercana, algún caso de agresión física o verbal (que son las más habituales). Todas esas agresiones son sencillamente pequeñas muestras de un sentimiento que recorre a Europa: el miedo a lo diferente.

Algunas veces pienso que que la integración entendida como "todos somos iguales" es una utopía que hay que mantener y alimentar, sin embargo, como una utopía que es, la veo realizable en el mejor de los mundos posibles, y, creo que coincidimos, este no es nuestro caso. Creo que la integración debe ser entendida justo en su punto contrario: "todos somos diferentes". Convivir con el que es igual a mi no tiene mayor dificultad ni significa una sociedad avanzada, tolerante o respetuosa, lo que mide el avance y la tolerancia es saber como se convive con el que es diferente. Deberíamos esforzarnos más en aprender a vivir en un mundo en constante cambio y donde las diferencias es lo único que nos hace iguales. En fin, deberíamos aprender a vivir en el mundo en que vivimos y no en el que creemos vivir. Hasta tanto no aprendamos y enseñemos que este tipo de cosas, idiotas como el que cometió la agresión seguirán por la calle y partidos políticos como el ITS seguirán apareciendo por esta vieja y cansada Europa.

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La imagen que acompaña esta entrada es el cartel promocional del partido suizo que ganó las elecciones. Como nunca antes, una imagen vale más que mil palabras

viernes, octubre 19, 2007

Una mirada hacía atrás

Hace un poco más de un año que comencé a escribir en este blog. Desde la primera entrada hasta el día de hoy, el blog ha recibido (y espero que leído) cerca de 10.000 visitas (en el momento en que escribo esto exactamente 9.971). Ya me acerco a las 100 entradas que han tenido, en total, un poco más de 180 comentarios por parte de los lectores. Los temas han sido bastante variados: la sorpresa de comer caracoles, los nacionalismos, la hipocresía de los medios de comunicación, los biocombustibles, la democracia, o su contraria, la dictadura, la inmigración, discriminación, consumismo, lo que pasa en Colombia, o lo que veo en España... en fin, la variedad es bastante grande -quizás demasiado-, y no sé si eso sea bueno o malo para "cautivar" más visitas, pero como no soy experto en ningún tema, no me quiero casar con ninguno de ellos y sobre todo, porque la intención de este espacio siempre ha sido reflexionar sobre lo que me rodea y la realidad que vivo es inmensamente más compleja. Además, si el objetivo fuera ser "el blog más visitado", es tan simple -somos tan simples- como retomar el tema de la entrada que más visitas ha tenido -sobre los descuartizamientos que han confesado los paramilitares en Colombia y que Gabriel García Márquez los había narrado años atrás, antes que ocurrieran-, que ha hecho que Google, en su buscador de España, la tenga en primer lugar cuando se buscan las siglas NN; también podría incrementar las visitas mencionando fuera de contexto las palabras que han hecho que cuando las personas buscan "fotos de seres humanos de hasta 10 años de edad sin ropa" -espero que se entiendan las reales palabras que utilizaban estas "personas"- encuentren una entrada que no tiene nada que ver con ese tema. El número de visitas no es mi intención cuando escribo, son tan solo una "palmadita en el hombro" para seguir haciéndolo.

Desde el comienzo, este ejercicio ha sido un constante aprendizaje a enfrentarme no solo a las palabras, ellas son tan solo un instrumento, sino algo más complicado -al menos para mí-: poner frente a frente mis ideas y la realidad que me rodea. No sé si lo he hecho bien, pero una reseña de este blog que hace unos días publicó La Vanguardia, me da pistas para entender que no lo hago mal. Sin embargo, a pesar de ser una constante reflexión desde que escribí la primera entrada, no logro saber para que sirve este espacio, si ha servido para algo y algo aún peor, no se porqué lo hago. Sigo sin siquiera sospecharlo, pero en el fondo pienso que no me interesa saber la respuesta, pues escribiendo he descubierto que las preguntas son mucho más interesantes que las respuestas. ¿Acaso la vida misma acaso no es la más grande pregunta a la que nos enfrentamos?... Quizás escribo para crear preguntas, no para resolverlas. No lo sé.

omchamat


PD. Me gustaría poner unas líneas líneas de "agradecimientos", pero espero que las personas y otros espacios como este que me han ayudado a buscar las preguntas que alimentan las entradas, hayan sentido mi gratitud hacía ellas.

viernes, octubre 12, 2007

Hipocresías televisivas

El primer televisor del que logro acordarme es uno en blanco y negro que siempre estuvo en la habitación de mis padres. Tenía dos perillas, una para cambiar de canales y el otro para ajustar el "mítico" UHF, mítico pues nunca pude entender para que servía, sin embargo siempre lo movía por si acaso ocurría algo. El siguiente fue un Zenith mucho más moderno: sus imágenes eran en colores y cuando uno lo apagaba no quedaba un punto blanco y brillante en el centro de la pantalla como ocurría con el anterior. Después de este casi indestructible televisor, vinieron los modernos con control remoto y más canales para ver: la discusión ya no era quien se paraba a cambiar de canal, sino quien tenía en sus manos el control remoto. Sin embargo, a pesar de los cambios de casa el televisor nunca logró salir a las "áreas comunes": la sala o el comedor. Aún hoy, cuando vuelvo a casa, sigue estando en la "habitación del televisor", que, como si fuera un habitante más, había logrado tener su propia habitación, pero sin ser digno de salir de allá.

Recuerdo todo esto sencillamente para explicar la sorpresa que me llevé cuando llegué a España y me encontré con que el televisor, ese miembro de mi familia que siempre estuvo condenado a estar escondido de los invitados, aquí es un invitado a la mesa. Esto lo fui descubriendo en las invitaciones a comer que recibía, donde el televisor siempre estaba encendido mientras comíamos. No importaba si alguien lo veía o no, estaba ahí, diciendo y mostrando cualquier cosa y eso era suficiente. En alguna ocasión cuando pregunté que sitio me correspondía sentarme, la respuesta fue sencilla: "ahí, al lado del televisor". Si, el televisor tenía su espacio en la mesa: en la esquina de la mesa que coincidía con el "mueble del televisor" había un sitio que no podía ser ocupado, era el sitio del televisor. Para mí, al principio fue una alegría, pues cuando yo era niño comer frente al televisor era el mayor premio al que podía aspirar. Así que ahora, después de toda una vida comiendo todos los días frente a las mismas personas, podía, por fin, satisfacer ese gusto.

El concepto de lo bueno y lo malo es tan solo cuestión de costumbres. Para mis padres y abuelos era malo ver televisión mientras se comía: "si come así, no le aprovecha", me dijeron muchas veces. Sin embargo, aquí, una de las cunas de la saludable dieta mediterránea, el televisor es un invitado más. Algo no me cuadraba en todo esto: al final que les tengo que enseñar a mis hijos, ¿el televisor en la mesa es bueno o malo? Me imagino que con el paso del tiempo, y la invasión consentida (y algunas veces necesaria) de todos esos aparatos electrónicos sin los cuales no podemos entender como vivíamos hace tan solo 10 años, ese dilema tiene cada vez menos sentido, pues la mesa del comedor cada vez es menos el lugar de encuentro cotidiano: horarios incompatibles, pereza de encontrarnos con las mismas personas cuando en el chat tenemos tantos desconocidos por conocer... La mesa del comedor cada vez se está quedando más grande, silenciosa y vacía.

Toda esta reflexión tiene su origen en un programa de televisión que ya lleva al menos un mes y medio emitiéndose diariamente en España en horario de máxima audiencia (a la hora de la cena) y a partir del cual creo que me voy a decantar por lo que me decían mis padres: "comer frente al televisor no es bueno". Escenas de Matrimonio, es un programa cuya trama gira en torno a "tres parejas de clase media, de distintas generaciones y residentes en barrios diferentes de la misma ciudad". Según entiendo pretende ser un programa de humor donde los sketches se inspiran en la forma de relacionarse las parejas, algo que en principio puede dar mucho juego y jugo, pero claro, todo depende de como se enfocan los temas. Yo la verdad tan solo hasta hace una semana tuve el valor estomacal de ver un sketch completo y quedé sorprendido por la pobreza del vocabulario utilizado y los constantes gritos entre sus protagonistas. Más que un programa de humor (al menos las risas pregrabadas pretenden que lo sean), parece un manual sobre como maltratar a tu pareja mientras los demás se ríen. Como preparativo de esta vergüenza televisiva, justo antes está el noticiero donde anuncian, al menos una vez a la semana, y con rostros estudiadamente compungidos, la muerte u hospitalización de una mujer debido a las golpizas de su compañero. La noticia la cierran con la típica y vacía declaración de intenciones: "tenemos que parar esta tragedia". Creo que a los responsables de hacer los programas se les olvida que cada vez no solo somos lo que comemos, como se decía antaño, sino también somos lo que vemos; ¿o precisamente no se les olvida y por eso lo hacen?

Cuando veo esos programas, cada vez me convenzo más que mis padres tienen razón: comer frente a la televisión puede producir indigestión.

***

Para los que quieran ver algunas de estas vergüenzas en youtube hay colgados varias de estas "perlas".

viernes, octubre 05, 2007

No todo está perdido

Hace algunas semanas, publiqué una entrada en relación a la percepción que se tiene del fenómeno migratorio por parte de un lector de un periódico -por cierto nada de "problema de la inmigración"como se oye frecuentemente; la inmigración es un fenómeno, al igual que el incremento de turistas que también son un fenómeno que incide sobre la realidad urbana- . Hace poco me volví a encontrar una carta en el mismo sentido, pero con un enfoque diferente y que quería compartir en este espacio:

"Hace tres años que mi pareja y yo vivimos en el Raval. Los dos somos arquitectos y decidimos dejar el cómodo Eixample barcelonés [zona central de Barcelona] para vivir en este barrio. Pero lo que no imaginábamos era que cada día sería una aventura.

Vivimos cerca del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), y cuando salgo de casa para ir a trabajar, lo primero que he de hacer es verificar que no haya ningún excremento en el portal (ya sea de perro o humano) para poder seguir mi marcha. De camino al metro paso por delante del Macba, cuya plaza vacía muestra los excesos del botellón de la noche anterior. Doblo la esquina y paso por el lateral del museo, y me encuentro con los orines y losvómitos de los indigentes que duermen en uno de los soportales del museo.

Al volver a casa por la tarde atravieso la misma plaza, esta vez atestada de jóvenes y no tan jóvenes skaters (otra actividad vetada por la normativa cívica de Barcelona) venidos de todas partes de Europa a la cool Barcelona.

Llegar a casa es todo un placer: ruido de mi vecino dj y música que sube por las estrechas calles de la nueva tienda de moda en el barrio. Llamo a la Guardia Urbana y me dice que ellos han estado en casas donde el ruido impide oír a tu interlocutor a un metro de distancia. Dicho esto, se van y no vuelven.

Cuando hablas del Raval, siempre te preguntan por la inmigración. Éste es el menor de los problemas. Paquistaníes, filipinos, etcétera, son los que menos problemas producen en el barrio. Suelen ser gente trabajadora que intentan salir adelante lo mejor que pueden. El verdadero problema de este barrio lo provoca la inmigración de primer nivel (la europea de vuelos low cost), que usa esta ciudad como la sala de fiestas de Europa.

Sinceramente creo que donde reside el verdadero misterio del Raval es en la dejadez de las autoridades municipales a la hora de preservar un barrio histórico situado en el centro de la ciudad."

Fernando Rial, Barcelona.
El País Semanal - Sección cartas de los lectores
Hasta hace unos años, el barrio al que se refiere la carta, era llamado el Barrio Chino. Para evitar alimentar los tópicos, se decidió cambiar el nombre por el Raval. Hoy en día, es uno de los sitios por donde más me gusta caminar: en un mismo andén se encuentra un restaurante de comida catalana abierto en 1929 que aún hoy en día es un sitio de referencia y a 20 metros, una mezquita. Cruzando la calle está la futura filmoteca de Catalunya cuyo frente da a la rambla del barrio y a uno de sus símbolos: un gato de Botero. Una rambla que, intuyo, concentra la mayor densidad de venta de shawarma de toda la ciudad y para mí, el mejor restaurante de comida hindú. Todo el barrio es un verdadero placer para los sentidos: una calle donde muchas mujeres ejercen la prostitución, un hotel de diseño, una peluquería para marroquíes, una discoteca latina, uno de los centros de enfermedades tropicales más importantes de España y una de las plazas más silenciosas y románticas de la ciudad, se encuentran en un radio de 200 metros. Los que han vivido en esta ciudad toda su vida, dicen que es un barrio peligroso, yo lo encuentro más que peligroso, delicioso.

***
Después de volver a leer la carta tengo la sensación que en lo que se refiere a los tópicos que se manejan en torno a los inmigrantes, no todo está perdido. Queda mucho recorrido por delante, pero ahí está la semilla, lo que tenemos que hacer es alimentarla.

lunes, octubre 01, 2007

La verdad es asunto de mayorías, es pura estadística

Vivimos en un mundo lleno de incertidumbres, en un mundo donde lo único constante es el constante cambio. Todo cambia, todo fluye; como lo dijeron en la antigüedad: nunca te meterás en el mismo río. Cambiamos para poder seguir siendo los mismos. Sin embargo, no podemos aceptar que lo que somos es tan solo ese recuerdo de lo que hemos sido. Nuestro futuro es tan solo proyección de nuestro pasado; ¿el presente?... una ilusión que nada tiene que ver con lo que creemos ser.

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Vivimos en un mundo donde las probabilidades marcan nuestro devenir. La medicina no es una ciencia, es asunto de probabilidades: lo que le sirve a una persona, puede, tan solo puede, servirle a otra: "vamos a probar a ver como le va con esta medicación", como he oído miles de veces. La verdad es asunto de mayorías, es pura estadística: entre más personas digan lo mismo, mayor probabilidad que cualquier mentira se vuelva verdad.

Tenemos miedo a todo aquello que se mueve en la zona "gris" de nuestro espectro. Nos aterra la ambigüedad, lo indefinido, lo que no podemos clasificar con toda certeza. Como un juego de niños, tenemos en nuestra mente una plantilla de diferentes formas y colores y unas figuras con esas mismas formas y colores: un cubo rojo, va en el cuadrado rojo; una esfera verde, va en el círculo verde... Pensamos que el mundo es tan solo eso: figuras que deben encajar en nuestra plantilla de colores. El cubo gris no puede caber en el cuadrado rojo: rojo y gris no es lo mismo. No, no importa que la forma coincida. Lo rojo es para lo rojo y lo gris es para lo gris.

Tenemos miedo a equivocarnos, pero el equivocarse es el complemento de los aciertos. No hay aciertos sin equivocaciones, ni tampoco lo contrario. Tenemos miedo a ilusionarnos con posibilidades, olvidando que la vida es tan solo un cúmulo de posibilidades. Quizás lo que nos ocurre es que tenemos miedo de vivir. Se nos olvida que la equivocación y el éxito son tan solo probabilidades de cada una de nuestras acciones. No hay éxito asegurado ni fracaso inevitable. Quien no quiera fracasar, que no haga nada. Quizás así se disminuyen las probabilidades de equivocarse, pero también las de acertar. Aquellos que se paralizan ante las posibilidades y abrazan las certezas, parece que dijeran: "huye del riesgo. La vida es para triunfar, no para vivir".

¿Certezas? La única que existe es que desde que nacemos comenzamos a morir. Y mientras vivimos, o morimos -que termina siendo lo mismo, pero dicho de otra manera-, se nos olvida que la vida es eso: posibilidades y nada más.

Huye de las verdades absolutas. Seguramente cuando son absolutas es que son falsas y se basan no el cambio, sino en lo constante, y es precisamente lo que no cambia lo que está muerto. Lo muerto con el tiempo hiede e impregna todo lo que le rodea. Huye de las certezas como de la muerte misma. Pero eso si, nunca las pierdas de vista, algún día pueden alcanzarte y atraparte.

Abraza la incertidumbre con respeto, con orgullo. Pero no te aferres a ella. Si lo haces, lo posible se ha convertido en real. La incertidumbre es como la llama de una vela, que tiene la fuerza para iluminar la oscuridad más cerrada, pero que por más que intentes atraparla se escapará. Si lo intentas mucho, al final lo único que se tendrá es volver a la oscuridad y con la mano quemada. Podrás atrapar la vela, pero el fuego siempre será esquivo.

Corregimos a aquel que no comparte nuestra verdad, nuestras certezas. No convencemos, corregimos. Tenemos miedo a que nuestra verdad, nuestra querida y buscada verdad, resulte falsa. Corregimos no para sacar del error al otro, sino para ahuyentar el fantasma de estar nosotros mismos equivocados: lo hacemos para evitar mostrar nuestras debilidades. Cuando defendemos tanto una certeza, como un Caballo de Troya, nos debilitamos desde adentro.

La duda es el puente que nos comunica con el mundo que nos rodea. Las certezas, por el contrario, nos llevan a una isla solitaria. Las islas, como los puentes, no pueden existir el uno sin el otro. La decisión no es entre puente e isla, por el contrario, es saber cuantos puentes vamos a tender desde y entre esas islas minúsculas.
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