jueves, enero 31, 2008

Inmigración, políticos y paranoia

Hay entradas, como esta, que se escriben solas y que tan solo necesitan una breve introducción. Son dos noticias publicadas en dos periódicos diferentes de España de hechos aparentemente inconexos, pero que quizás no lo estén tanto. (las negrillas son mías)

Los hechos que aquí transcribo son muy diferentes entre si, pero creo que en el fondo pueden estar relacionados. Uno ocurrió en Andalucía donde en las últimas semanas han desaparecido niños sin que hasta el momento se hayan encontrado los culpables. Esta situación ha generado una paranoia colectiva que se reflejó en la agresión que sufrieron unos inmigrantes rumanos que, literalmente, pasaban por la zona. El otro hecho se enmarca en la campaña política para las elecciones generales de España donde la inmigración, como es de esperarse, es un tema de campaña que puede dar muchos votos. En la publicidad de uno de los candidatos se dice que los inmigrantes venimos por hambre y que aquí no cabemos todos. Esta simplificación de la realidad alimenta la sensación que tiene la sociedad receptora que la inmigración es un problema y no una oportunidad (y muchas veces una salvación).

omchamat

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La jauría humana en Guadalcázar
Perseguidos y agredidos cinco rumanos porque un niño al que preguntaron una dirección pensó que le iban a secuestrar

Fueron a comprar un coche y acabaron con el cuerpo magullado por los golpes. La psicosis desatada en Andalucía por casos como el secuestro de la pequeña onubense Mari Luz se cebó el lunes pasado con cinco inmigrantes rumanos que fueron agredidos presuntamente por una veintena de vecinos del pueblo cordobés de Guadalcázar. El grupo de vecinos persiguió y retuvo a los rumanos en una carretera a las afueras del municipio, según la Guardia Civil, que investiga ahora las agresiones. Les acusaban de haber intentado secuestrar a un menor, algo que no ocurrió.

La alarma surgió de los ojos de un crío de 11 años de Guadalcázar. El chico estaba sentado en la puerta de su casa esperando a que llegara su familia para poder entrar. Un automóvil rojo, en el que viajaban los cinco rumanos, se paró cerca de él. Los inmigrantes querían saber dónde estaba un taller al que habían acudido para comprar otro coche, según la versión de la Guardia Civil. Pero el crío se asustó. Salió corriendo y avisó a un tío suyo.

Entonces, se organizó rápidamente una batida y los inmigrantes fueron interceptados en la carretera A-305. "Dos coches se pusieron delante y otros dos detrás", recuerda Stancio Marin, uno de los cinco inmigrantes que viajaban en el vehículo.

"Nos pegaron", chapurrea en castellano Stancio, el chico de 20 años que se llevó la mayoría de los golpes. El parte médico que guarda en un bolsillo del pantalón señala que sufre varias "policontusiones" en la espalda y la cara. "No me puedo agachar para trabajar". Stancio suele recoger naranjas en el campo y ahora le cuesta hacerlo.

"Se volvieron locos", asegura cuando recuerda el momento en el que el grupo se le echó encima. Stancio está indignado y ayer por la tarde buscaba un abogado para que le ayude a denunciar y tramitar el caso de la agresión en los juzgados.

Según el testimonio de las víctimas, los vecinos golpearon el coche y rompieron un espejo retrovisor del vehículo. Stancio se queja de que un policía local que también llegó hasta el lugar no ordenó a los vecinos que dejaran de pegarles.

Una patrulla de la Guardia Civil fue la que finalmente puso orden y se llevó a los inmigrantes al cuartel. Los agentes comprobaron, con la declaración de varios testigos, el recorrido que habían hecho los inmigrantes durante toda la tarde y concluyeron que contra ellos sólo pesaba el testimonio del chico de 11 años, quien sostenía que le "miraron mal". Los inmigrantes se fueron libres a las tres horas ya que los agentes no apreciaron "la existencia de comportamiento delictivo", según recoge el acta policial. Sólo se produjo una "gran alarma social en el pueblo", recoge el parte de la Guardia Civil de aquel lunes.

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Duran i Lleida y la inmigración

"La gente no se va de su país por ganas sino por hambre. Pero en Catalunya no caben todos". Esa es la frase contundente del señor Josep Antoni Duran i Lleida en varios de los carteles que aparecen en Tarragona y en toda Catalunya. Ese parece ser uno del los pilares ideológicos que hoy muestra Convergencia i Unió ante las próximas elecciones generales del 9 de Marzo.

Como inmigrante que reside en este país y como ciudadano que cree en la democracia y en la igualdad de derechos para todas las personas, expreso mi total extrañeza y preocupación por esta demagógica, temeraria y absurda campaña contra los inmigrantes.

Un cartel acusador como el del señor Duran i Lleida muestra una actitud perversa y falta de conocimiento. Los inmigrantes no sólo vienen por hambre en su país de origen, existen los desplazados por mil razones como puede ser las guerras, la persecución ideológica, religiosa o sexual, los profesionales, estudiantes, etc. Todos ellos buscas una sociedad abierta y libre como lo es Catalunya y no van a un país cerrado y racista como parecen desear algunos políticos catalanes.

Que sepan los políticos de CIU que la gente que pasa hambre, esa hambre de verdad, en pocas ocasiones puede emigrar, el viaje les supone una fortuna imposible. Entonces Catalunya está muy lejos de sufrir una invasión y un exterminio por parte de los hambrientos del mundo, que no haya alarma, esos seres humanos seguirán ahí, muy lejos de los ojos y del sentimiento del sr. Duran i Lleida.

viernes, enero 25, 2008

La violencia en Colombia (I)

En mi reciente viaje a Colombia tuve el privilegio de comprar algunos libros -con los precios que están los libros allí, comprar libros es un lujo- que tenía pendientes: La Voragine, El olvido que seremos... pero en especial iba buscando que desde hace algún tiempo perseguía: La Violencia en Colombia. Un libro desde mi perspectiva no ha hecho más que ratificar la sensación que la puta guerra en que nos encontramos (aunque algunos digan que es una amenaza terrorista), no es una nueva guerra, es la misma guerra, los mismos muertos y los mismos asesinos. Al igual que hace 60 años, los asesinos y los muertos son personas humildes del campo; los instigadores de todo esto, son unos cuantos que se enriquecen desde la comodidad y seguridad que dan las ciudades mientras deciden que se debe hacer con la vida de quienes no ven; al igual que hace 60 años, mientras unos mueren y otros matan, la sociedad da la espalda, y cuando alguien dice que esto ocurre, corre el riesgo de ser condenado al exilio o a la muerte (intelectual o física), como les ocurrió a los autores de ese libro; los desplazados por la violencia son los mismos campesinos de hace 60 años que huían del campo hacia las ciudades en busca de seguridad. Pero quizás hay alguna diferencia que hay respecto a hace 60 años: antes se mataba a machetazos y con armas caseras, hoy contamos con motosierras y armas "made in...". De resto, sigue la misma puta guerra.

En ese libro he encontrado muchas reflexiones que, para vergüenza mía, siguen siendo validas hoy en día. Esas reflexiones las quiero compartir con los lectores de este espacio con una serie de entradas con el mismo nombre del libro de cual se alimentaran. Lo único que busco es compartir nuevas pistas, o mejor, recordar la pista perdida pero marcada desde hace muchas décadas para tratar de sacar el país del abismo en que se encuentra.

Espero que sirva de algo.

omchamat


*** Palabras del ex-presidente de Colombia Alberto Lleras Camargo el viernes 9 de mayo de 1958 ante oficiales y sub-oficiales en el Teatro Patria de Bogotá. (pag. 398)

"Hace tiempo que dije que el país era un convaleciente y que había que tratarlo así, con cuidado, con tacto, procurando no golpearle los nervios, tratando de que no se abran otra vez las heridas, manteniéndolo hasta donde sea posible libre de agitaciones y esfuerzos violentos. esto no es una figura retórica. Es la verdad. Hay en Colombia una crisis social tremenda. Se han perdido las nociones fundamentales de la vida y aún de la más elemental vida social. Hay miseria, cada día mayor, porque no hay seguridad en los campos, porque el consumo baja, porque la producción no encuentra mercados amplios, y porque además no hay dolares para comprar las máquinas, los repuestos, los transportes, los elementos indispensables para mantener la economía, no ya en progreso sino en un ritmo abajo de lo normal. Llevamos casi 10 años de asesinarnos, de combatir sin decisiones últimas, de que mueran soldados suboficiales, oficiales de todas las armas, y millatres de campesinos de todos los partidos y sin partido alguno. Se roba impunemente. Las gentes pierden sus propiedades, su seguridad y sobre todo su esperanza. Nadie cree en nadie. Todos desconfían de todos. El país es muy rico y su economía es intrínsecamente muy fuerte, y por eso todavía hay gentes que prosperan y se enriquecen. Pero se está cavando un abismo tremendo entre los que no tienen amparo y los que negocian y viven amparados. Entre la mayoría de colombianos y la minoría. ¿Cuanto puede durar ese desequilibrio?."


La violencia en Colombia.
Orlando Fals Borda, Monseñor Germán Guzmán, Eduardo Umaña Luna
Editorial Taurus. Bogotá. 2005.

domingo, enero 20, 2008

A grandes problemas, pequeñas soluciones

Mientras escribo esta entrada, por la televisión, por la prensa impresa, por internet, por cualquier sitio donde quepa una imagen y un mensaje, se habla y se cacarean las promesas electorales de las n-simas elecciones de las que soy testigo en España. Así que en ese marco es que escribo estas líneas.

***

No sé desde cuando se viene anunciando que las reservas de agua en Cataluña, y creo que en todo España, tienen unos niveles críticos, pero una búsqueda rápida y sencilla en internet me muestra que las primeras noticias en este sentido son de hace un año. En promedio, los embalses -o pantanos como se llaman en España- tan solo están a un 25% de su capacidad, cuando para estas fechas la media histórica se ha situado en torno al 50%. Esto quiere decir que existe un riesgo real de desabastecimiento de agua. Sin embargo, y para gran sorpresa mía, desde los responsables políticos no he visto el diseño de una estrategia de sensibilización sobre el uso racional de este preciado líquido. Ni siquiera de los partidos que se autoproclaman "verdes" he visto algún gesto importante en este sentido. La pasividad que han guardado las instituciones responsables de gestionar esta posible crisis, me sorprende aún más cuando pienso en las variopintas campañas de sensibilización que he visto en estos seis años que llevo en este lado del charco: "recoja los desechos de su perro" o "Barcelona, la mejor tienda del mundo", tan solo para mencionar un par. Sin embargo no puedo negar que estas dos campañas son importantes, ¿pues a quien le gusta pasear por la mejor tienda del mundo con olorosos desechos pegados a los pies?. En fin. Como en cualquier tienda, hay de todo un poco.

Pero bueno, tengo que admitir que estas mismas instituciones y partidos políticos han planteado respuestas muy coherentes con la sociedad solidaria y responsable en que ellos nos dicen que vivimos: traer agua en barcos desde Francia. Sencillo, efectivo y popular (¿populista?). Son unos genios, hay que decirlo. Pues mientras que ellos garantizan el servicio de agua en nuestras casas, evitan perder votos -los votantes son lo de menos- en medio de esta campaña pre-electoral. Es más, incluso pueden, no me extrañaría que lo hicieran, enorgullecerse de tener respuestas reales a los problemas de la gente. No importa que hace unos años se planteara la misma solución (traer agua en barcos) y que en esa entonces, cuando llegaron al puerto los barcos, tuvieran que desechar toda el agua que traían, pues la pintura de los tanques en que la traían había alterado su sabor. Pero no creo que en esta ocasión vuelva a ocurrir, hoy en día se tomaran las medidas correspondientes para evitar un fracaso como ese, no se nos olvide que estamos en época de elecciones y cualquier error se paga con votos.

En realidad, creo que los políticos hacen todo esto para que los que pueden votar se concentren en pensar con tranquilidad a quien le van a entregar la administración de la ciudad. Pero eso sí, todos les deberíamos estar agradecidos por no diseñar campañas para hacer un uso más eficiente del agua. Que pereza que entre la subida de precios que siempre ocurre en Enero y las compras casi siempre inútiles de la época de rebajas, tengamos que soportar día y noche una campaña que nos diga que el agua es escasa y que es mejor ahorrarla: pues "para eso pago mis impuestos, para que los políticos gestionen bien la ciudad", además, como sugirió un ex-presidente español sobre la medida de hacer controles de velocidad y de alcoholemia en las carreteras: yo ya estoy grandecito para que alguien me diga que debo hacer.

Por eso, desde este humilde espacio, quiero agradecer a los políticos por regalar 650.000 dispositivos economizadores de agua y no decirme que lo mejor es hacer lo mismo con menos agua.

sábado, enero 12, 2008

Colombia paradójica

Me gusta andar, pero no sigo el camino
lo seguro ya no tiene misterio,
me gusta ir con el verano muy lejos,
pero volver donde mi madre en invierno.
Y ver los perros que jamás me olvidaron
y los abrazos que me dan mis hermanos,

No soy de aquí, ni soy de allá
no tengo edad, ni porvenir,
y ser feliz es mi color de identidad.

Alberto Cortéz (una versión de Facundo Cabral en
www.youtube.com)
____

Después de más de un año sin sentir el verde y la inmensidad de las montañas de Colombia, este fin de año pude volver a hacerlo con la tranquilidad de quien sabe que "su tierra" es un punto indefinido (¿inexistente?) entre uno y otro lado del Atlántico. Esa sensación de ser un alma en constante movimiento permite tener una percepción privilegiada del entorno: tus sentidos se vuelven más detallistas, ves cosas terribles en hechos banales, pero en otras ocasiones algunas pequeñas maravillas cotidianas te llenan el alma. Con esos ojos y con esa piel fue mi n-simo viaje a esa esquina de Suramérica que por más que quieras nunca te decepciona, es posible que algunas veces te asuste pero justo después te dará una sorpresa que sin entender porqué, le da un sentido a la vida.

Quizás esa sensibilidad fue la me permitió escuchar en una cafetería del norte de Bogotá los "hechos cotidianos" que contaba una pareja de ancianos que se sentó junto a mi mientras esperaba mi primera changua del viaje:

-... en serio se lo llevó la policía?
- Si, imagínate que iba a por la calle a eso de las dos de la mañana cuando sin saber como ni cuando, se encontró en medio de una pelea con unos desconocidos y afortunadamente paso por ahí un carro de la policía y se los llevó a todos a la cárcel durante una noche.
- ¿Pero sin razón o motivo aparente se pusieron a pelear?
- Me dijo que fue por defender el honor y hacerse respetar, pues el otro grupo los estaba mirando mal.
- Dios mio!!!. Como en pleno siglo 17 cuando se batían a duelo por el honor irrespetado.
- Este barrio ya no es lo que era. ¿Te acuerdas del hijo de la señora que vivía en el apartamento que está encima del mio?
- Si claro, el que estudia en la Universidad A. Muy serio y tranquilo ese joven. ¿Qué le pasó?
- Pues saliendo de un bar, le robaron todo lo que llevaba y al parecer o iba muy borracho o le dieron escopolamina pues él no se acuerda de nada.
- Pero eso no es nada, ¿te acuerdas de mi vecino?. Pues resulta que dejó 5 minutos el carro en la calle mientras entraba a un banco y le robaron el equipo de sonido.
- Increíble, si hace tan solo un par de semanas se le intentaron meter a la casa y...

En ese momento, cuando iba a escuchar el quinto delito del día, llegó mi ansiada changua y preferí disfrutarla sin prestar tanta atención a lo que me rodeaba.

Si, esa es Colombia. Un país donde es difícil entender como en el mismo barrio que ocurre todo eso, media hora antes había entregado las llaves de mi carro a un desconocido, "por si tenía que mover el carro para dar vía a otros", con la mayor tranquilidad; un carro que estaba lleno de maletas con regalos para navidades y documentos personales. A pesar que la conversación de los ancianos me dejó un poco paranoico pensando que mis regalos iban a ser el quinto delito del que tuviera conocimiento, cuando regresé al carro, tal y como yo lo esperaba, no faltaba nada, estaban las llaves de la casa, unas cuantas monedas, las gafas de sol y los regalos. Lo único extraño fue que habían movido el carro del sitio donde lo había dejado.

Esa, y no otra, es la Colombia que extraño. La Colombia de verdad y llena de esas pruebas increíbles de confianza y honestidad en un entorno de inseguridad y paranoia. Una Colombia que me había contado cuatro delitos recientes en menos de 5 minutos y que a pesar de haber confiado mi carro a un desconocido, todo estaba en su sitio.

Sin embargo, y a pesar de extrañarla, esas son las cosas que me cuestan trabajo entender de Colombia. Si uno sale a la calle en el carro, siempre se está pendiente de tener todos los seguros puestos, pero cuando llegamos a un parqueadero, entregamos las llaves del carro a un total desconocido y fuera de eso nos sentimos más tranquilos!... No entiendo a Colombia y quizás esas paradojas sean parte de los motivos para que propios y extraños se apasionen con ella.

Para terminar esta entrada de contradicciones colombianas, mencionar que los últimos días estuve en Iza (Boyacá) en un hotel donde, por cuestiones tecnológicas, no se pude pagar con tarjeta y el efectivo que tenía no era suficiente. Por este motivo el dueño del hotel no tuvo mayor inconveniente en decirme que si quería nos veíamos en el centro de Sogamoso (a unos 10 kilómetros del hotel), donde había un cajero automático, y allí le pagaba el dinero. Lo sorprendente de esto, es que el dueño no tenía ningún, pero ningún dato mío, a duras penas un número de teléfono y mi nombre (que hubieran podido ser falsos). Nada más, ni documento de identificación, ni fianza, nada. El dueño del hotel le bastó mi palabra para dejarme ir con maletas, llaves de la habitación entregadas y carro y sin dejar ninguna garantía a cambio (bueno, tan solo la costumbre del siglo 17 de dejar la palabra empeñada). Según lo acordado, nos vimos 1 hora después para pagarle la deuda de tres noches de hotel.

Comparar es malo, pero no puedo evitarlo. Ahora mientras escribo estas palabras me acordé de alguna ocasión en que en un restaurante de Barcelona en el momento de pagar mi comida me encontré en la misma situación (sin dinero y sin posibilidades de pagar con tarjeta), pero el dueño del restaurante me pidió que le dejara mi documentación como garantía. Era de noche y no conocía la zona; dí varias vueltas buscando el dichoso cajero automático hasta que por fin lo encontré, saqué dinero y pude pagar para recuperar mi identificación. Tengo que decir que mientras buscaba ese cajero en ningún momento me sentí con miedo a ser robado en ninguna de las solitarias calles que recorrí, el único que temía ser robado era el dueño del restaurante.

***
Aprovechando "este momento de efervescencia y calor" patriótico con que está escrita esta entrada, quiero dejar dos canciones que unidas pueden dar una idea de lo ese sentimiento tan extraño que es sentirse Colombiano. Pues como dice Jorge Luis Borges en uno de sus cuentos: "Qué es ser colombiano? -No sé-le respondí-. Es un acto de fe".

Soy Colombiano (Silva y Villalba)
Ciudad pacífico (Ekhymosis - el grupo con el que Juanes comenzó a ser reconocido)

martes, enero 08, 2008

Preguntas sin respuesta

Suena el timbre. Miro por el visor de seguridad de la puerta y pregunto quien es. Me responde una voz monoacorde (no podía ser de otro modo) "Soy Rutina Monótona y vengo a ofrecerle unos productos que mejoraran no solo su presente sino su futuro". Con esa respuesta preferí la curiosidad frente a la confianza y le abrí la puerta.

De alguno de los libros de Kundera concluí que la forma en que nos vestimos es, en si misma, una declaración de principios. En este caso me llamó la atención el color sus prendas: todas eran diferentes variaciones de un mismo gris, eso sí, cuidadosamente escogidas para que ninguna llamara la atención sobre las otras. Ahora que lo pienso en perspectiva creo que una revista de moda calificaría estas prendas como "elegantes", pero mi ignorancia en estos temas la calificó en ese momento como "aburridas". Sin embargo, el tono de voz y sus gestos, siempre pausados, rítmicos y fluidos me parecían interesantes y confirmé que sería, como mínimo, interesante oír sus ofertas.

Le pregunté si quería tomar algo para refrescarse pero tan solo me aceptó un vaso de agua. Después de dar su primer trago comenzó su retahíla sobre las ventajas que tiene contratar los servicios que venía a ofrecer. En mi defensa tengo que aclarar que para evitar caer en la autocomplacencia siempre busco contrastar mis opiniones con quien está al otro lado de mi orilla, así que por eso decidí invitarla a pasar. Muchas veces prefiero hablar con quien no estoy de acuerdo que con aquel que coincide con mis opiniones; del primero puedo aprender, con el segundo, casi siempre, tan solo puedo reafirmar mis opiniones. Es decir, cuando hice entrar a Rutina a mi casa era consciente que estaba haciendo. Tenía sentada en mi sala una de mis grandes contradictoras.

Los productos que me ofrecía eran más bien conocidos: relojes, agendas y compromisos (a pesar que todo estaba relacionado con horarios en ningún momento mencionó "más tiempo"). Los beneficios de incorporarlos, junto con un paquete de servicios que incluía la gestión de mi tiempo, eran indudablemente provocadores: tranquilidad, una vida planificada, ordenada y predefinida. Todo me sonaba a tener una vida "prefabricada". Pensar que a partir de ahora era posible vivir en un mundo de certezas, algo que no concebía hasta hace poco, era muy tentador. Su conversación -no digo "nuestra"pues para conversar se necesitan como mínimo dos personas- estaba pensada para seducir al más incrédulo. Pero por encima de todas las ventajas que tendría contratar sus servicios, la que más me llamó la atención fue la posibilidad de disfrutar de un mes de vacaciones cada año durante el resto de la vida.

Hasta este punto tengo que reconocerlo, cada vez me iba convenciendo más y más. Como las promociones de centros vacacionales, todo era maravilloso y relajante. Pero también como en esas promociones, era necesario hablar del costo. En este punto la voz de Rutina se volvió más suave, las frases más ambiguas y menos descriptivas, pero eso si, sin mostrar el menor resquicio de duda. Una vez que me recordó los increíbles beneficios de sus servicios, su conversación, de nuevo la de ella, fue, más o menos, como sigue:

"Como usted sabe en este mundo no solo somos lo que queremos ser ni como nos sentimos, somos cada vez más como nos ven. Así que nuestros productos se encargan de la tercera parte, es decir de la imagen que usted proyecta, para que en sus tiempos libres se dedique a cultivar su ser interior mientras nosotros nos encargamos del resto. Para esto le proponemos un programa donde en lugar de distribuir sus horas libres diarias a lo largo del año, usted nos entrega este tiempo, y se lo concentramos en un mes donde no tendrá que preocuparse de nada, para que así pueda tener tiempo para cuidar su yo interno mientras nos encargamos de diseñarle un destino exótico que le permita transmitir una imagen adecuada a su perfil. En últimas, lo que le proponemos es optimizar su tiempo libre, pues usted bien sabe que bienes tan preciados como el tiempo, se aprovechan mejor cuando están concentrados y no dispersos."

[en este punto me asusté mucho pues no sabía que estaba perdiendo mi tiempo disfrutando de pequeñas cosas todos los días]

"Para poder acceder a nuestros servicios, usted tan solo nos tiene que firmar este documento en el cual se compromete a trabajar al rededor 11 meses al año, con ocasionales días de descanso acordados mutuamente y con recompensas esporádicas tales como vehículos y aparatos eléctricos que permitirán reforzar la imagen que usted proyecta. Al final de los once meses, usted podrá aprovechar todo el tiempo libre acumulado recorriendo el mundo gracias a nuestra extensa red de servicios durante un mes completo y sin preocuparse de nada...".

En este punto ya no quise seguir escuchando las ofertas que me estaban ofreciendo. Tenía trabajo que adelantar y no podía dedicarle más tiempo a una propuesta que no iba a aceptar. Le dije que lo sentía pero que no me interesaba y le recomendé visitar a un par de conocidos. Ella, al parecer estaba acostumbrada a que la despidieran de esta manera, pues su tono de voz se adaptó al mío y me hizo sentir que esta súbita despedida era parte de su conversación. Sin saber cuando ni como, me encontré enredado en su discurso y era ella la que dirigía la caminata hacía la puerta, hacía la puerta de MI casa. Mientras ella me despedía en el rellano de MIS escaleras (no olviden que ella era la que manejaba la situación), me dijo "mire, aquí le tengo el contrato piénselo con calma, y si se convence fírmelo y lo envía a la dirección que aparece abajo. Pero antes de marchar, y abusando de su confianza, quiero hacerle una pregunta que le ayudará a saber si le conviene este contrato: "¿hay alguna diferencia entre lo que le ofrezco y la forma en que usted vive?". De nuevo muchas gracias por su atención, y estoy segura que nos volveremos a ver". Sin decir más, se fue con una sonrisa en sus labios.

***

Como este relato se está haciendo muy largo, tan solo quiero mencionar que el contrato lo tengo aquí al lado mío. He reflexionado mucho al respecto. Al comienzo pensé en desecharlo y tirarlo a la basura. Sin embargo, el contrato sigue ahí. No he podido olvidarme de él, pues todavía no he logrado responder a la pregunta que ella me hizo mientras me despedía en mi propia puerta.

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PD. Después de tres semanas desconectado de internet y cualquier artilugio de comunicación, vuelvo con este ejercicio de pelearme con las palabras. Espero poder seguir actualizando este espacio al menos semanalmente.
omchamat
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