viernes, octubre 16, 2009

Simplificando a Platón y a Adam Smith

Platón plantea que el ser humano tiene tres motores primordiales en las decisiones que tomamos: Deseo, Razón y Thymos. Las dos primeras hacen que la sociedad avance pues son las bases a partir de las cuales nacen los inventos y mejora la calidad de vida. Mientras que el thymos, es la necesidad de obtener reconocimiento social, personal, económico, pero sobretodo reconocimiento personal.

El deseo y la razón que propone Platón, las utilizaré para explicar las teorías de Adam Smith que, simplificando su propuesta, parte de la base que el mercado se puede auto regular gracias a la suma de decisiones racionales tomadas individualmente. Intentaré explicar esta teoría con un ejemplo: el precio de las viviendas. Comprar una vivienda es quizás la inversión más importante que una familia puede hacer a lo largo de su vida y por lo tanto nadie en sana lógica está dispuesto a invertir sus ahorros comprando una casa que está por encima de su precio real. Si cada uno de los individuos de una sociedad actúa de esta manera, el mercado se autoregula, pues nadie pagará más de lo que valen las cosas y así los precios estarán siempre en su punto de equilibrio. Una lógica aplastante. Eso es lo bueno de los economistas, que muchas veces dan la impresión de diseñar un sistema económico que funciona como una máquina de movimiento perpetuo. Una máquina que no tiene perdidas y que no para nunca su funcionamiento ni de producir beneficios.

Ayer, saliendo en coche de Barcelona en medio de un atasco trataba de imaginar las razones por las cuales las bases del modelo propuesto por A. Smith (deseo y razón), no se han aplicado a la circulación de vehículos, pues extrapolando el ejemplo de la vivienda, nadie en sana lógica está dispuesto a arriesgar su vida o su coche (depende del orden de prioridades), en un accidente de tránsito. Es decir, que si aplicáramos el modelo de autoregulación del tránsito, los límites de velocidad en las carreteras no serían necesarios ni tampoco las prioridades de paso, ni muchísimo menos los semáforos –lo del sentido de las vías si lo considero necesario, pues el sistema debe canalizar su energía de forma eficiente. Sin embargo, esto no ocurre. La normativa viaria es cada vez más explícita, más evidente y estricta al intentar controlar el thymos de los conductores.

Si comparo la autoregulación aplicada a la gestión del tránsito y aplicada a la economía, creo que los economistas deberían aprender de los responsables de la seguridad viaria en el sentido de darle la importancia que se merece el thymos en nuestras decisiones cotidianas, pues es esa la principal motivación que tenemos para buscar el camino más corto y rápido entre dos puntos, la que nos empuja a salir primeros cuando cambia a verde la luz de un semáforo o pensar que tengo prelación de paso; la que nos empuja a ser los primeros en llegar al siguiente semáforo en rojo. Si los economistas se hubieran dado cuenta que no solo somos deseo y razón, sino también thymos, sus modelos se acercarían mucho más a la realidad y se alejarían de su fructífera imaginación.



PD. Platón solo se llamaba Platón??... solo nombre o solo apellido?
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