lunes, octubre 18, 2010

De Zoociedades a Sociedades, solo hay un libro de distancia

Desde hace varios meses, cada vez que escucho a políticos, medios de comunicación, "Expertos" (así en mayúsculas y entre comillas) o al taxista del día, hablando sobre lo maravillosamente maravillosa que es la sociedad Europea en relación a otras culturas, y especialmente a las que migran, me acuerdo de los monos Bandar-log en "El Libro de la Selva".


Kipling describe a estos monos como un grupo de animales que viven en un templo en ruinas que ellos consideran prueba irrefutable de su superioridad frente al resto de animales y, por eso, entre otras razones, no se relacionan con el resto de animales de la selva. Son una zoociedad tan avanzada que ni siquiera necesitan leyes ni memoria (no tienen ni lo uno ni lo otro). Ellos no se acuerdan más alla del pasado inmediato y viven en el presente simple. Ellos dicen que son superiores y por el hecho de decirlo ellos, es verdad. Mogwli, al ver la forma que tienen de comportarse, piensa que fueron mordidos por Tabaqui, el chacal, que con su mordida transmite el dewanee (la locura).

Esto es lo que le dicen los Bandar-log a Mogwli:

"-Somos grandes, somos libres, somos admirables. El más admirable pueblo que hay en toda la Selva, somos nosotros. Todos decimos esto, de donde se deduce que tiene que ser verdad -gritaban-. Pero, ésta es la primera vez que puedes escucharnos y, seguramente, tendrás ocasión de repetir nuestras palabras al pueblo de la selva para que en adelante se fije en nosotros; por tanto, diremos cuanto se refiere a nuestras valiosísimas personas. "

"Mowgli no objetó nada a esto. Los monos, varios centenares, se reunieron en la terraza para escuchar a sus propios oradores. Estos entonaban alabanzas a los Bandar-log, y cuantas veces uno de los oradores callaba durante un instante para tomar aliento, los demás gritaban al unísno: "

"-¡Muy cierto! ésa es también nuestra opinión! "
Cuando leí eso, me acordé de las opiniones, declaraciones y acciones que recorren Europa frente a la inmigración (desde Berlusconi hasta Merkel, pasando por Francia, España, Bélgica, Holanda, Suecia...) y la imagen de Tabaqui como transmisor de la rabia, no pude evitar ligarla a la econocracia* que rige el mundo.

Yo, como Mogwli, espero no perder de vista La Selva.
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* La econocacia seria una forma de gobierno basada en la economía, no sé si teóricamente está descrita, pero en la práctica, me resulta dificil encontrar mejor descripción.

PD1: Lo malo de esta entrada es que la hubiera podido escribir pensando en aquellos grupos sociales/políticos "muy civilizados y pacíficos" que llevan 50 años buscando y construyendo la paz en Colombia, y el resultado, las conclusiones y el sentimiento hubieran sido el mismo.


PD2: Cuando comencé a leer este libro no me esperaba encontrar un libro con la dureza y fortaleza de sus personajes. La versión edulcorada de Disney, no tiene mucho que ver con el libro, afortunadamente para nuestra infancia (o no).

viernes, octubre 15, 2010

Nueva etapa...

Comienza una nueva etapa en esto de intentar plasmar miradas perdidas en este espacio. Muchos cambios han pasado desde la última entrada (6 meses) y muchos más desde que la actualización dejó de ser periódica y pasó a ser esporádica. En esta nueva etapa lo único que intentaré será compartir con los habituales y no tan habituales visitantes, sensaciones recurrentes que tengo cada vez que leo un libro. Ellos serán ahora la disculpa para (re)reflexionar:

Sobre la naturaleza humana: no importa cuántas revoluciones francesas pasen en el mundo, ni cuantos mayos del 68 ocurran en nuestros países. Fuimos, somos y seremos pequeños Jean Valjeans, Werthers, Genovevas, Tom Joads, Faustos, Ferminas Dazas o sencillamente y nada más que un Pequeño Calvin (pero el de Calvin y Hobbes, no el otro).

Sobre los cambios sociales: Cambiamos para seguir siendo los mismos. Las sociedades injustas del pasado han sido reemplazadas, o mejor, han evolucionado hacia modernas sociedades educadas, pero en la mayoría de veces, igualmente egoístas e injustas. Desde la creación/aparición de la burguesía, por allá en el siglo XII, unos pocos siempre han vivido del resto y para contrarrestar eso la sociedad ha luchado por crear un sistema más justo… han muerto muchas personas, desaparecido muchas ideas pero seguimos luchando por lo mismo. Lo único que hacemos es nadar en un mar de plastilina (Gracias Caloche).

Sobre la creatividad: No desesperéis, todo está dicho, todo está sentido. Tus sueños, palabras y sensaciones, no son tuyas, tú les perteneces. Ellas son lo único perenne.


La pregunta del final de este texto sería “adonde quiero llegar con esta nueva fase”… pues, ya lo dijo Lewis Carroll en Alicia en el País de las Maravillas (por cierto, un libro que nunca pude terminar):

- Adonde quieres llegar?
- No me importa adónde…
- En ese caso, tampoco importa la dirección que tomes -le dijo el Gato
- …
- Eso es fácil de conseguir -le dijo el Gato- ¡No tienes más que seguir andando!

Así que los comentarios, las ideas sueltas y las ideas atadas, son bienvenidas.

Hasta pronto!... (espero!)

jueves, octubre 07, 2010

Yo sé que quieren que nos alegremos...

Dificilmente -y más después de tanto tiempo sin dejar un grano de arena por este espacio- podría un artículo resumir la complejidad de la situación de Colombia y la complejidad de los sentimientos que despierta la muerte de delincuentes. Hace algunas (muchas!) entradas escribí algo que pretendía hablar de lo mismo y plantear el mismo sentimiento que se describe en el siguiente artículo, sin embargo, como buen simple aficionado, no logré siquiera acercarme al fondo del sentimiento. Así que sin más... el artículo de William Ospina(*)

omchamat


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El viejo remedio
Por: William Ospina

Yo sé que quieren que nos alegremos con la muerte de Pablo Escobar. Yo sé que quieren que nos alegremos con la muerte del Mono Jojoy. Yo sé que quieren que nos alegremos con la muerte de Marulanda. Y que nos alegremos con la muerte de Desquite, de Sangrenegra, de Efraín González.
Yo no me alegro. No me alegra la muerte de nadie. Pienso que todos esos monstruos no fueron más que víctimas de una sociedad injusta hasta los tuétanos, una sociedad que fabrica monstruos a ritmo industrial, y lo digo públicamente, que la verdadera causante de todos estos monstruos es la vieja dirigencia colombiana, que ha sostenido por siglos un modelo de sociedad clasista, racista, excluyente, donde la ley “es para los de ruana”, y donde todavía hoy la cuna sigue decidiendo si alguien será sicario o presidente.

Tanto talento empresarial de ese señor Escobar, convertido en uno de los hombres más ricos del mundo, y dedicado a gastar su fortuna en vengarse de todos, en hacerles imposible la vida a los demás, en desafiar al Estado, en matar policías como en cualquier película norteamericana, en hacer volar aviones en el aire: tanta abyección no se puede explicar con una mera teoría del mal: no en cualquier parte un malvado se convierte en semejante monstruo.

Y tanto talento militar como el de ese señor Marulanda, que le dio guerra a este país durante décadas y se murió en su cama de muerte natural, o a lo sumo de desengaño, ante la imposibilidad de lograr algo con su inútil violencia, pero que se dio el lujo triste de mantener a un país en jaque medio siglo, y de obligar al Estado a gastarse en bombas y en esfuerzos lo que no se quiso gastar en darles a unos campesinos unos puentes que pedían y unas carreteras.

Yo sé que quieren hacernos creer que esos monstruos son los únicos causantes del sufrimiento de esta nación durante medio siglo, pero yo me atrevo a decir que no es así. Esos monstruos son hijos de una manera de entender a Colombia, de una manera de administrarla, de una manera de gobernarla, y millones de colombianos lo saben.

Por eso Colombia no encontró la paz con el exterminio de los bandoleros de los años cincuenta. Por eso no encontró la paz con la guerra incesante contra los guerrilleros de los años sesenta. Por eso no encontró la paz tras la desmovilización del M-19. Por eso no conseguimos la paz, como nos prometían, cuando Ledher fue capturado y extraditado, y cuando Rodríguez Gacha fue abatido en los platanales del Caribe y Pablo Escobar tiroteado en los tejados de Medellín, ni cuando murieron Santacruz y Urdinola y Fulano y Zutano y todo el cartel X y todo el cartel Y, y tampoco se hizo la paz cuando murió Carlos Castaño sobre los miles de huesos de sus víctimas, ni cuando extraditaron a Mancuso y a Don Berna y a Jorge 40, y a todos los otros.

Porque esos monstruos son como frutos que brotan y caen del árbol muy bien abonado de la injusticia colombiana. Y por eso, aunque quieren hacernos creer que serán estas y otras mil muertes las que le traerán la felicidad a Colombia, los desórdenes nacidos de una dirigencia irresponsable y apátrida, yo me atrevo a pensar que no será una eterna lluvia de las balas matando colombianos degradados, sino un poco de justicia y un poco de generosidad , lo que podrá por fin traerle paz y esperanza a esa mitad de la población hundida en la pobreza, que es el surco de donde brotan todos los guerrilleros y todos los paramilitares y todos los delincuentes que en Colombia han sido, y todos los niños sicarios que se enfrentan con otros niños en los azarosos laberintos de las lomas de Medellín, y que vagan al acecho en los arrabales de Cali y de Pereira y de Bogotá.

Claro que las Farc matan y secuestran, trafican y extorsionan, profanan y masacran día a día, y claro que el Estado tiene que combatirlas, y es normal que se den de baja a los asesinos y a los monstruos. Pero que no nos llamen al júbilo, que no nos pidan que nos alegremos sin fin por cada colombiano extraviado y pervertido que cae día tras día en la eterna cacería de los monstruos, ni que creamos que esa vieja y reiterada solución es para Colombia la solución verdadera. Porque si seguimos bajo este modelo mental, no alcanzarán los árboles que quedan para hacer los ataúdes de todos los delincuentes que todavía faltan por nacer.

Más bien, qué dolor que esta dirigencia no haya creado las condiciones para que los colombianos no tengan que despeñarse en el delito y en el crimen para sobrevivir. Qué dolor que Colombia no sea capaz de asegurarle a cada colombiano un lugar en el orden de la civilización, en la escuela, en el trabajo, en la seguridad social, en la cultura, en la sana emulación de las ceremonias sociales, en el orgullo de una tradición y de una memoria. Yo, personalmente, estoy cansado de sentir que nuestro deber principal es el odio y nuestra fiesta el exterminio.

Construyan una civilización. Denle a cada quien un mínimo de dignidad y de respeto. Hagan que cada colombiano se sienta orgulloso de ser quien es, y no esté cargado de frustración y de resentimiento. Y ya verán si Colombia es tan mala como quieren hacernos creer los que no ven en la violencia del Estado un recurso extremo y doloroso para salvar el orden social, sino el único instrumento, década tras década, y el único remedio posible para los viejos males de la nación.
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(*)Este autor tiene otro artículo que describe la realidad colombiana de forma muy interesante: ¿Donde esta la franja amarilla?
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