lunes, septiembre 26, 2011

30 libros, 30 razones (1)


1. Uno que leyó de una sentada
De la serie "30 libros, 30 razones"

Me gustaría decir que he leído varios libros de una sentada. Pero no. Es más, creo que nunca me he leído un libro de “un tirón” –claro exceptuando los dos libros de Paulo Coehlo, uno creo que era El Alquimista y el otro no me acuerdo-. Lo más cercano ha sido “La Perla” de John Steinbeck que comencé a leer una noche, para al día siguiente no soltarlo ni durante el desayuno y ni durante los 35 minutos de metro hasta el trabajo para acabarlo justo antes de tomar el ascensor de mi oficina.

Como se comprobará a lo largo de esta serie de entradas, mi recuerdo de los libros estará más relacionada con la sensación que me transmitió, que con su trama y sus personajes. Los libros los recuerdo más como flashes que como una luz de una linterna. 

En La Perla, la sensación de cómo la existencia tranquila de una familia puede verse trastornada y transformada por algo aparentemente tan deseable como la riqueza, es lo que primero viene a mi memoria. Una memoria frágil que solo me permite recordar el sufrimiento de la familia cuando encuentran la perla, y como esto se convierte en una pesada carga que hace aún más dolorosa su propia realidad. Del libro recuerdo playas, persecuciones, la sencillez de sus protagonistas –no confundir con simpleza- y la misma sensación de impotencia que produce la injusticia cuando la hemos convertido en modus vivendi. Pero también, recuerdo la certeza que la riqueza material no solo es la puerta de acceso para satisfacer tus necesidades y gustos, sino también una excelente atalaya para hacer aún más evidentes las enormes diferencias e injusticias que rodean nuestra propia existencia.  

¿Recomendar este libro?... sin duda alguna. Resumir en un libro tan corto una trama tan bien construida y presentada, resulta un placer. Casi me atrevería a decir que es un excelente punto de partida para libros como Los miserables, Las uvas de la Ira o el mismo El otoño del patriarca, donde se muestra al ser humano como única fuente de dolor y alegría.

viernes, septiembre 23, 2011

30 libros, 30 razones

Hace poco gracias a un blog que visito, encontré la mejor forma de abordar uno de esos temas que siempre he intentado compartir en este espacio pero que nunca había podido encontrar ni el tono ni la forma de tal forma que la entrada sea liviana sin perder profundidad, y profunda sin ser aburrida. Ese tema que siempre me había resultado difícil de atrapar en palabras, son los libros. O mejor, Mis Libros, aquellos que de una u otra forma han dejado una huella en mi memoria.

La forma de cómo escribir acerca de Mis Libros es bastante sencilla. Durante 30 entradas, no consecutivas, sugeriré, recomendaré, comentaré, criticaré, hablaré -no sé cuál es el verbo adecuado- 30 libros utilizando 30 preguntas diferentes.

Los visitantes de este espacio están más que invitados a comentarlos y hacer su propia lista, o si quieren, construir conjuntamente este mismo listado. O añadir un nueva pregunta.

4. Uno que le gusta a todos menos a usted.
5. Uno de viajes.
6. Uno de un nobel.
7. Uno muy divertido.
8. Uno para leer por fragmentos.
9. Uno con una excelente versión cinematográfica.
10. Uno con una pésima versión cinematográfica.
11. Uno que lo haya motivado a visitar algún lugar.
12. Una biografía.
13. El primer libro que leyó en su vida.
14. Uno que haya odiado hace años y hoy admira.
15. Uno que haya amado hace años y del que hoy reniega.
16. Uno ruso que sí haya leído.
17. Uno de este año.
18. El que más veces ha leído.
19. Uno que lo haya sorprendido por bueno.
20. Uno que lo haya sorprendido por malo.
21. Uno de cuentos (no valen antologías).
22. Uno de poemas (no valen antologías).
23. Uno que le gustaría volver a leer en su vejez.
24. Uno que no le prestaría a nadie.
25. Uno para aprender a perder.
26. Uno que asocie con la música que le gusta.
27. Un libro que le regalaron y no le gustó.
28. Uno que lo haya asustado.
29. Uno que se haya robado.
30. Uno que pueda salvar vidas.

El blog de donde tomé esta idea: http://treintalibros.blogspot.com/
El blog que me llevó a la idea: http://www.elojofisgon.com/ 

jueves, septiembre 08, 2011

¿Qué cómo me siento?... pues bien

Reserva Marasha, Amazonas
Viajar siempre es una oportunidad de ver cosas nuevas o ver las mismas cosas con nuevos ojos. Es una oportunidad para aprender que el mundo es tan grande y diverso (o tan pequeño y monótono) como nuestras ideas nos permitan concebirlo. Muchas veces tengo la sensación que lo que más me hace sentir que estoy viajando, no es precisamente aquello por lo que fui (el monumento, el cuadro, la iglesia, el árbol histórico…), sino por aquello que sin saberlo, tarde o temprano, siempre termino encontrando: las personas y sus mundos.

Acabo de regresar de un viaje de vacaciones de Colombia donde en tan solo tres semanas, pasé de la majestuosidad de la naturaleza materializada en la selva amazónica, al sentimiento gregario de los hoteles caribeños all-included, haciendo paradas en las inmensas montañas verdes de los andes. Un viaje no sé si completo, pero si muy variado.

Sobre este viaje, quiero compartir dos reflexiones que han hecho que mi mundo sean un poco más grande, o mejor, que sus fronteras sean diferentes –el tamaño, en este caso, no es tan importante.

Primera reflexión:

Uno de los días nuestro guía fue un descendiente de la tribu huitoto, que había nacido en Perú y pasó gran parte de su juventud en Leticia, donde actualmente vive su Familia, pero ahora trabaja en el lado peruano en una reserva natural impresionante (Marasha) y entre semana duerme en su comunidad (Puerto Alegría) en el lado peruano, para ir los fines de semana donde su familia a Colombia (no olvidar que en este punto de la selva, la frontera es el rio). Ante esta mezcla de fronteras, mi concepción del mundo me decía que Roberto, el nombre del guía, debería tener una ligera confusión de sentimientos frente a su nacionalidad, y no pude evitar hacer aquella pregunta que no me gusta que me hagan:

Para mayor claridad, trataré de transcribir el dialogo, que se daba en un contexto donde hablabamos de si tenía pasaporte, cédula y de donde eran...
-…si, yo nací en el Perú, duermo entre semana en Perú, mi hija va a un colegio de mi comunidad en el lado peruano, pero vive con mi familia en Colombia.

- Pero ante esa mezcla, ¿como te sientes?

Después de un ligero, pero evidente, gesto de sorpresa y después de hacer un recorrido mental por todas las partes de su cuerpo para saber si algo le dolia, responde:

- ¿Qué cómo me siento?... pues bien. 
Después de la conversación quedé con la sensación que Roberto nunca se había pregundado de que lado de la frontera se sentía. No se sentía ni de aquí ni de allí, sino todo lo contrario. Ni de aquí ni de allí, se sentía Roberto y eso era lo importante.

Segunda reflexión:

En el avión de regreso a Barcelona escucho a una madre catalanoparlante preguntarle (en català) a su hijo:
-… bueno y ahora que has estado hablando tanto tiempo en español con tus abuelos, se te ha olvidado el català?
- no.
- y entonces en que vas a hablar ahora que lleguemos a Barcelona… en català o español?
Después de una breve reflexión
- ¡En inglés!
No tengo ni idea que quería decir el niño con esa respuesta -ni me importa. No sé si el niño ya habla inglés o sus padres le hablan en inglés. Me parecen más interesantes las reflexiones que esa respuesta produjo en mí. Son reflexiones, que deben ser leidas como conclusiones definitivas y categoricas, como preguntas al aire y como pequeños descubrimientos que se hacen en la cotidaniedad.Todo al mismo tiempo, pues no son solo conclusiones, ni preguntas ni descubrimientos, son las tres cosas simultáneamente.
  • Que me importa el idioma, lo importante es la comunicación.
  • Entre más idiomas mejor.
  • Los idiomas son las fronteras y puentes del nuestros mundos.
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