El mundo occidental como lo conocemos es hijo de las ágoras
griegas, los circos romanos, revoluciones francesas y la monarquía europea.
Este mundo ha crecido durante gran parte de los últimos 500 años gracias a la
mano de obra esclavizada, recursos naturales sobreexplotados y más
recientemente, de la vulgar especulación financiera. En esos mismos 500 años
hemos pasado de guerras como Waterloo y Ayacucho, a bloqueos económicos como en
Cuba e Irak o a bombardeos selectivos como en Afganistán o Palestina. Hoy mueren
muchas menos personas en las guerras, pero quedan muchos más heridos con
problemas para toda la vida.
Sin embargo, si, sin embargo, el mundo es hoy en día más
cercano, incluso más humano. El dolor de una tragedia natural o humana en una
parte del mundo, despierta simpatías –y algunas empatías- en las antípodas.
Incluso somos tan humanos, que “humanizamos la guerra” y lentamente crece un
consenso internacional que hay unos derechos inalienables que cualquier persona
tiene desde el momento de nacer. Si, hoy somos más conscientes de nuestra
humanidad, de sus riesgos y de sus posibilidades. Somos un poco más conscientes
que somos un eslabón de una cadena que trasciende el tiempo y el espacio.
Pero seguimos sin saber cómo a pesar de los informes PRISA, el aumento
en la renta media, la difusión de herramientas para garantizar la libertad de
expresión (twitter, blogs…) a pesar de todo eso, los “lobos solitarios” que
buscan matar por defender a sus dioses (llamense banderas, ideologías o dioses etéreos) siguen y seguirán apareciendo.
Seguimos sin saber cómo saber reírnos de las creencias del otro sin caer en la burla
o el insulto. Seguimos sin saber si se rien conmigo o de mi. Seguimos sin saber –al igual que hace un siglo- cómo hacer para distribuir
el exceso de comida que producimos y evitar que la gente se muera,
literalmente, de hambre.
Si. Somos más humanos. Pero lo que la Humanidad que nos
debería unir se difumina con una creciente claridad en el medio de buenas
intenciones y oscuros intereses. Humanos, demasiado humanos.