Hace dos días Álvaro Uribe, presidente de Colombia, sugirió, como medida para controlar la ola de violencia que (otra vez) vuelve a afectar a Medellín, “vincular a través de la fuerza pública mil jóvenes estudiantes de Medellín. ¿Requisito?, que sean estudiantes, como informantes de la fuerza pública para desterrar el homicidio”. Estas personas, mayores de edad, recibirán al mes 100.000 pesos, “a título de bonificación”. (Revista Semana)Al respecto he oído todo tipo de comparaciones que van desde las juventudes hitlerianas hasta las Convivir (grupos de civiles armados que fortalecieron el proceso de conformación paramilitar en Colombia y que fueron concebidas durante el mandato de Álvaro Uribe en Antioquia). Comparaciones relacionadas tanto con la forma de la iniciativa como con su fondo, pero especialmente con las consecuencias que podía traer: desde ser una medida efectiva para disminuir la violencia, hasta ser una bomba de tiempo.
Casualmente a comienzos de esta semana leí un relato sobre como actuaban las redes de informantes durante la dictadura que padeció Rumania (1965-1989) bajo Nicolae Ceauşescu. Este texto, a mi parecer, demuestra la efectividad que tienen estas redes para disminuir la violencia -y, al mismo tiempo, otras cosas tan importantes como las mismas vidas que se buscan salvar.
"“Uno sabía que ese compañero que preguntaba ‘Qué dijeron ayer en RadioFree Europe’ o ‘quién te ha visitado por estos días’ era un informante de la Securitate. Cuando todos nos acabamos de convencer de que cualquier persona con la que hablábamos era un agente, los comunistas necesitaron recurrir menos a la violencia”, dice Anastasescu mientras acaba de extender su colección de periódicos."
Cuando Ceauşescu pierde el poder, el protagonista de la historia reúne a sus hijos para decirles algo muy importante:
"Los hermanitos se quedaron esperando que les dijeran que podían irse. Finalmente, era uno más de esos anuncios solemnes que hacía su padre. El señor Anastasescu se quedó callado un momento antes de darles una explicación: “No habíamos podido contárselos antes. Si ustedes lo repetían en la escuela, íbamos a tener problemas”. Ana se adelantó para hablarle al oído. Le dijo: “Habrías podido decírmelo en secreto”."
Textos extraídos de El Malpensante.
*Por cierto, y cometiendo el error de autocitarme, una entrada publicada en este mismo espacio hace un año y medio, describía un escenario ficticio inspirado en el libro de Animal Farm, de George Orwell. La entrada de hoy, me da la impresión que sencillamente ese escenario es mucho más real de lo que quiero reconocer.
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Hasta una próxima... que espero sea pronto!
4 comentarios:
En mi opinión lo grave de la propuesta no está realmente en convertirse o no en informante, creo que si uno lo mira como colaboración con la justicia es incluso una responsabilidad, pero si un estudiante, por asumir esa responsabilidad, recibe dinero a cambio, los riesgos que se corren vienen por todos los lados: que informen "falsos positivos" para poder cobrar, que se pierda el valor intrínseco de la responsabilidad y se convierta en una mercancía, que se ponga en peligro la vida y la integridad de los estudiantes y las instituciones de formación como foco de "sapos", y el que me parece más grave, que quede en manos de la ciudadanía la función de seguridad que debe ser exclusiva del estado. Eso exactamente fueron las Convivir, con consecuencias nefastas para la ciudad. Esta figura no sólo es que haya sido implementada durante la gobernación de Uribe, es que la idea misma fue el planteamiento de su tesis de grado en la Universidad.
Mónica...
No sabía que esa era la tesis de grado de este señor. Interesante poder leerla.
A raiz de tu comentario pensaba que si no sería más efectivo para controlar la violencia, pagarle los mismos 100.000 pesitos a los mismos posibles informantes, pero no para asumir la responsabilidad que le corresponde al estado, sino para hacer algo que también le corresponde al estado: garantizar el estudio de todas las personas. Es decir, que pasaría si en lugar de pagar por informar, pagaran por estudiar???... uichhhh... no!... como se le ocurre!
gracias y hasta una próxima!
omchamat
Tu idea no es tan descabellada como parece. Por lo menos eso pensó Lucho Garzón durante su alcaldía. Primero, las secretarías de bienestar social o de solidaridad o como se llame y la de educación se dieron cuenta de que un porcentaje grueso de los niños que estaban limpiando vidrios de carros en los semáforos de Bogotá había desertado hacía poco de la escuela, pero no se encontraban trabajando para contribuir a la economía familiar, o por lo menos no en lo básico, sino para comprarse cosas que querían, como ropa de moda o juguetes. Así que la Alcaldía propuso pagarles por ir a estudiar para que no se salieran a trabajar en la calle. Por supuesto, creo que el Concejo no aprobó tal propuesta porque, siendo sensatos, no hay presupuesto público que alcance (bueno, en la social-democracia creo que es así, pero nos falta mucho). Imaginate vos que un niño se da cuenta de que a su compañerito le están pagando para que vaya a estudiar mientras él lo está haciendo gratis; no hace falta mucha malicia indígena para concluir que es más rentable dejar la escuela para que le paguen por regresar.
Pero bueno, descabelladas y todo, esas ideas son viables en gobiernos que valoren la educación y la cultura, pero este no es el caso. Esta propuesta del presidente no es más que una extensión de la misma tesis, que las funciones del estado deben, según él, delegarse en alguna medida en la ciudadanía. Sí, habría que conocer a fondo ese trabajo de grado para saber si consideró los riesgos y las consecuencias (aunque si lo hizo, parece que no fue muy acertado en sus conclusiones :)
Mónica...
No sabía lo de Garzón... yo cuando lo escribí me imaginé más como un premio a los que se esfuerzan académicamente, que un programa generalizado, pues sinceramente me cuesta creer en los beneficios de todo gratis para todos... y definitivamente hay que buscar la tesis de grado de Uribe...
un abrazo
omchamat
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