lunes, febrero 26, 2007

En defensa del consumismo

Hermoso mundo nos toca vivir...
La Gesta del Marrano. Pag. 330. Ed. Planeta, 2003, Buenos Aires.

En un país que depende de su consumo,comprar no es una necesidad, es un acto de patriotismo!

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En estos momentos estoy leyendo La Gesta del Marrano, un libro que cuenta el recorrido físico y espiritual de un médico argentino "contaminado" con sangre judía y que a lo largo del libro lentamente va descubriendo su verdadera religión. Este libro ocurre durante la época más fuerte de la inquisición en Suramérica, época en la cual los virreyes no solo eran la representación del Rey de España en tierra de "naturales", sino que también tenían la oportunidad de garantizar su futuro económico una vez regresaran a la península. Mientras se narran las desventuras del protagonista, también se describen las costumbres religiosas de la época y sobretodo el papel salvaje que jugó la inquisición en el proceso de "civilización" de estos países. Quizás el único punto débil que le encuentro es que parece una defensa de todo lo que sea judío y una crítica frontal a la intolerancia de la iglesia católica. Mi intención con esta entrada no es defender ni atacar ninguna de las dos religiones, sencillamente comentar las reflexiones que me surgen de la comparación hecha por el autor.

La iglesia católica y su inquisición tuvo un papel que con la distancia que dan los siglos, se cataloga de como mínimo de salvaje, y se lo autoasignó por gracia divina y dolor humano. Siendo conocedor de esto no puedo otra cosa que reconocer su hipocresía pasada y su historia reciente y aceptar que no puedo creer en una religión con este lastre. Ahora bien, tengo la necesidad de creer, ¿entre las principales religiones del mundo, que opciones tengo?. El judaísmo, desde mi conocimiento de una persona interesada, pero no experta, en la cuestión religiosa, tampoco me interesa. Su ambiguo y peligroso papel que está jugando en el oriente medio y su influencia en algunas de las decisiones más importantes que se toman en el mundo, por intermedio de los Estados Unidos, creo que no tiene nada que envidiarle a la religión católica en cuanto a como ha ejercido su influencia. La otra alternativa, el islam me parece que una religión que ve como un paso hacía la salvación el inmolarse en un atentado, está en la misma linea de los sacerdotes católicos que se torturaban cada vez que su obispo se enfermaba (si el superior está enfermo es por causa de los pecados de sus súbditos), así que también la descarto*.

Para llenar este vacío espiritual la sociedad moderna me ha construido (o debería decir, "hemos construido") una religión con todos los beneficios prometidos por las otras, pero donde no hay que esperar a la muerte para gozar de sus privilegios, que no me exige exclusividad con otros credos, que no le importa mis gustos sexuales, que para entrar a sus templos no tengo que purificarme, ni tiene fiestas de obligatorio ayuno y le importa muy poco mi vida privada (bueno, le interesa tan solo para saber los productos que uso). Tiene un nombre sencillo y contundente: Consumismo. Sus similitudes con las religiones "antiguas" son increíbles. Durante sus fiestas de guardar (rebajas de temporada) la gente sale por la televisión exultante de haber comprado aquello que no necesitaba al precio que no esperaba (con esas compras habían sido perdonadas de sus pecados). Sus templos siempre rebosantes de una infinitud de productos están siempre listos para satisfacer nuestras tentaciones, parecen el paraíso en la tierra y hecho por medio de franquicias**. El único pecado que existe, como me lo decía hace poco una persona conocedora de la cultura estadounidense, paradigma de esta religión, es ser pobre. Para limpiar este pecado de tu alma (cuenta bancaria) tendrás que hacer muchos esfuerzos y quizás podrás disfrutar del paraíso en esta vida, que es la única que se promete. Esta religión te redime por correo en cada extracto bancario o te condena en cada embargo. Todo por servicio a domicilio o incluso por internet, al gusto del consumidor. Que más se le puede pedir?... . A tal punto llega, que tiene un organismo central desde donde se definen sus doctrinas, comúnmente llamadas políticas económicas, para aquellos países herejes que no conocen la gracia de esta religión.

Con las anteriores ventajas, como no voy a ser un nuevo creyente?... como desaprovechar la oportunidad de tocar el cielo en la tierra en el centro comercial de la esquina mientras pago con mi tarjeta de crédito?.

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*No son estas las únicas razones para no creer en una u otra religión, utilizo las más actuales y no las relacionadas con su práctica. Hacerlo, requeriría cada una de ellas un blog entero y tan solo hablo de las que conozco "menos mal".
** En Estados Unidos cada persona tiene a su alcance, en promedio, un millón de productos diferentes. La tentación de la inocencia. Pascal Bruckner. Ed. Anagrama. Barcelona, 2005.

1 comentario:

calorama cavila dijo...

muy audaz y entretenida comparación!

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