martes, febrero 20, 2007

Como comportarnos en público

Pensamos que los pueblos pertenecieron desde siempre a su territorio, y olvidamos que la historia estuvo llena de tribus humanas en continuo movimiento.
La herida en la piel de la diosa – William Ospina

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Cuando yo estaba cursando cuarto o quinto de primaria teníamos una clase que se llamaba "Urbanidad" en la cual se nos enseñaban al lado de matemáticas, geografía o historia las normas mínimas para saber como comportarnos en público. Si, por increíble que suene teníamos una clase para decirnos: “introducir un dedo en la nariz en público (nada decía de lo privado) es de mala educación”, “cuando una persona de edad suba al bus y usted se encuentra sentado, debe ceder el puesto”, o, “se demuestra una muy mala educación cuando llegamos a una casa que no es nuestra y criticamos la decoración o las maneras de comportarse de sus propietarios”.

Hace poco tuve que acordarme de esas clases que recibía en el colegio, y especialmente de la última recomendación. He buscado en internet el libro "La Urbanidad de Carreño" que era la guía para esa clase, pues estoy interesado en saber que dice sobre cuando deja uno de ser visitante, y se convierte en habitante de la casa. Me explico. En una cena a la cual asistimos personas de Latinoamérica y Europa, me encontré en una situación en la cual me sentí como si hubiera olvidado esa premisa aprendida desde la primaria: si soy visitante no puedo comentarios negativos sobre las costumbres de quien me acoge. El hecho desencadenante de esta reflexión fue un comentario que hice sobre la cantidad de personas que fuman en España*, pues desde mi punto de vista es un número muy elevado y que dependiendo del sitio, me resulta incomodo y prefiero no entrar. Esta sensación es compartida por el 18% de españoles que dicen sentirse "molestos muy a menudo" con el humo de los cigarrillos. Mi comentario generó una lluvia de comentarios dentro del más estricto cumplimiento de las normas de Carreño, es decir con mucho respecto, y que giraban en torno a dos elementos principales: (i) al no ser de aquí debía aceptar, respetar y entender sus costumbres, (ii) y que mi derecho cuestionarlas no era igual al que puede tener un "nativo" -esto último más que un tema, era una sensación, o quizas una paranoia personal. Es decir, el tema de lo molesto que resulta para mi entrar a un sitio a cenar y salir oliendo a cigarrillo, era secundario. El centro de la discusión era mi posición crítica sobre eso que aquí se ve tan habitual.

No puedo negar que al finalizar la cena, que por cierto, era un restaurante lleno de humo de cigarrillo, me sentí como un grosero que no sabe respetar a quien le acoge y un desagradecido con todo lo que me ha dado este continente, y de la mejor manera que pude, maticé mi comentario. Sin embargo, después de hacer una larga reflexión sobre la validez de los comentarios que escuché, no puedo hacer otra cosa que, ahora sí, criticar la distinción que se hace entre visitante y habitante. De nuevo, me vuelvo a explicar. Una persona que lleva más de una sexta parte de su vida en un país, paga los impuestos, trabaja, lee y habla la lengua de la sociedad que lo acoge y conoce su cultura e historia, se le puede decir que está de paso, que es un visitante? Yo no creo. Considero que se le debe -no "se le puede"- considerar como un habitante con lo positivo y negativo que eso representa, con el deber de pagar impuestos, pero con el derecho de disfrutarlos, con el deber de aceptar las costumbres de quien lo acoge, pero con el derecho de opinar sobre esas mismas costumbres.

En los edificios privados y en algunos públicos, en la entrada los encargados de seguridad se encargan de entregar un autoadhesivo a las personas que no trabajan en el edificio que dice "visitante". Dependiendo del color del autoadhesivo tienes derecho a estar en una u otra planta. La preocupación que está detrás de estas reflexiones es el temor a que por mucho que me integre o me mimetice en esta sociedad, estos esfuerzos no sean suficientes para tener el derecho a cambiar el autoadhesivo por uno que diga “habitante”, o mejor… quitarme cualquier etiqueta que se me ponga desde el exterior, y tan solo ponerme aquellas que yo escojo y decido (pero en esto último no me hago ninguna ilusión, ni aquí ni en ningún lugar).


Una mirada perdida al respecto de todo esto:

En Estados Unidos el exalcalde de Nueva York es nieto de inmigrantes italianos, y un senador es hijo de una pareja conformada por un keniano y una estadounidense (seguramente hija de inmigrantes). Los dos son pre-candidatos a la presidencia. Algún día pasará lo mismo acá en Europa?... un hijo de turcos candidato a la presidencia de Alemania, un marroquí candidato a la alcaldía de Madrid... o lo máximo, un candidato negro, chino o latinoamericano a la alcaldía de Paris, Londres, Roma… como digo al comienzo… son tan solo miradas perdidas.



*Según estadísticas oficiales España es en conjunto con Italia y Japón, los países que a nivel mundial donde más cigarrillos se fuman por habitante.

8 comentarios:

Diego dijo...

Oscarin !,

Pos mano, por mas integrados que estemos (o que quieras estar), la diferencia entre ser o no ser de un lugar es abismal. El ejemplo que pones de USA te lo deja aun mas claro : seran los hijos y los nietos de quienes no somos de aqui los que si seran de aqui y se integraran completamente, por precisamente eso, porque si seran de aqui.

Pero no digo que ellos si podran porque si se lo permitiran... digo que si podran porque naceran y viviran con y para su cultura e identidad (claro, enrriquecidos con muchos matices de sus padres), pero al final se formaran en su propio universo.

No podemos ser de aqui Osquitar, podemos integrarnos, aprender de lo bueno y lo malo, aprovechar sus recursos, aportar los nuestros, descubrir aqui y traer de alla universos desconocidos para unos y otros... Pero el % de tiempo que pasas en un lugar no te hace de alli, te hara quererlo mas, identificarte mas, respetarlo mas... pero nunca transfomara nuestas horas de yo-yo, coca , trompo, pikis, pinchis, golosa y rin-rin corre-corre que fueron los que al final formaron la colombo-personalidad que hoy tenemos.

Repito, no digo que no podamos ser de aqui porque no nos dejen.. no somos de aqui porque simplemente no lo somos.

I Love U Catalunya, I really do.

Paz y Amor

Diego Facundo

Unknown dijo...

Señor Facundo.

Mi inquietud está enfocada más al "derecho a criticar". Yo no pretendo "ser de aquí", difícilmente sé de donde soy para ahora ponerme a cambiar de origen.

Mi inquietud y razón de ser de esta entrada es la frustración que me genera saber que podré vivir 30 años aquí o en cualquier otro lugar, pero a pesar de ese tiempo, no creo que algún día tenga el "derecho a criticar".
Es paradójico, si vives en un sitio distinto al tuyo te conviertes en un sin-voz puesto que no puedes criticar donde vives, ni de donde vienes (ya no vives allí) y en esa situación... tendremos que callarnos lo que nos afecta/importa en la distancia (donde nacimos), o en la cercanía (donde vivimos).

En fin...

gracias señor Facundo... por sus comentarios

omchamat

calorama cavila dijo...

Es curioso cómo cambia el mundo cuando andamos por él. De aquí, de allá, ciudadano del mundo, de la casa de al lado. Cuando hay cosas de una casa con las que no estoy de acuerdo y me producen algún malestar, suelo franquearlas con cierta soltura hasta volver a salir por la puerta. Cuando las circunstancias me obligan a quedarme empiezo a cambiar, a hacerme otra cosa de la casa, empiezo a tratar de influir y por supuesto empiezo a ser influenciado; hago parte de conflictos, de alianzas, de ganar, de perder, de explotar, de ceder y de querer persuadir. A veces intento nuevas huidas, o viajecitos de ida y vuelta, lo que aparentemente contribuye a darle vuelta al coco. Creo ante todo que la pulsión de la vida hace y hará que actuemos con la fuerza que llevamos intrínseca y, aunque en medio de periódicas flaquezas, siempre tratemos de cambiar el mundo. Ojalá que como con la avidez del agua por seguir su camino podamos fluir rodeando, atravesando y abrazando las rocas, para conseguir marcar un camino que en todo caso estaba marcado.

Unknown dijo...

Creo que una cosa es la costumbre, y otra cosa la identidad. Me refiero a que fumar en lugares públicos no esta ligado al hecho de ser o no de un país. Una persona fuma sea o no de España, de Colombia o de cualquier lado. Simplemente se trata de convivencia y de, bien lo dijo, "normas de urbanidad". Si estuviera ligado a la identidad española, posiblemente sería discutible el derecho de criticar, pero creo que el mismo respeto y derecho a que la comida no sepa a cigarrillo es exigible en cualquier parte.

Abrazo!

JMC

A.Quintana dijo...

Estoy de acuerdo con lo que planteas. Es más, desde el principio somos mas habitantes que visitantes. Si consideramos cada vez más como ideal el ser ciudadanos del mundo, si además tenemos en cuenta que el mundo, nos guste o no, es mestizo tanto en Nueva York que citas como aquí en España como seguramente en tu país de origen.

Y, sobre todo, si hacemos una lectura económica, que es la que parece triunfar en nuestro mundo, mucho mas. Datos aparecidos ayer 26 febrero en el diario LA PROVINCIA de Las Palmas de Gran Canaria, citan textualmente que: "Los inmigrantes que viven en Canarias aportaron unos 1.400 millones de euros a las arcas públicas en 2005, sobre todo a través de las cotizacines sociales, mientras que supusieron un gasto de 1.117 millones, lo que significa que generaron un superávit en las Islas de unos 300 millones".

Desde esta ciudad, saludos A. Quintana
http://bajomilenguaje.blogspot.com

Enigma dijo...

Hola, te informamos que TU BLOG HA SIDO ACEPTADO en Blogueratura
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Cualquier problema con tu cuenta escribe a esta dirección.
No olvides poner un botón de blogueratura en tu blog para que tus lectores conozcan el proyecto.
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También hay una sección que es el blog quincenal donde reseñas un blog que creas que es bueno. Esa reseña sí será revisada por los coordinadores del proyecto y será o no publicada de acuerdo a sus criterios.
Gracias por seguir publicando la palabra.

F. Xavier Agulló dijo...

Ciertamente a veces los nativos nos cuesta aceptar ciertas críticas a nuestra forma de vivir. Pero hay cosas que realmente forman parte de ésta de forma latente, y otras que son puntuales o fugaces, y como vinieron se irán, como el fumar mucho. Ciertamente cuando estuve en Honduras, por ejemplo, me extrañó que poca gente fumara, y aunque no estaba prohibido en ninguna parte (incluso había ceniceros por doquier), la propia gente se autorregulaba: para fumar a un lado o rincón... Quizás si en España se hubiera hecho desde siempre esto, no habría problemas de convivencia por culpa del tabaco.

En cualquier caso, seguramente son los hechos identitarios los que sea más necesario aceptar. Personalmente adoro encontrar diferencias en todas las partes del mundo que visito, e incluirlas en mi forma de hacer mientras esté allí. Pero ello no quita que todo el mundo tenga el derecho a opinar sobre cualquier cosa, y a ser escuchado.

Anónimo dijo...

me parece que lo que dijo el tal diegoaaaaaaaaaaa
no va con el caso please multiplicate por un cero yeah

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