viernes, diciembre 15, 2006

¿Cambios o hipocresías?

Como decía en la entrada anterior, los cambios más importantes de la vida operan a un nivel que, creo yo, se podría catalogar como subconsciente. Ocurren sin darnos cuenta y en la mayoría de ocasiones su principal desencadenante es poderosa máquina de la rutina y de lo cotidiano. Muchas veces no queremos esos cambios en nuestras vidas, pero tenemos que reconocerlo, somos objetos maleables que nos influye más el peso de lo que nos rodea, que lo que queremos ser o lo que pensamos que somos. Dos ejemplos:

Primer cambio:
Hace un par de meses en la televisión autonómica de Catalunya hicieron un reportaje sobre la vida de Samuel Eto'o el jugador del Barça que el año pasado fue una de las estrellas del equipo en la conquista de los títulos. En este reportaje mostraban como el jugador es un ídolo en Camerún a tal punto que en las visitas que hace a su tierra natal, le dan una silla especial desde donde ve más cómodamente los homenajes que le hacen y desde donde también, en algunas ocasiones, reparte dinero a los que participan en los actos. Por más llamativa que me parezca esta actitud (la de repartir dinero), en esta entrada no pretendo hablar sobre estas acciones. Lo que realmente me interesa es una reflexión hecha por el mismo jugador sobre como le han cambiado las cosas en los últimos años.
Mientras aparecían unas imágenes de niños jugando fútbol descalzos o con algo que en algún momento fueron zapatos, Eto'o, con la voz en off, recordaba las épocas de bonanza durante su niñez que le permitía el lujo de comprar guayos usados y rotos para seguir jugando. La reflexión que me pareció interesante y sorprendente, fue en este sentido. Eto'o decía que los tiempos cambian mucho. En su infancia tenía que remendar una y otra vez sus "zapatos de la suerte" y cuando no aguantaban una reparación más, jugaba descalzo. Ahora, que según la FIFA es uno de los cinco mejores jugadores del mundo, dice Eto'o, me puedo dar el lujo de botar a la basura los guayos con los cuales no pude marcar un gol que estaba cantado, marcar un penalti o los que usaba el día que perdieron un partido importante. Como cambian los tiempos.

Segundo cambio:
Aeropuerto Schoenefeld de Berlín. Un amigo francés, de izquierdas, convencido de la igualdad de las personas sin importar su religión, color de piel o nacionalidad, espera la llamada para abordar su avión con destino a Barcelona. Un grupo de musulmanes está sentado al lado suyo. En un momento dado, se ponen de pie, extienden un trozo de tela ricamente decorada en el suelo y se ponen a rezar con dirección a la Meca. Me dijo que se alegró de ver la diversidad cultural que se puede encontrar en Berlín. Sin embargo esta alegría tan solo le duro hasta cuando comenzaban a hacer la fila para embarcar el avión. La alegría por la diversidad cultural se le agotó en tres fases. La primera cuando piensa que como son musulmanes, rezan con dirección a la Meca y se suben a un avión en París (fue por la época de la paranoia creada en Londres por los explosivos líquidos supuestamente encontrados en aviones), ergo, son terroristas. La segunda fase comienza al darse cuenta que él también tiene esos prejuicios que tanto critica en los que para él, son derechistas o su vertiente más odiada: fascistas. Es decir, en su momento, se sintió identificado con las ideologías que tanto cuestiona. La tercera fase del final de su emoción y el comienzo de su desasosiego, le dura todo el vuelo hasta Barcelona, mientras trata de encontrar las razones por la cual esos prejuicios a los que tanto teme, finalmente también hacen parte de su forma de ver el mundo: El también juzga a los demás por su apariencia. Al final, concluye, todos somos iguales, pero unos son más iguales que otros.

En el cambio de Eto'o, lo que cambio fue la escala de valor de las cosas, en el caso de mi amigo, su cambio se produjo en sus prejuicios y en su visión del mundo. En ambos casos estos cambios se dieron de manera inconsciente, sin ser deseados. Al final de esta reflexión, me pregunto si en realidad somos aquello que hemos creído ser. Quizás no... sencillamente somos un álbum para coleccionar las imágenes que vemos y nos gustan para luego comprarlas o alquilarlas; imágenes que representan lo que queremos y creemos ser... y en algunos casos, los peores, compramos imágenes de aquello que creímos ser en algún momento del pasado.

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