viernes, agosto 24, 2007

¿Ver o sentir?

En sus caras se lee cierta estupefacción alelada (fenómeno de la boca abierta, típico de los norteamericanos). Es obvio que se encuentran delante de objetos visuales fuera de lo corriente, complejos, que les resulta difícil descifrar.
Michel Houellebecq, El mundo como supermercado. Pag. 54. Ed. Anagrama, Barcelona, 2005.
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Barcelona, para mala fortuna de los que la habitamos, se ha convertido en una ciudad eminentemente turística. Los vuelos baratos que vienen de países con mayor renta adquisitiva, vomitan diariamente su cargamento de hormonas con piernas y una cerveza en las manos -adolescentes que vienen a pasar su semana loca. El "turismo de borrachera" como se le ha denominado a este fenómeno, se ha ido instaurando cada vez más en la ciudad y se buscan maneras de cambiar esta tendencia, pero soy pesimista en que esto se pueda hacer. Por la abundancia de ese tipo de turistas, la persona que viene sencillamente a ver, y en algunas ocasiones a aprender, de la oferta cultural de la ciudad (Gaudí, Picasso, Mirò, el increíble Cerdà...) es fácilmente identificable. Se le reconoce por su paso un poco más pausado, a fin de cuentas la fachada de la Pedrera o la casa Batlló no se cierra mientras que los bares si. También se le puede identificar por su mirada un poco perdida buscando indicaciones sobre como ver y entender lo que tiene al frente y sobre todo, por su cámara digital y su dedo listo para no perder la imagen (ojo, digo imagen y no momento). En conclusión, esta mezcla entre sobrios y borrachos, entre hormonas exacerbadas y experiencia acumulada, entre el libertinaje y la tranquilidad, es un excelente observatorio de la fauna humana. Si bien es cierto que en lo que se refiere al comportamiento humano es imposible generalizar, si que se pueden observar ciertas tendencias en lo que se refiere a la forma en que nos estamos relacionando con lo que nos rodea, y los turistas pueden ser un buen caso de estudio para reconocer esas relaciones.

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Cuando una persona deja por unos cuantos días los formalismos y encasillamientos que le impone su rutina diaria y se deja de llamar "trabajador" para llamarse "turista", se siente casi obligado a sentirse libre: a vestirse como quiera, a dormir como quiera, a fotografiar sin vergüenza lo que ve cada día pero que nunca se había fijado... todos hemos sentido esa libertad que dan las vacaciones. Creo, sin embargo, que esa libertad nos ha llevado a vulgarizar, ni siquiera banalizar, lo que nos rodea, pero lo que realmente me preocupa es que esa vulgarización sea un reflejo de lo que somos en realidad. Como cuando un niño pequeño sabe que no lo ven y hace lo que siente, así nos comportamos cuando nos enfundamos el traje de turistas. El niño (por no decir adulto) cuando se siente libre muestra lo que verdaderamente tiene en su interior.

En este periodo vacacional he visto que en los sitios más turísticos todos parecen desesperados por tomar una foto de cada detalle, de cada cosa-bonita, se siente una angustia colectiva de pensar que el paisaje se pueda acabar y no se pueda hacer la foto correspondiente. En esas ocasiones siento que si en el día del fin del mundo se permitiera tomar fotos, todos nos pelearíamos por la mejor posición para tomar la mejor foto. No importa que nadie las vaya a ver, lo importante es la foto, no el momento. Quizás, y me avergüenza decirlo, hemos delegado nuestra infinita capacidad de guardar recuerdos a la cada vez más grande capacidad de almacenar fotos que tienen las cámaras de hoy en día, y lo que es peor, es posible que hayamos perdido la capacidad de sentir el paisaje por tener la posibilidad de verlos. Hemos anulado los cinco sentidos para quedarnos tan solo con el de la vista y muchas veces ni nos preocupamos de observarlo con calma. Creemos que tenemos tanto que ver que pasamos por alto los detalles y nos olvidamos sentir, sencillamente sentir lo que tenemos frente a nosotros. Sentir el silencio o el sonido de lo que nos rodea lo hemos dejado a un lado por concentrarnos en tomar "La Foto". Muchas veces frente a un paisaje, urbano o natural, ya no escucho: "que bonito paisaje", "que bonita fachada", "que formas tiene el árbol", escucho "que buena foto". Que tristeza. Seguramente los guías de estos grupos ya no dicen "parada para disfrutar del paisaje" sino "parada para tomar fotos".

Cuando los turistas de los países desarrollados van a África se sorprenden de ver que allí las personas pueden pasar horas y horas mirando al infinito sin hacer nada. No pueden (podemos) entender que la gente sencillamente observe, calle y se quede quieta. Se califica la virtud de la contemplación y la espera, como un defecto, como algo que hay que evitar a toda costa. En cambio, el desarrollo ha permitido "corregir" ese error transformándolo en la perversión de reducir la complejidad del mundo y su belleza a una experiencia únicamente visual. ¿Acaso es posible que una foto abarque la complejidad de sentimientos que tiene un iceberg en una playa de arena negra, entender la obra de Cerdà o la compleja belleza de Gaudí?... yo sinceramente lo dudo. El sentir la nada, escuchar el silencio, oler el vacío, ver el infinito y saborear la soledad, lo hemos sacrificado por buscar la mejor foto. Es cierto que una imagen vale más que mil palabras, pero nunca valdrá lo mismo que una mínima mezcla de sensaciones.

Creo, sin embargo, que todo lo anterior es sencillamente un reflejo de lo que somos en nuestra vida "extra-turística", pues tenemos tanto miedo a sentir cosas nuevas, que la imagen nos protege; el concentrarnos en la imagen evita ver la pobreza de la casa o sentir la riqueza que tiene una sonrisa sincera. Sacrificamos toda sensación por la aséptica imagen. Antes la imagen inmortalizaba un momento, ahora sencillamente nos protege de despertar nuestros sentidos.

¿Al final todo esto no es quizás lo que hacemos en nuestra cotidianeidad? Vemos la vida a través de un objetivo y nos olvidamos que al otro lado es donde está la vida, donde debemos estar. Tomamos fotos para evitar acordarnos que quizás ya no sabemos utilizar los otros sentidos, y lo único que nos queda es juzgar al mundo, y sus personas, por su imagen, una imagen que jamás podrá resumir la riqueza de sensaciones del contacto físico.

***

Espero, sinceramente, es más, deseo que esta entrada sea del todo falsa, espero equivocarme en todo y descubrir que no nos hemos olvidado de sentir. Sin embargo, no puedo evitar sentirme pesimista.

6 comentarios:

AlejandroAngel dijo...

Omar que te puedo decir...

toda la razón en lo que comentas, hace un tiempo vengo observando como hoy día el turismo se ha tomado las ciudades y lo que antes era un placer lo ha vuelto una orgía consumista de imágenes con las cuales poder decir -alardear- "yo estuve ahí" sin llegar siquiera a disfrutar o entender frente a que están posando.

muchas veces se encuentra uno que es poca la gente que queda quqe va de viaje con un verdadero afan de conocer y enriquecerse con otra cultura y por el contrario van en una lucha desesperada por hacer el recorrido "obligatorio" lo más rápido posible -mejor si es en un autobús turístico- para así poder decir que conocieron X ciudad y poder irse de fiesta la cual es muchas veces su motivación principal.

e mi parte , puedo decir que he aprendido a viajar solo o con mi pareja pues cada viaje con amigos terminaba en peleas pues mientras yo quería disfrutar calladamente de los placeres del conocer lo desconocido ellos querían hacer lo descrito arriba.

y no entro a discutir lo de el comportamiento en general del hombre como turista pues es algo que no tiene ninguna opción de rebatirse...totalmente cierto.

en fin, buena reflexión.

Pd. gracias por el link, ya puse uno tuyo en mi blog también.

saludos

Ana Caína dijo...

Hola.

Creo que ha puesto el dedo en la llaga con este post.

----SPOILER: PEDANTERÍA------
Me ha encantado que cite a Houellebecq. Es un tipo que, al margen de controversias y demás chorraditas, siempre tiene una razón para contar lo que cuenta.

La cuestión es "la imagen". Estamos tan lobotomizados por determinados automatismos de nuestra sociedad de mundo desarrollado (cómico adjetivo) que todo lo que no sea cómodo, rápido y eficaz está empezando a ser desdeñado por nuestras mentes de una manera un tanto alarmante. La imagen, por su poder de comunicación, se ha impuesto sobre el contenido. Lo aparente sobre lo profundo. Lo rápido, fácil y masticado, sobre lo que exige cierto análisis y detenimiento.

Me encanta que haya hablado de otras culturas, culturas que, desde el altivo punto de vista de esta parte del mundo -la que consume y consume y consume - están "atrasadas" y, al margen de sus recursos naturales (que tan bien sabemos explotar nosotros), "subdesarrolladas". A menudo se da por supuesto que determinados gentilicios enclavados en el llamado Tercer Mundo son tercermundistas en su manera de percibir la realidad o analizar el mundo. Me ha alegrado mucho ver que, lejos de esa cómoda y cegata postura, se da cuenta de que en cierto modo estamos perdiendo una parte "espiritual" de nosotros mismos en beneficio de otra "comercial".

Y sin enrollarme más, y dejando la pedantería
---------FIN DEL SPOILER PEDANTE---

ha sido un placer, como siempre, volver a leerle.

Ana María Arango dijo...

Mil gracias por tu comentario!!
Tu sabes que yo también soy una fiel admiradora de tu blog.

Para contrubuir un poquito con el tema de los "guiris" (palabra que adoro), te confesaré que ahora que ando trabajando con niños en un casal de verano me encanta ver cómo los fastidian. Sé que debería regañar a los niños por mojarlos o echarles arena, o por ir gritando en todos los vagones o en los barcos, por cruzarse mientras toman una foto, etc. Pero no puedo. En el fondo siento un fresquito, y no puedo evitar una pequeña y cínica sonrisa que resume la venganza por mis noches de desvelo... (no se te olvide que vivo en la Rambla)

oscar dijo...

Que bueno cuando alguien dice algo que te toca y te hace despertar. Yo trabajo de guia y a partir de ahora diré "una parada para disfrutar el paisaje, y el que quiera que haga una foto..."

Unknown dijo...

Armadillo:
Mucha suerte en el concurso de semana, puedes ir contando mis votos. Hace alguien me decía sobre esta entrada que el turismo de hoy en día es tan solo un consumismo de sensaciones, un consumismo que no permite disfrutar el presente. No he podido encontrar mejor descripción para ese sentimiento.

Iconoplasta:
Definitivamente me encanta tu blog y tu "spoiler". Lobotomizado, automatizado, sacrificio de lo espiritual por lo material: resumen de lo que creemos que es desarrollo!!. Una pregunta. ¿exactamente a que te refieres con lo de "gentilicios enclavados en el tercer mundo"?

Ana Maria:
Gracias por tu música. Tu que eres una experta en "ramblologia" y sus fauna de guiris... ¿Que piensas de así como se habla de guetos de inmigrantes se hable de guetos de turísticos?...

Oscar:
Me encanta de verdad oírte decir eso...

Gracias por sus comentarios!

omchamat

Unknown dijo...

Eso de ver y no sentir no solamente pasa en cuanto a una simple foto. A modo crítico, me pregunto... ¿Por qué comentamos más (me incluyo seriamente) una entrada "banal", con el perdón del autor, que una que refleja el dolor y el sufrimiento de todo un país, como "Al perro flaco todas las pulgas"?
Será porque ya son "paisaje" las noticias malas de los pueblos del tercer mundo, o mundo de tercera?.
Es una pregunta honesta, y muy a propósito del tema de esta entrada. Muy a menudo pienso que es naturaleza humana el hecho de acostumbrarse a algunas cosas... en las empresas se acostumbran a ver los fierros viejos en la misma esquina, todos los días, en nuestras casas nos acostumbramos a ver y comer del mismo plato roto todos los días... ¿no cabe dentro de esta naturaleza el ver como un punto más del paisaje la desgracia de algunos?

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