miércoles, agosto 22, 2007

Terremoto en el Perú

Para retomar este ejercicio de "perder la mirada", quería compartir con los lectores, esporádicos y frecuentes, de este blog, las reflexiones de un sacerdote español que desde hace 30 años trabaja en la zona afectada sobre el reciente terremoto que hubo en el Perú. Para las personas que estén interesadas en hacer donaciones directas no duden en contactarme y les envío el número de cuenta. Los proyectos que este sacerdote gestiona se llaman "casas de salud" y son centros donde hacen un trabajo maravilloso y sobretodo, efectivo, incluyendo asistencia, pero sobre todo, educación sanitaria (campañas de prevención tuberculosis, prevención SIDA…). El trabajo de este sacerdote es más que excepcional y les puedo garantizar que ningún euro será desperdiciado.

Yo tuve la oportunidad de trabajar en un proceso de reconstrucción después de un terremoto y he vivido en carne propia lo importante que es todo tipo de ayudas: desde la lenta y burocrática ayuda estatal, hasta la que ofrecen grandes ONGs (MSF, Acción Contra el Hambre, Caritas….). Pero también es muy importante la ayuda directa, la que no pasa por filtros de organizaciones muchas veces rígidas.

(puede que el texto sea un poco extenso, pero creo que la situación lo justifica)

omchamat

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Al perro flaco todo son pulgas (I)

Ayer en la noche escribí un correo electrónico para algunos de la familia, tratando de adelantarme a que en España escucharan la trágica noticia del terremoto en Perú y se alarmaran por mi suerte. Hoy, al abrir mi correo, una sobrina me había contestado con esa conocida frase: "Al perro flaco todo son pulgas". La comparación nos sirve para reflexionar sobre lo sucedido en este Perú al que quiero como propio pues no en vano he pasado en él más de la mitad de mis 60 años de vida e ir más allá. Seguro que mi sobrina se refería al Perú, "perro flaco", como país pobre. Sí, pero no sucede ni por casualidad, ni porque tenemos mala suerte, ni por la fatalidad del destino que siempre se ensaña con los pueblos pobres. No, muchos de los muertos en esta y en casi todas las desgracias naturales se deben justo a que ellos eran pobres… Así de simple.

El terremoto sufrido ayer por Perú fue de una magnitud muy fuerte y hubiera hecho muchísimo más daño si su epicentro hubiera sido en tierra firme en lugar de las profundidades del mar. Los cerca de 500 muertos reportados se hubieran multiplicado varias veces. Y si hubiera ocurrido cerca de Lima, con sus 9 millones y casi la mitad bajo la línea de pobreza, los muertos -sin ninguna duda- los contaríamos por decenas o centenas de miles…Ese mismo terremoto en Tokio, Nueva York o Madrid dejaría solo unas pocas personas muertas.

Nuestros países pobres no están preparados para ninguna de estas eventualidades, en buena parte porque no pueden; en otra por la desorganización y hasta por la corrupción de sus gobernantes que en lugar de prever desvían los gastos por caminos no muy santos.

Lo que tal vez mi sobrina no llegó a captar o insinuar (puede que sí) es que, al interior de los países, a "los perros flacos" -los pobres del Perú, los mas pobres de los países pobres- siempre se les pegan las pulgas chupando la poca sangre que tienen…

Mañana trataré de viajar a la ciudad de Ica, la que concentra el mayor número de muertos y en la que trabajé pastoralmente durante 10 años. Tal vez no pueda hacer mucho -si es que logro llegar- pero quiero estar con mi gente. Y ya se bien lo que me voy a encontrar: todas las casitas de adobe que con tanto esfuerzo cada familia logró levantar (después de haber vivido anteriormente en ranchitos o chozas de esteras, palos y cartón) estarán en el suelo. Será así en Ica, en Pisco, en Chincha, en Cañete (las ciudades más afectadas y que es posible ya les suenen por las dramáticas imágenes de la TV ). Las casas bien construidas, con ladrillo y cemento sobre una buena base, no suelen caerse, salvo raras excepciones.

Por coincidencia, en las semanas pasadas hemos estado leyendo, reflexionando y viviendo, con un grupo de unas 30 personas, la experiencia del libro de Job en la Biblia (ese personaje no tan paciente como suele decirse pues se rebela y fuerte llegando a maldecir el día en que nación y retándole a Dios a que le muestre si es culpable de lo que le ocurre). Y el problema central del libro es "cómo hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente", cómo decirle a Job que Dios le ama cuando está hecho una piltrafa o cómo logrará Job no maldecir a Dios estando como está… La misma dificultad se nos plantea hoy en nuestros países pobres y frente a los más pobres de nuestros países: ¿¡cómo decirles que Dios los ama!? ¿¡y cómo ellos pueden sentir que Dios los ama!? ¿Cómo sentir en Ica que Dios ama a esos pobres que se han quedado sin sus familiares, sin sus casas, sin lo poco que tenían…?

Me tocará hacer la experiencia en vivo, con humildad y estoy casi seguro con alegría. Nunca olvidaré, en la misma Ica, cuando en otra tragedia -la inundación de 1998- yendo a ver cómo estaba la gente, con el agua por encima de la cintura una mujer dirigente de un comedor popular me abrazó y me dijo: "Padre, lo hemos perdido todo, pero estamos vivos, tenemos dos manos y empezaremos de nuevo". Y empezaron (perdón, empezamos), ellos yo… y Dios que nos llevó de la mano sin que a veces nos diéramos cuenta.

***

Hice los 300 Kms de Lima a Ica por partes, quizás inconscientemente para ir asimilando la tragedia, que no por esperada es menor. Ya antes de llegar a Chincha, cuando la panamericana se acerca a saludar al mar, recibíamos el primer aviso serio: grandes grietas en la pista obligan al bus a sortearlas con lentitud. En Chincha la desolación es grande: escombros por todas partes, montones de muebles apilados en las calles, postes de luz en el suelo o apoyados en las casas y enormes colas de gente en las estaciones de bus –con bastante orden por cierto-…

Allí me encontré, en la Parroquia de Fátima, al palentino P. Santiago Calle, veterano ya de muchas batallas de solidaridad en el Perú. Fue el primer signo de esperanza: la organización. Con una parroquia bien organizada, laicos responsables y un sacerdote que sabe delegar sí se puede afrontar con éxito una tragedia de la magnitud de este terremoto: los encontré ya en plena faena, unos a rezar en los múltiples funerales, otros en el primer reparto de agua, otros clasificando los primeros alimentos que habían llegado y –lo más importante- cuadernos en la mano para anotar necesidades evaluadas, responsables por sectores y armar estrategias a corto y mediano plazo. El P. Calle, gran parte del tiempo al teléfono coordinando la solidaridad nacional e internacional.

-Santiago, ya te he visto, creo que más les distraigo que les ayudo, ¡ánimo! pero quería sólo pasar a saludarles"

-No es poco, José Mari, en estos momentos. Gracias.

S. CLEMENTE, UN PUEBLO FANTASMA

Siempre me lo pareció. Ubicado en pleno desierto, en ese pequeño otero frente al río Pisco y dando entrada a la provincia de Huaytará (Huancavelica) y al departamento de Ayacucucho, con un sol de justicia sobre él en los meses de calor, sin apenas árboles y flores… no es precisamente lo más atractivo a simple vista. Hasta allí daba mi segundo billete de bus, teniendo ya la referencia que, a corta distancia, estaba el punto más crítico del trayecto: el puente sobre el río Pisco medio en ruinas. Ya había pasado lo peor, el día anterior, con colas de vehículos hasta de siete Kms, pero aún me tocó caminar un buen trecho para coger una mototaxi que me llevara a casa de mis amigas las Dominicas del Rosario (españolas y peruanas). Constatación de la situación, saludo y aliento solidario y vuelta a la carreta, con "guardaespaldas" incluido, pues la situación estaba muy "picante" (había habido varios intentos de saqueo a los buses pero sobre todo a los camiones cargados con algún tipo de alimentos). En esos 300m hasta la carretera, volví a reafirmarme en lo de "pueblo fantasma", pero ahora por otra razón: el derrumbe de casas es horrible, cuadras enteras totalmente en el suelo y sin que hayan podido salvar casi nada. Pasé mucha vergüenza pidiendo por favor me dejaran tomar fotos y aceptando cabizbajo los acosos: "¿Es usted del gobierno? ¿De qué institución es? ¿Nos va a llegar ayuda?"

Crucé el puente despacito en mi tercer bus, viendo a un lado y otro las grietas en la pista y temiendo que aquello hiciera crac y cayéramos todos… y nada más pasar –como si el destino nos amarrara a ese pueblo fantasma- nos tocó esperar más de una hora. Como dicen por acá "nunca faltan los vivatos", los que se creen más listos o más hábiles y dos o tres camiones habían invadido el carril contrario y provocando un trancón que ni para adelante ni para atrás… ¿Y la policía? ¡Bien, gracias! Todos al otro lado del puente.

MI QUERIDA ICA, CUÁNTO DOLOR

Tras algún pequeño altercado en el bus por el sobrecosto de los pasajes (¡otra vez los vivatos descarados!) llegamos a Ica, capital del departamento y principal ciudad del mismo. Dejé en el camino, en la costa a Pisco, la ciudad más cercana al epicentro, la más afectada, según todos los informes, y con el mayor número de muertos (unos 365, y de ellos medio centenar en el templo parroquial mientras se celebraba una misa de difuntos…; entre los sobrevivientes el padre celebrante, encontrado casi dos días después agarrado a una columna y protegido por los escombros).

Ica volvió a recordar la tragedia de Enero de 1998 cuando se inundó completamente y de cuyos efectos devastadores algunos sectores aún no se habían recuperado. La gran diferencia ahora ha sido el costo de vidas humanas (las cifras oscilan entre 65 y 100). Recorriendo las calles a pie uno se pregunta cómo murieron tan pocos… y la respuesta que todos dan ¡la hora! Eran las 6.41 de la tarde y como el sismo fue tan largo dio tiempo a la mayoría a salir corriendo y librarse de los techos y paredes que caían.

Conversando con la gente se masca la tragedia, el dolor contenido, la resignación de muchos, pero también el coraje de volver a empezar. Las imágenes de gente sacando a la calle los escombros, derrumbando muros en peligro, improvisando lugar para comer y dormir… y tremendos gestos de solidaridad entre vecinos.

LO MEJOR Y LO PEOR

No cabe duda que en estos casos hay infinidad de gestos grandes de solidaridad y una gran dosis de nobleza (lo recogeré en otra crónica). Y al lado, lo peor de la tragedia, la parte oscura de la mente y el corazón humano.

Varios hechos que nos llaman a reflexión:

1) La siempre lenta maquinaria de la ayuda oficial y –peor aún- la improvisación repitiendo el consabido aprovechamiento para "figurar" y no buscar la eficacia. Escenas que vi, en la Plaza de Armas de Ica, de multitudes ante un par de camiones para luego pelearse por lo que dieran en lugar de entregarlo a la población organizada en los barrios, son el mejor ejemplo.

2) Las reacciones delincuenciales de la población: los intentos de saqueo en las entradas de la ciudad a camiones y ómnibus (que expresan sí, la desesperación de la población necesitada de todo, pero que no puede justificarse)

3) El aprovechamiento de todo aquel que tiene algo que ofrecer o vender y eleva los costos para lucrarse con el dolor. Algunos transportistas y comerciantes de todo tipo: desde cobrar un sol por un solo pan (antes daban 10 panes) hasta acordar un precio por 45 ataúdes para ser donados a Pisco y al ir a pagar pedir casi el doble…

4) Y, quizás lo peor, la balacera en las noches entre ladrones organizados en bandas y los vecinos y fuerzas del orden para impedir los robos. Da mucha rabia –se siente en la gente- que pueda haber personas con tan duro corazón para entrar a las casas destruidas y arrebatar a los indefensos ciudadanos lo poco que han salvado de la tragedia.

A través de estas luces y sombras, el Señor nos sigue hablando y nos sigue revelando sobre cómo quiere que construyamos su Reino. En la Parroquia del P. Santiago Calle estaban en una "Gran Misión" apoyados incluso por sacerdotes de Bolivia. Tras el terremoto él dijo a todos : "Ahora la misión va a consistir en mostrar cómo practicamos la solidaridad eficazmente" . Eje central en el Evangelio del Señor Jesús: nos jugamos ahí nuestra calidad de discípulos y misioneros, como se nos ha dicho en Aparecida-Brasil.

José Mª Rojo G.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Animo a todos los peruanos!

Anónimo dijo...

Por qué siempre mueren/enferman/padecen los pobres? La respuesta tautologica "porque son pobres" no me satisface. Las cosas suceden asi porque a algunos no les conviene que suceda de otra manera. La sociedad es una construccion humana. Si las cosas suceden de otra manera en Tokio no es porque alla "sean ricos", sino porque alla hay conciencia de que hay que preservar la sociedad como un todo.

Unknown dijo...

yo si creo que se mueren porque "son pobres" y no lo digo como un destino fatídico. Lo digo por la situación del mundo.
Los países ricos son los que contaminan, los que pagan los platos rotos, son los países pobres, por ser pobres y no tener el dinero necesario para construir las infraestructuras necesarias para controlar los daños que hacen los de arriba.

Al respecto de todo esto, me permito remitirlo a la siguiente entrada donde hablo al respecto.
http://lasmiradasperdidas.blogspot.com/2007/07/si-el-mundo-fuera-justo.html

Gracias por el comentario

omchamat

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