
Sobre la complejidad de definir nuestra identidad, hace poco me encontré una discusión en internet sobre el impacto social/cultural que tiene y tendrá que el 27% de los niños nacidos durante el 2008 en Catalunya al menos uno de sus progenitores es inmigrante. Como es de esperar, en una sociedad - y no me refiero solo a la catalana- donde la inmigración en los últimos 5 años haya sido calificada como una de las principales preocupaciones, este tema haya hecho aflorar opiniones para todos los gustos. Desde los radicales que pedían expulsión para los inmigrantes por el hecho de no haber nacido en esta tierra, hasta los que se alegraban de saber la mezcla de razas y culturas que se estaban dando. Entre todos los comentarios hubo uno que me llamó la atención puesto que no recuerdo haberla oído antes como argumento para defender lo “tuyo”. El comentarista venía a decir que lo primero es cubrir las necesidades de vivienda, salud y educación a los de la misma “sangre”*.
Supongo (y espero!) que la idea de "sangre" a la se referia este comentarista es que primero hay que atender a los “tuyos” -entendido en un sentido de familia y amistades- y después a los que acaban de llegar. Ante lo cual me reafirmo en la teoría en que el ser humano cuando se enfrenta a sus temores apela al dicho de “todos somos iguales, pero unos más iguales que otros”. Pero no quiero hablar de eso, pues considero que es una reacción natural y desafortunadamente habitual. Prefiero hablar sobre aquello que me da miedo: imaginarme que a lo que se refería este anónimo comentarista era que los derechos sociales se adquieren únicamente mediante herencia de sangre. Lo digo, pues repasando un poco los foros de internet donde se debaten estos temas, me doy cuenta que este, el de la sangre, es cada vez más frecuente.
Pensar que aunque cumpla mis deberes como ciudadano (trabajo, impuestos, espíritu cívico...) no se me otorgan todos los derechos que eso conlleva y sencillamente es un peaje para llegar a ninguna parte, me da miedo.
Me da miedo pensar que cuando leo que algunas personas piensan que "primero la sangre", se refieren al sentido estricto de obtener esos derechos por medio de una azarosa mezcla de cromosomas. Me da miedo pensar en los hijos de los hijos de inmigrantes que, como es mi caso, son fruto de una mezcla infinita de sangres de diversos orígenes, culturas y razas. En mi confluyen la sangre de mis antepasados negros, indios, españoles, libaneses... Algo me dice que para las personas que piensan de ese modo, esta mezcla de sangres me inhabilita para, que al mismo tiempo que cumplo con mis deberes, ser beneficiario inmediato de los mismos derechos que una persona con la "sangre pura".
Puede que esté condicionado por los medios de comunicación, pero no puedo evitar relacionar a las personas que piensan de esa manera con aquellos "personajes" que creen tener la sangre pura y van por la calle con la cabeza rapada, mirada desafiante y ropas oscuras. Quizás esté condicionado, pero también puede ser que mi instinto de conservación me esté diciendo que el gesto agresivo de esos "personajes", es sencillamente un acto de desesperación mientras buscan sus neuronas. Por eso es que cuando los veo buscando sus neuronas en la mirada de los demás, siento más miedo pues pienso que van a buscar sus neuronas, como si fueran monedas, en mi propia humanidad.
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*He intentado buscar este comentario y que fue el que inspiró esta entrada, pero no lo encuentro.