lunes, junio 23, 2008

Mientras unos quieren no ver, otros quieren ser vistos

Quien tire la primera piedra quien haya entrado a casas hechas de desechos urbanos (escombros de demoliciones, puertas de vehículos...) y no se haya sorprendido de encontrarse en el medio de la sala-comedor-habitación-cocina-baño (todo es un mismo espacio separado en el mejor de los casos por una cortina pero unido por la mezcla única de todos los olores), un potente equipo de sonido o un televisor de última tecnología. Es casi imposible evitar el reflejo de pensar en el aparente sin-sentido de gastarse el dinero que no tienen, en cosas que, para los que tenemos la comida garantizada, nos parecen superfluas. Es verdad, cuesta de entender el sentido de esos actos. Sin embargo, es un hecho y se puede constatar mirando al otro lado de la barrera que hemos construido para no ver la realidad en que vivimos.

Sin querer encontrarle el sentido a ese sin-sentido, me tropecé con el texto que copio a continuación. Hace parte de un libro que a pesar de tener más de treinta años, en su conjunto sigue tan vigente como la misma pobreza a la cual se refiere manera indirecta. Es un relato hecho por uno de los servidores del emperador de Etiopía Haile Selassie (foto) -conocido por sus súbditos como "el Rey de Reyes, el León de Judá, el Elegido de Dios, el Muy Altísimo Señor, descendiente de Salomón"- a R. Kapuściński y cuyos libros ya he mencionado en anteriores entradas. En este relato se da una posible explicación al sentido de exhibir el dinero en una sociedad donde unos muy pocos tienen casi todo.

La interpretación que hago de este relato, es que en una sociedad tan desigual como en puede ser Etiopía o Colombia, el dinero puede tener dos funciones dependiendo si eres de los pocos que tienen algo, o de los muchos que no tienen nada. Para los primeros, te ayuda a volverte ciego para no ver como viven los otros; para los segundos, el dinero es una forma para hacerte visible, para ser reconocido. Mientras unos quieren no ver, otros quieren ser vistos. Y aunque esto pueda ser cierto cuando se habla de países concretos, si miramos el mundo en su conjunto, esto es perfectamente aplicable para la sociedad global en que nos encontramos inmersos: Los países pobres quieren parecer como ricos consumiendo las cosas que los ricos les venden, y los países ricos construyen barreras físicas y legislativas para no ver a los pobres que viven fuera de sus fronteras.

En fin, ya me estoy desviando del tema. Aquí queda el texto.

Gracias por su compañia

omchamat

***

"¿Sabes que significa el dinero en un país pobre? El dinero en un país pobre y el dinero en país rico son dos cosas diferentes. En un país rico, el dinero es un trozo de papel con el cual tu puedes comprar productos en el mercado. Tu eres tan solo un cliente. Incluso un millonario es tan solo un cliente que puede comprar más, pero seguirá siendo un cliente, nada más. ¿y en un país pobre? En un país pobre, el dinero es una maravilla, es una gruesa barrera, deslumbrante y siempre floreciente, que te separa de todo lo demás. A través de esa barrera tu no ves la desagradable pobreza, no sientes el hedor de la miseria y no oyes las voces suplicantes de los otros humanos. Pero al mismo tiempo tu sabes que todo de eso existe, y te sientes orgulloso de tu barrera. Tu tienes dinero; esto significa que tienes alas. Tu eres el ave del paraíso que todo el mundo admira."

"¿Puedes imaginar, por ejemplo, una multitud reunida en Holanda tan solo para ver a un rico Holandés? ¿O en Suecia, o en Australia? Pero en nuestro país, sí. En nuestra tierra, si un príncipe o un conde aparece, la gente corre para verla. También correrán para ver a un millonario, para después decir "he visto un millonario". El dinero transforma tu propio país en un lugar exótico. Todo comenzará a asombrarte: la forma en que vive la gente, las cosas por las que se preocupan, y tu dirás "No, esto es imposible". Y esto es porque tu ya perteneces a otra civilización.(...) Tu comenzarás a volverte sordo y ciego. Te sentirás feliz de estar en tu civilización rodeada de esa barrera, ya que las señales de la otra civilización te seran tan incomprensibles como si hubieran sido enviadas por los habitantes de Venus."

The Emperor: Downfall of an Autocrat. Ryszard Kapuściński. Penguin Classics, 2006. pp. 44-45.

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