domingo, mayo 06, 2007

La inocencia del verdugo

A pesar de la distancia física que me separa de lo que pasa actualmente en Colombia, no puedo pensar en que no puedo hacer nada. Por eso creo que por medio de un espacio como este, como decía algún comentarista de este blog, puedo "contribuir a que mas personas tengan elementos de juicio". Me gustaría compartir extractos de un ensayo de Pascal Bruckner sobre el genocidio que ocurrió en la ex-Yugoslavia. Son textos que pueden ser esos elementos de juicio que siempre estoy buscando para alimentar este blog.
  • Todavía hoy hay mucha gente que sigue encontrando circunstancias atenuantes para los nacionalistas serbios y que es incapaz de asumir el menor reproche sobre ellos sin lanzar inmediatamente toneladas de lodo sobre los croatas, los bosnios, los eslovenos, los albaneses o los macedonios.
  • (sobre el discurso de Milosevic de invocar los males sufridos por su pueblo entre 1941 y 1945) Hay una especie de orgullo e incluso de belleza en esa forma de celebrar las derrotas propias, como si Dios hubiese escogido a ese pueblo precisamente para condenarlo al infortunio y hacer de él el instrumento de sus propósitos, como si la debacle terrenal se transformara instantáneamente en victoria celestial sobre las fuerzas del mal.
  • ¡Nos lo deben todo en virtud de las pruebas padecidas, no nos pueden negar nada! Esta idea según la cual el mundo entero está en deuda con tal grupo o país y tiene la obligación de consentirle todos sus caprichos.
  • Dicho en pocas palabras, cada vez que una nación o un pueblo pretende situarse al margen del derecho con la conciencia limpia, invoca sus hazañas, sus padecimientos pasados para afirmar tranquilamente que ¡se ha ganado el derecho de cometer esa pequeña infracción a las normas internacionales.
  • La trágica sinceridad del asesino le impulsa a deshumanizar a su adversario para eliminarlo con toda la buena conciencia del mundo y quedar exento de culpa.
  • En su versión benigna, la victimización es una forma paradójica del esnobismo. En su versión disparatada, es la negación activa del concepto de humanidad, la incitación manifiesta al asesinato.
  • Asombrosa inversión: el asesino es la víctima de su víctima, si te mato es por tu culpa, tú eres en realidad quien me mata a mí (otra variante de esta actitud: odiar a las malvadas víctimas que le obligan a uno a martirizarlas).
  • Que por lo menos el ejemplo yugoslavo nos ilumine: en cuanto un pueblo aspire a la santidad invocando sus padecimientos, en cuanto exhiba sus heridas y convoque a sus muertos, desconfiemos. Significa que está tramando algo malo y que el recuerdo, en vez de prevenir la vuelta al asesinato de masas, sólo es invocado para perpetrarlo de nuevo. Significa que envolviéndose así en la capa del angelismo, los asesinos, antes de afilar sus cuchillos, solicitan la absolución del mundo civilizado a la espera tal vez de volverse un día contra él.
  • Nada fue más descorazonador que ver cómo la mayoría aceptaba y se tragaba esta superchería, y ello, las más de las veces, en nombre de un puntilloso celo democrático. Muy pocos, por lo menos al principio comprenderían que aquellos mismos que se presentaban como los resistentes ejemplares contra el fascismo (los serbios) ya habían adoptado sus métodos, que el lobo se había disfrazado de cordero.
  • Quien desee contribuir la historia tiene que olvidar la historia (Ernest Renan). Si todos los pueblos tuvieran que rumiar sus dolencias respectivas, no habría paz ni concordia en el planeta. Cada nación, cada región, incluso cada aldea podría alegar un perjuicio acaecido hace 500 o 1.000 años y desenterrar el hacha de guerra, cada familia desgarrarse por las mismas razones, por incapacidad de superar las desavenencias recíprocas. Una vez los culpables han sido juzgados y castigados, las reparaciones cumplidas, si procede, el perdón concedido por las víctimas si lo consideran necesario, llega un momento en que habiendo hecho su obra el tiempo, hay que trazar una raya, dejar que los muertos entierren a los muertos y que se lleven con ellos sus odios y pendencias. Para vivir en paz con nuestros vecinos debemos mantener dormidas todas las disensiones de antaño. El olvido es también lo que deja paso a los vivos, a los recién llegados que no desean cargar sobre sus hombros con el peso de antiguos resentimientos.
Repito, todo esto se refiere al genocidio que ocurrió en la ex-Yugoslavia. A pesar de los increíbles paralelos que se puedan establecer, nada tiene que ver con la situación de Colombia, o quizás si... y tal vez mucho.

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La tentación de la inocencia. Pascal Bruckner; pp. 195-232. Ed. Anagrama. Barcelona,2005.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Acerca de esta frase acertada:
"en cuanto un pueblo aspire a la santidad invocando sus padecimientos, en cuanto exhiba sus heridas y convoque a sus muertos, desconfiemos" sería interesante conocer las opiniones de los lectores de este blog acerca de las implicaciones de la ley de justicia y paz... La mía en particular y tal vez gracias a que la guerra que vivimos no me ha quitado ningún ser querido, soy de la opinión de que nuestra sociedad necesita perdonar. "Perdonar" no es una palabra que se pueda definir fácilmente (es algo que desde hace mucho tiempo pienso) difícil de aplicar, no creo que sea "olvidar" como tampoco es "poner la otra mejilla". En mi experiencia personal es tal vez impedir que las heridas abiertas en el pasado afecten el presente y condicionen el futuro, manteniendo a raya las ansias de venganza. Para los horrores cometidos durante todos estos años no creo que exista compensación alguna, por tanto solo quedaría la venganza pura y dura... que es lo que ha pasado ciclo tras ciclo nuestra sociedad pasando de un conflicto armado a otro durante casi toda nuestra historia (aqui hay una buena reseña para el que le interese: http://www.revistanumero.com/9franja.htm). Que es lo que necesitamos entonces? basta con encerrar a los culpables en las cárceles? (que no me imagino que cantidad de gente sería entre paramilitares, guerrilleros, gobierno, etc...). Basta con expropiar los bienes "malhabidos"?. Que es lo que necesitamos para perdonar, y no solo para perdonar por los muertos, sino por todo lo que implica vivir continuamente en guerra, desde el desempleo hasta la sensación de inestabilidad continua?

Unknown dijo...

Perdonar no es y NO puede ser olvidar, por el contrario, pienso que perdonar consiste en recordar sin odio; saber que aunque en el pasado me hiciste un gran daño hoy puedo mirarte a los ojos y pensar que a pesar de eso, no quiero matar mi dolor matándote.
No podemos pretender olvidar, eso en lugar de lanzarnos hacia adelante nos creará una frustración inmensa.

merci por tus comentarios!

omchamat

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