domingo, abril 29, 2007

Mi amiga (la) invisible

invisible. (Del lat. invisibĭlis).
1. adj. Que no puede ser visto./ 2. adj. Que rehúye ser visto.
Real Academia de la Lengua Española

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"Soy invisible, nadie me ve, me encuentro gente en el baño y no me ven; voy a comprar y para dirigirse a mí, le hablan al aire que me rodea; parece que yo fuera una sombra invisible."

Con estas palabras me contó una amiga su teoría sobre su invisibilidad. Mi amiga, que para efectos del relato se llamará Ilia, es una mujer de unos treinta años, ni fea ni bonita, pero que llama la atención tanto por su forma de hablar -más expresiva que sus amigos- como por su estatura -sin ser alta es ligeramente superior a la mediana de las mujeres.

Cuando ella me dijo que se sentía como una "sombra invisible", pensé que era una broma, pero al ver que insistía en el tema, recurrí a un sentimiento similar que he tenido como inmigrante, y le insinué que esa sensación era más bien fruto de esa paranoia que tenemos casi todos de sentirnos "observados", pero al mismo tiempo "ignorados" -esta dualidad es muy extraña, por un lado sentimos que nos observan constantemente, con lo cual ratificamos nuestra existencia, pero por el otro nos sentimos ignorados, como si no existiéramos. El mundo en que vivimos parece que cada vez nos sabemos más observados, pero cada vez nos miramos menos. Ilia me invitó a que la acompañara hasta el trabajo, así me entregaba un libro que le había prestado y aprovechaba para contarme sus experiencias como mujer invisible.

"Mira Oscar, hace una semana fui a comprar a la frutería que está cerca de mi casa. Un sitio pequeño, un poco más grande que una habitación de matrimonio, donde la señora que vende me conoce, pues allí es donde compro la fruta antes de ir al trabajo. Mientras compraba, por equivocación, hice la fila sin haber pesado las frutas que había cogido. Cuando la señora me dijo que la fruta había que pesarla, yo me disculpé y le dije que lo sentía, que me las diera para pesarlas. Mientras hacía eso, escuche un murmullo extraño de los que estaban en la fila, pero no le puse cuidado. Al entregarle de nuevo las frutas a la señora, escuché al señor que estaba detrás mío diciendo "hay que saber como funcionan las cosas, que eso nos hace perder tiempo a los demás", yo me giré para decirle con la mirada que fue un olvido, pero que sorpresa me llevé cuando lo voy a mirar a los ojos y el miraba en dirección a la señora, pero a través mio!!!. Era como si no supiera que estuviera ahí. Como si el haber olvidado pesar las frutas hubiera anulado mi existencia. Cuando busqué la mirada de las otras personas, para saber si yo estaba ahí, cada una miraba a la calle como si yo no estuviera. Me sentí como cuando mis papás le hablaban al aire para hacerme a salir de donde yo estuviera "uyyyy vamos a comer y aprovechemos que la niña no está"; jugaban a no verme para que yo saliera corriendo hacía ellos."

¿Y cual es la segunda prueba de tu invisibilidad?, le pregunté a Ilia mientras llamábamos al ascensor de su edificio.

"El otro día, esto es algo más personal, entré al baño en este nuevo trabajo y se me olvidó cerrar la puerta con seguro para evitar que otra persona entrara. Como siempre ocurre, el día que no pones seguro, alguien por equivocación abre la puerta. Yo alcancé a poner mi pie para evitar que se abriera del todo. Que sorpresa me llevé cuando por la puerta entre abierta miré a los ojos de mi compañera de oficina -nos separan dos escritorios- y le dije "no te preocupes, fue culpa mía por no poner el seguro, lo siento". La sorpresa que me llevé cuando ella seguía mirando como si no entendiera porque la puerta no se podía abrir, como si hablará en arameo o alguna lengua muerta, como si hubiera alguna fuerza extraña que le impedía abrir la puerta. Ni sonrió, ni dijo lo siento, ni respondió a mis disculpas. Sencillamente dio un paso atrás, se giró y se fue. Como si no hubiera pasado nada. Sencillamente se fue."

Bueno, dije yo, eso si puede llegar a ser una prueba. Pero como ya habíamos llegado a su oficina, no pudimos seguir hablando al respecto. Mientras ella iba por el libro que le había prestado y yo esperaba en la recepción, su jefe la llamó para hacerle algunas preguntas. A la salida de hablar con su jefe, pasó la directora comercial de la empresa; Ilia la saludó con una sonrisa sincera, pero no vi ningún gesto de respuesta. Sin embargo, cuando el jefe de Ilia había quedado visible para la directora comercial, vi como esta última una mano mientras decía "hola Carlos!... que tal?...". No lo podía creer, Ilia tenía razón, ella, al menos por momentos, es invisible!!!!....

Una vez que me entregó el libro y estaba saliendo, me despedí de la secretaria de recepción con un sencillo "adiós"... nadie me respondió. Al ver mi cara de sorpresa y de no saber si yo era visible, Ilia me dijo "te fijas que no soy la única persona invisible?".

Mis miradas "invisibles":

En el libro "Un antropólogo en Marte" de Oliver Sacks, se recopilan una serie de casos reales sobre los problemas que tienen las personas con alguna lesión cerebral y que afecta sus sentidos. Uno de los casos, el que más me llamó la atención, es el de un señor que siendo niño perdió su visión y que la recupera 40 años más tarde. Que sorpresa se lleva el autor, y por supuesto el lector, cuando esta persona que después de muchos años de no ver, recupera la visión pero descubre que no "sabe ver", que su mente no puede ver. No entiende que es eso que hay ahí afuera. Llegan unos estímulos del exterior, pero no entiende que relación tienen con su propia existencia, con su cuerpo.

Será que para vivir en esta sociedad necesitamos "aprender a no ver" para poder vivir?... Quizás la realidad es que huimos constantemente de mirar al otro por miedo a darnos cuenta que nadie nos mira.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

todo lo escrito me recuerda la vida de un viejo solo que vive con la familia de su hijo y que sre vueve invisible porue nunca hayb espacios para el en los paseos comidas y reuniones y que lo mandaron a vivir al patio de atras pues se volvio invisible y nadie lo reconoce como persona y se util.

Unknown dijo...

Una amiga me comentó que esta entrada era un poco "victimista", sin embargo creo que esta situación es tan frecuente en una sociedad en la que cada día trabajamos más y más, para vivir mejor y mejor, pero al final parece que trabajamos para llenar esos espacios vitales. Llenamos los espacios con cosas, mientras hacemos invisibles a las personas.

merci i fins aviat

omchamat

info@jo-oh.com dijo...

es muy bueno!

AlejandroAngel dijo...

Oscar muy oportuno de ti recomendarme esta entrada con respecto a mi post...

En realidad creo que en la actualidad la gente ha decidido en un acto de egoísmo vivir la vida forzando un individualismo extremo y cada quien se guía por lo que le conviene y ya sin pensar en ningún momento en los demás y eso es lo que lleva a que a veces las personas se sientan invisibles; no es que los demás no los vean es que no les interesa verlos...

un cordial saludo.

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