"Hace tres años que mi pareja y yo vivimos en el Raval. Los dos somos arquitectos y decidimos dejar el cómodo Eixample barcelonés [zona central de Barcelona] para vivir en este barrio. Pero lo que no imaginábamos era que cada día sería una aventura.Hasta hace unos años, el barrio al que se refiere la carta, era llamado el Barrio Chino. Para evitar alimentar los tópicos, se decidió cambiar el nombre por el Raval. Hoy en día, es uno de los sitios por donde más me gusta caminar: en un mismo andén se encuentra un restaurante de comida catalana abierto en 1929 que aún hoy en día es un sitio de referencia y a 20 metros, una mezquita. Cruzando la calle está la futura filmoteca de Catalunya cuyo frente da a la rambla del barrio y a uno de sus símbolos: un gato de Botero. Una rambla que, intuyo, concentra la mayor densidad de venta de shawarma de toda la ciudad y para mí, el mejor restaurante de comida hindú. Todo el barrio es un verdadero placer para los sentidos: una calle donde muchas mujeres ejercen la prostitución, un hotel de diseño, una peluquería para marroquíes, una discoteca latina, uno de los centros de enfermedades tropicales más importantes de España y una de las plazas más silenciosas y románticas de la ciudad, se encuentran en un radio de 200 metros. Los que han vivido en esta ciudad toda su vida, dicen que es un barrio peligroso, yo lo encuentro más que peligroso, delicioso.
Vivimos cerca del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), y cuando salgo de casa para ir a trabajar, lo primero que he de hacer es verificar que no haya ningún excremento en el portal (ya sea de perro o humano) para poder seguir mi marcha. De camino al metro paso por delante del Macba, cuya plaza vacía muestra los excesos del botellón de la noche anterior. Doblo la esquina y paso por el lateral del museo, y me encuentro con los orines y losvómitos de los indigentes que duermen en uno de los soportales del museo.
Al volver a casa por la tarde atravieso la misma plaza, esta vez atestada de jóvenes y no tan jóvenes skaters (otra actividad vetada por la normativa cívica de Barcelona) venidos de todas partes de Europa a la cool Barcelona.
Llegar a casa es todo un placer: ruido de mi vecino dj y música que sube por las estrechas calles de la nueva tienda de moda en el barrio. Llamo a la Guardia Urbana y me dice que ellos han estado en casas donde el ruido impide oír a tu interlocutor a un metro de distancia. Dicho esto, se van y no vuelven.
Cuando hablas del Raval, siempre te preguntan por la inmigración. Éste es el menor de los problemas. Paquistaníes, filipinos, etcétera, son los que menos problemas producen en el barrio. Suelen ser gente trabajadora que intentan salir adelante lo mejor que pueden. El verdadero problema de este barrio lo provoca la inmigración de primer nivel (la europea de vuelos low cost), que usa esta ciudad como la sala de fiestas de Europa.
Sinceramente creo que donde reside el verdadero misterio del Raval es en la dejadez de las autoridades municipales a la hora de preservar un barrio histórico situado en el centro de la ciudad."
Fernando Rial, Barcelona.
El País Semanal - Sección cartas de los lectores
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Después de volver a leer la carta tengo la sensación que en lo que se refiere a los tópicos que se manejan en torno a los inmigrantes, no todo está perdido. Queda mucho recorrido por delante, pero ahí está la semilla, lo que tenemos que hacer es alimentarla.
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