domingo, febrero 17, 2008

La violencia en Colombia (II)

Como no he tenido tiempo para actualizar este espacio como me gustaría -la pregunta que plantee aquí hace un par de semanas sobre a quién le pertenece mi tiempo, sigue estando en el aire- aprovecho para seguir con la serie de entradas sobre la violencia en Colombia.

Cuando leo los debates sobre las causas o los responsables de la violencia en Colombia no puedo evitar sentir vergüenza de ver que la discusión no es sobre si es verdad lo que dice el otro, sino que toda argumentación se centra en descalificar, menospreciar o desacreditar a la persona. El debate sobre los argumentos es cada vez más escaso y si seguimos por ese camino, volveremos al mismo punto de partida del que parece nos encontramos hace 60 años a pesar de todos los muertos que hemos visto, pero sobretodo a pesar de todos los muertos que no hemos querido ver.

Sin más preámbulos, el texto.

omchamat

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"¿Por ventura se registran estos hechos entre los salvajes? ¿O siquiera entre caníbales? ¿Qué deidad diabólica cierne sus negras alas sobre Colombia? ¿En qué país del hemisferio occidental o en el mundo entero se registran semejantes crueldades obedeciendo a una consigna infernal? En ninguna parte. Solo en Colombia están ocurriendo tan abominables hechos. Violaciones de mujeres que caen en las garras de estos vampiros de la virtud: profanación y muerte de los sacerdotes; miembros mutilados, lenguas y ojos arrancados, extremidades cortadas por partículas, entrañas abiertas a barbera y machete, cabezas cortadas, pies y rostros desollados; hombres, mujeres y niños crucificados, bienes materiales robados y reducidos a pavesas; templos, imágenes, objetos sagrados sacrílegamente profanados. El infierno en tierra, sin mano fuerte que contenga eficazmente la avalancha y vengue la justicia de tan horrenda manera violada"
Excelentísimo señor Miguel Angel Builes "Pastoral para la Cuaresma de 1951" transcrito por Testis Fidelis. El basilisco en acción o los crímenes del bandolerismo (Medellíin, 1953), p. 109.

"La guerra de hoy es una guerra fría y no se realiza entre dos bandos armados. De una parte opera una fuerza pública que hace la "pacificación" a la manera del general Pablo Morillo en la época de la Reconquista; de otra, actúa una rebelión primaria, elemental, caótica, que devuelve golpes a ciegas y que no aspira a decidir políticamente nada. Todas las clases altas han desaparecido de este escenario, de esta lucha cruenta, de este drama que no da cuartel y que rebasa todas las fronteras de la resistencia humana.
"Hay quien pregunta, ¿por qué se ha perdido el valor de la vida humana?"
"Estamos cosechando la única siembra que han hecho nuestros partidos históricos: en esta sangre derramada, en estos delitos infamantes, en esta crueldad sin castigo, se resume el sentido de nuestra historia partidista. Los verdaderos responsables de este derrumbamiento no son los delincuentes vulgares: es el sistema político que los toma como sus instrumentos, como sus órganos de dominio, que los alienta, que los estimula, que los remunera, que los premia. "Ahí está el pueblo, en ese subsuelo anónimo, invisible a los ojos, fuera de todo horizonte político. Nadie ha querido verlo: los republicanos de todos los partidos han hablado de su soberanía y han escarnecido su incapacidad de moldear y conducir su propia suerte. Le han movilizado para las guerras electorales o para las guerras civiles y le han dejado ahí, al margen de la historia, aislado de una patria que no está presente en sus necesidades, en sus problema, ni en su drama biológico y espiritual.
"Los intelectuales, las élites, los grupos dirigentes, son responsables de esta degradación multitudinaria, de esta renovada mutilación de todos los hombres humildades... Son responsables por su cobardía, por su egoísmo, por su estrechez moral, por su noción deforme de la patria.
"Todos somos responsables. Todos estamos viviendo -conformes, cristianos, fríos, monstruosamente tranquilos- sobre esta herencia de sangre. Lloramos leyendo la María [¿Cuantas lagrimas no se derramaron el día en que gracias al facebook se movilizaron millones de personas en todo el mundo?], pero nos negamos a conmovernos y a detener las aguas negras que corren por debajo de nuestros pies y por encima de nuestro espíritu."

Antonio García, "Prológo" a la novela Viento seco, por Daniel Caicedo (Buenos Aires, 1954; 3ª ed.), pp. 15-43 passim.

"Como epílogo lancinante de todo este tremendo proceso conflictivo que padeciera el país, queda el grito de campesinos antioqueños que así lo estampan en su carta memorable:

"Hijos y padres de familia caen asesinados en la oscuridad de la noche o a la clairdad del día. Unas veces dormidos; ya limpiando sus sembrados o bien transportando sus frutos hacia el pueblo... Multitud de campesinos abandonan, unos sus chozas y sus huertas; otros durante semanas y semanas duermen en el monte sujetos a las inclemencias del tiempo.
"Muchos se aglomeran en poblados, sin pan, sin techo y sin abrigo.
"¿Por qué nos asesinan si nuestro único delito es labrar la tierra, creando la riqueza nacional? Ya no hay cosechas. El habitante de los pueblos empieza a sufrir la escasez de alimentos. ¿Por qué tenemos que abandonar nuestros sembrados, fruto de nuestra tenacidad y paciencia?
"Hombres sin Dios y sin conciencia son esos infernales bandoleros.
"Cadáveres de nuestros hermanos hemos tenido que dejar a la interperie y huir. Hijos agónicos hemos tenido que recoger en nuestros brazos.
Carta de campesinos de Cañasgordas, 4 de julio de 1951, transcrita por Testis Fidelis, op. cit., p. 123

La violencia en Colombia.
Orlando Fals Borda, Monseñor Germán Guzmán, Eduardo Umaña Luna
Editorial Taurus. Bogotá. 2005. pp 132-134


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PD. Muchas gracias por la paciencia de los habituales lectores de este espacio que a pesar de no haberlo actualizado, siguieron pasando por aquí a la espera de nuevas entradas.

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