No sé cuantas veces he intentado escribir sobre lo que ocurre en Colombia. Una entrada donde cuente alguna de las cosas que pasan allí -para mí, intentar, tan solo intentar explicar lo que ocurre, es sencillamente imposible. Cuando intento escribir sobre Colombia, llego al mismo lugar común tantas veces dicho: en Colombia, la realidad es muy superior a cualquier fantasía.
Me gustaría hablar sobre lo peligroso que me parece tener un presidente como Uribe pero que al mismo tiempo ha logrado cosas muy necesarias: recuperar el sentido de pertenencia con aquello que llamamos Patria o mejorar la seguridad en ciertas zonas y en determinados corredores. Son cosas que no solo eran importantes, sino indispensables para salir de ese charco de miserias que siento en que se ha convertido ese trozo de verde montañoso que extraño. También me gustaría hablar sobre la locura de los paramilitares y la irresponsabilidad de los políticos que se "ajuntaron" con ellos. Me gustaría hablar de la débil e incipiente oposición política que históricamente ha hecho tanta falta en la construcción de eso que se llama "país". Me gustaría hablar del silencio abrumador y descarado del único medio de comunicación de alcance nacional en relación a los supuestos vínculos del presidente con prácticas corruptas para aprobar leyes. Me gustaría hablar sobre los vínculos de muchos de los miembros del gabinete de ministros con la guerra, pero no como aliados, sino como víctimas. Me gustaría hablar de todo eso. Me gustaría gritar en contra de esa sociedad hipócrita y de la cual, paradójicamente, me siento tan orgulloso de pertenecer (es contradictorio, lo sé, pero creo que en eso consiste parte de la colombianidad). También me gustaría hablar sobre la maravillosa constitución con que contamos, lo avanzado -teniendo en cuenta nuestro retraso- de ciertas leyes (aborto, derechos para parejas homosexuales...). Me gustaría hablar sobre la capacidad de cicatrización que tienen ciertas personas y comunidades para curarse de las heridas que les ha dejado la guerra. Me gustaría hablar sobre la sonrisa fácil y sincera de mis compatriotas. Me gustaría hablar de mi admiración por los militares que son capaces de arriesgar su vida por defendernos, ellos me merecen todo mi respeto -claro, no podré estar de acuerdo con los que se "ajuntan" con los paramilitares, así sea, supuestamente, para defendernos-.
Me gustaría hablar de todo lo anterior. Pero no puedo. Cuando comienzo una entrada en esta linea, siento que la tormenta constante de noticias que es Colombia me ahoga y no me deja ir más allá de la simple intención. Tal vez esa sea la razón por la que recurro a transcribir fragmentos de libros que cuentan cosas que pasaron hace años y que nunca han dejado de pasar. Ese bloqueo mental me impide escribir algo que vaya más allá de enumerar algunos de los temas que más que dolor, me asombran y no puedo entender. Tal vez esa sensación de ahogo es lo que impide que todos tiremos para el mismo lado, y nos dediquemos a tirar a los que están del otro lado.
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