Eso le pregunte a mi entonces novia, ahora esposa, catalana cuando dejó “aparcado el coche” en una solitaria calle cerca del apartamento que yo en ese tiempo compartía con una alemana, un francés y un italiano. Esa noche habíamos salido a comer a un restaurante catalán un plato típico... cargols... cargols????....yo me pregunté lo mismo... pero que son los famosos cargols???... la respuesta era sencilla, caracoles silvestres!!!...
-...pero como, ustedes comen caracoles?... como se les ocurre!.. los caracoles han sido declarados por mi mamá como los enemigos públicos número uno del jardín de mi casa, yo los mataba -le decía a mi asombrada novia- tirándoles sal encima y viendo como se deshacían!!!...
Ella me explicaba que era parte de una tradición y que los mejores eran los que preparaban en Lleida -en español, Lérida, como el pueblo de Colombia. Aún no he podido comprobar que los de Lleida son los mejores, pero tengo que reconocer que los que me comí esa noche sabían “mucho lo bueno” como dicen en Santander (Colombia), cuando uno come esos deliciosos insectos negros, recubiertos de sal, de cerca de dos centímetros de longitud, y que salen del hormiguero pa’la paila... Cuando describía esa deliciosa tradición y le decía que era un manjar de los dioses (la exageración de todo lo nuestro debería ser declarada patrimonio nacional!), la reacción de mi novia no se hizo esperar...
-... pero como, ustedes comen hormigas y fuera de eso tan grandes?... y CULONAS??... como se les ocurre... que asco, si ellas son las enemigas públicas número uno del apartamento de mis padres!... que asco, no mejor, que miedo!!!!
Por supuesto que me abstuve de contarle que después de haber disfrutado del placer de comerlas, muchas veces las patitas o el caparazón que recubre sus órganos internos, se quedaban atrapados entre los dientes por un tiempo, como si fuera una venganza de la naturaleza. Esa sensación la vivió ella en carne propia, cuando hace año y medio estábamos en la plaza central de Barichara y las probó por primera vez. Era lo mínimo que podía hacer, yo había aceptado comer caracoles, ella tenia que acceder a comer hormigas. La foto de ese momento todavía la tenemos como prueba una prueba de valor; claro, ella las probó después de haber almorzado chanfaina y cabrito asado, todo acompañado con la correspondiente chicha... después de eso...
Pero bueno, lo de las diferencias en el comer, van a ser parte próximas entradas. En esta ocasión quería recordar la impresión que me produjo llegar a una ciudad donde la gente además de tener una habilidad especial para “parquiar” en los sitios más increíbles y en espacios imposibles, deja sin mayores riesgos los carros durante muchas noches en la calle... y lo raro es cuando roban alguno!!!... claro que se producen robos en los carros por las noches, pero no es eso lo primero en que piensan cuando lo dejan, tirado diríamos nosotros, en una calle cualquiera sin mayores temores. Esa era la razón de mi pregunta con la que iniciaba esta entrada, pues entendí que la típica expresión de mi papá diciéndome “vaya hijo y le echa un ojito al carro, no vaya a ser que se lo están robando”, aquí casi no tiene sentido y si lo tiene es para vigilar que no le hayan puesto una multa porque el tiempo del parquímetro esté cumplido.
Quizás esa es de las cosas que más gratamente me han impactado de vivir en una ciudad como Barcelona, y creo que es común a muchas ciudades europeas, es la tranquilidad de poder disfrutar de la calle con tranquilidad. Una leyenda urbana dice que una de las formas para saber si una persona que va por la calle es colombiana, es porque mira para atrás a cada rato...
(el periódico La Nación Latina publicó el 13 de Octubre esta nota en su sección de actualidad)
1 comentario:
Jejeje, una notica adicional... todo en esta vida obedece a la estádistica, a la distribución normal o a sus variantes... lo mismo aplica para la ley de la oferta y la demanda. Si hay 30 carros parqueados en la calle, solo hay 1/30 posibilidades que el carro robado sea el propio. Si solo esta un carro parqueado (y es el de uno) Murphy hará que lo roben dos veces la misma noche.
Obviamente estas probabilidades se multiplican por 100 mas o menos en una calle Colombiana.
Un abrazo,
JMC
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