El primero de estos estudios es, en apariencia, una buena noticia para todas las personas que están quieren venir a trabajar a España: hay mucho trabajo. Sin embargo el segundo describe las condiciones en las cuales van a tener estos trabajadores: salarios bajos y trabajos que los locales ya no quieren. Las imágenes que acompañan estos estudios cuando los anuncian en los medios de comunicación muestran el perfil del inmigrante que se espera que llegue: persona joven, con nivel de preparación media, saludable, sin hijos y dispuesto a trabajar en las primeras etapas de producción, aquella donde los salarios son más bajos. Un subsahariano recogiendo frutas bajo el sol, una latinoamericana que limpia casas, el marroquí o indio que tiene su almacén abierto los 365 días, todas son imágenes que acompañan la presentación de estos estudios en los periódicos y los noticieros.
Cuando vi estas imágenes me acordé de la película “Tiempos modernos” de Chaplin, y en especial de dos imágenes. Una, en la cual el protagonista está trabajando en una línea de ensamblaje al más puro estilo fordista, y que es igual a la cadena de empaquetamiento de frutas que acompañaba la presentación del estudio sobre la necesidad de inmigrantes en la portada de un periódico; y otra, donde Chaplin termina siendo una parte más de la maquinaria, como si su trabajo fuera ser el aceite que le permite funcionar. El parecido entre la realidad y la película, es, tristemente, más que evidente.
Hace unos cuantos meses, un amigo me comentó que tenia que ir al aeropuerto a recoger a un grupo de más de 15 ingenieros de alimentos colombianos que venian a trabajar como camareros en uno de los restaurantes de comida rápida más importantes del mundo. Las condiciones: vivienda pagada por la empresa el primer mes, un salario de 700 euros al mes y si se quedaban más de un año el pasaje de avión le salía gratis. No pretendo juzgar las razones que motivaron a estas personas a aceptar estas condiciones, por el contrario, me parecen absolutamente respetables y valientes. Donde quiero llamar la atención es el inmenso desperdicio de recursos que Colombia está haciendo al dejar ir lejos de sus fonteras a su capital humano mejor preparado, y lo peor es que una vez afuera somos sencillamente “aceite de la maquinaria”. Pero lo paradójico es que en nuestro país bien podríamos ser el aceite y el engranaje de la maquina que nos puede sacar del atolladero en que nos encontramos.
(el periódico La Nación Latina publicó el 13 de Octubre esta nota en su sección de economía)
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