lunes, octubre 09, 2006

No por ser paranóico...

Hace un par de meses intenté donar sangre. Un deber cívico que conjuntamente con el voto era de mi mis intenciones recién tuviera la mayoría de edad. He donado sangre varias veces tanto en Colombia como en España, sin ningún inconveniente. Sin embargo en esta ocasión no pude hacerlo. Incluso la donación de sangre tiene cambios cuando se introduce la variable "inmigración".

Aquellas personas que han donado sangre, saben que antes de la donación se tiene que rellenar un cuestionario con todo tipo de preguntas: "usa drogas?", "tiene una pareja sexual estable?", "está embarazada?" y cosas similares. En esta ocasión, después de rellenar este inmenso cuestionario y haberlo entregado a los encargados, me hicieron una última pregunta: "donde naciste?". Lo primero que pensé es que quería proponer un tema de conversación antes de clavar la aguja y el comentario siguiente iba a ser "todos los colombianos llevan el bailar salsa en la sangre" o algo parecido. Por supuesto, que como buen colombiano, le respondí con gran orgullo y una sonrisa en los labios: "en Colombia... porqué?". El encargado, sin asomo de curiosidad me responde: "no puedes donar sangre".

Por supuesto que mi sorpresa fue mayúscula y varias cosas se me pasaron por la mente. Me decía, entre otras cosas: "pero si yo no soy una mula y el invento de meterse cocaína por la nariz no es nuestro", "lo que faltaba, mi sangre no es tan buena o pura como la de los europeos" o "una prueba más del racismo creciente de Europa". En fin, muchas cosas se me pasaron por la cabeza, incluso consideré en levantarme de la mesa e irme indignado ante esa evidente prueba de discriminación. Sin embargo tomé aire, y me acorde de una frase que le oí a un amigo cuando se enfrentaba ante estos dilemas: "el que uno sea paranoico no garantiza que lo estén persiguiendo". Así que pregunté, sin ninguna sonrisa en los labios y con la mayor calma posible, la razón de esta discriminación. La respuesta fue contundente: "Un nuevo protocolo nos exige que para evitar la aparición de nuevos casos en España, y ahora es necesario hacer la prueba de chagas a todas las personas nacidas de México para abajo, pero eso te lo diremos en un par de meses, cuando completemos un paquete de 100 muestras". Al final me deje tomar la muestra para hacerme la prueba y hace una semana me llegó el certificado que no soy portador.

El camino que tomamos muchos de los que inmigramos y nos enfrentamos a situaciones como la anterior, es decir cuando por nuestro origen nos dan un trato diferente, es culpar a la ignorancia que tiene la sociedad frente a lo que le es extraño. Es evidente que los inmigrantes muchas veces cargamos con el miedo de la sociedad que nos recibe ante lo que es diferente, y aunque muchas veces ese miedo e ignorancia es una realidad, en otras somos nosotros los que pecamos al hacer una lectura rápida de los hechos.

La inmigración en un país como España, que hasta hace poco fue de emigrantes, es un fenómeno reciente y ni los medios ni los políticos saben como enfrentarse a esa nueva situación, y muchas veces como reacción actúan con miedo y recelo. No estoy justificando la discriminación, por el contrario, yo he tenido que padecer a situaciones en las cuales por mi color de piel o aspecto, el trato es abiertamente diferencial, y por lo tanto conozco en carne propia lo que significa esa discriminación. Sin embargo mi autocrítica es en el sentido de la facilidad con que le echamos la culpa al otro, cayendo de esta manera en un círculo vicioso del cual es muy difícil salir.

Este miedo a lo diferente lo encontramos en todas partes y en todos los países. En Colombia, y guardando las inmensas proporciones que existen, cuantas veces hemos preferido desviar nuestro recorrido, unos metros o unas cuadras, al ver un grupo de desplazados por la violencia que vende chucherias en nuestras calles?. Hasta hace muy poco Colombia era un país eminentemente rural pero, a pesar de eso, le tenemos miedo al que viene a la ciudad buscando un [supuesto] mejor futuro. Si en nuestro país, le tenemos miedo al que viene de unos cuantos centenares de kilómetros, que decir de estos países que tienen que aprender a vivir con los que venimos de miles de kilómetros?.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué historia!!! De verdad que la senti y la viví, yo también me cargue con el disfraz de excluida que la condicion de inmigrante me condena a llevar. Y ya ves como termina la historia, creo que inconscientemente ayudamos a engrosr la brecha de la exclusion.

Me gustan mucho tus historias, te puedo poner en los recomendados de mi blog?

Un abrazo re-colombiano

Luza

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