martes, octubre 24, 2006

Acerca de los números...

De entrada aclaro un par de cosas, no soy economista ni pretendo serlo, tan solo me gusta pensar que en la universidad me enseñaron a aplicar la ingeniería usando el argumento de algunos filósofos griegos que defendían que los números eran el lenguaje de la naturaleza. Pero la verdad, yo no he podido entender algunas cosas que dicen los números y en especial cuando son utilizados por la economía. Gracias a una noticia que me llegó hoy al correo comprobé algo: no entiendo los números. La razón es sencilla, no me cuadra ese lenguaje de la naturaleza, con la realidad que veo. Quizás la realidad habla un dialecto que no aprendí ni en el colegio ni en la universidad, y por eso no la puedo entender.

La cuestión es sencilla: la economía colombiana, según el DANE, a crecido un 6%; los medios de comunicación, sin incluir la televisión, han vendido más de dos millones de millones (billones) de pesos en publicidad; el petróleo tiene los precios por barril más altos de los últimos años; la inversión extranjera ha crecido sustancialmente. Es decir, los números me dicen que el país va bien por donde va. Sin embargo, cuando leo que el crecimiento del PIB de Sudán el año pasado fue del 8% -se espera que sea del 12% en el 2006- gracias, en parte, a que la inversión extranjera se ha multiplicado por más de 15 en los últimos seis años, y además que Angola, otra de las economías con el mayor crecimiento del mundo, espera un aumento de mayores proporciones, comienzo a dudar que los números pueden interpretar adecuadamente la realidad. Las crisis humanitarias de esos dos países destruyen cualquier posibilidad de decir que esos buenos números significan buena calidad de vida. En Angola a comienzos de año murieron ante el silencio y olvido mundial más de 3.000 personas por cólera y en Sudán los combates no cesan.

Si los números no son la respuesta, me queda lo cotidiano y para eso me remito al reportaje publicado por el New York Times, donde se describe como es la vida diaria en la capital de Sudán: ejecutivos educados en Cambridge con un Porsche a la entrada de su oficina, agencias de BMW donde se venden vehículos de 165.000 dolares, supermercados llenos de productos importados, Cocacola (que es importada como medicamento a causa del embargo que existe sobre el país por parte de Estados Unidos), hoteles de lujo, en fin, nada que envidiar a una capital de un país en desarrollo.

Después de leer la descripción de Khartoum (Sudán), no pude evitar pensar en lo mucho que se parecen a algunas zonas de las grandes ciudades colombianas. Zonas donde en torno a una botella de güisqui* -que con el salario mensual de un obrero difícilmente se podría pagar- se proclama a los cuatro vientos que el país va mejor, que la economía va bien y que los 3.3 millones de colombianos que aguantan hambre, o los 6.6 millones que reciben menos de 91.000 pesos mensuales son sencillamente "daños colaterales del sistema". El lema común parece ser: por fin encontramos el camino. Después de ver a Colombia reflejada en esa noticia, la intuición sobre mi imposibilidad de entender los números se vio confirmada.

Y ya para terminar, si alguien dice que la realidad colombiana no tiene nada que ver con la de Sudán, los invito a visitar cualquier pueblo del Chocó, o sencillamente las veredas de Cajamarca (Tolima) y se darán cuenta que tristemente hay muchas similitudes.

*esta palabra está aceptada por la Real Académia Española

(el periódico La Nación Latina publicó el 25 de Octubre esta nota en su sección de economía)

2 comentarios:

Unknown dijo...

¿Como hace esta página para saber quien soy yo? Anyway!

Apoyo la teoría de que los números son el lenguaje de la naturaleza... tristemente o afortunadamente si supieramos como controlarlo, está en la naturaleza humana la ambición de poder y dominio.

¿que premio habrá para el logger número 1000?

Abrazo

Unknown dijo...

Sigo sin entender como los números de la economía nos dicen que la pobreza en el mundo está disminuyendo y que el país va mejor (no creo que vaya peor, pero mejor lo dudo mucho), mientras que la realidad me dice otra cosa.
Nos hemos pegado y seguimos abrazando a los números y estadísticas como un indicador de bienestar, pero existe una relación real entre la realidad y esos números?

Merci

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