miércoles, noviembre 28, 2007

Extraño Colombia (Noticias de mi país V)

Uno lee los titulares de dos medios de comunicación de Colombia, no importa el día, y es difícil no pensar que Colombia esta realmente jodido. Sin embargo, aparecemos, de nuevo, dentro de los países más felices del mundo. Yo sinceramente estoy tan de acuerdo con lo primero como con lo segundo. Extraño a esa Colombia jodida, con ganas de salir adelante con una sonrisa en la mayoría de las veces, pero en otras con un aire de desesperanza en la mirada. Extraño a esa Colombia con casi todos los paisajes que pueden existir desde desiertos hasta nieves (cada vez menos) perpetuas. Extraño la Colombia de la música en todos los sitios, la sonrisa en las personas y la casi infinita bondad de sus campesinos. Extraño el colorido de nuestra piel (y de nuestra ropa). Extraño el caos organizado en el que se vive. Pero no extraño a la Colombia de sus politiqueros que parece que se reencarnaran en versiones cada vez más ignorantes y descaradas que sus predecesores, tampoco extraño a esa Colombia supuestamente perfecta donde ya se sabe quienes son los buenos y quienes los malos y que es la misma Colombia a la que se le olvidaron sus matices y donde quien no está con unos está contra ellos.

Sin embargo a pesar de los titulares, de la visión catastrofista que publican los medios y de los cuales muchas veces me hago eco, no he conocido al primer no-colombiano que haya ido al país y no diga que son muchas más las cosas maravillosas que tiene el país que las malas que salen por los medios. Extraño a la Colombia de verdad y no a la Colombia que me pintan como perfecta.

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Sin quererlo, esta entrada tiene mucho que ver (quizás todo) con una públicada recientemente en los sonidos invisibles. Gracias Ana Maria!

jueves, noviembre 22, 2007

Un respiro (II)

Respiro profundo. Siento como mis pulmones se llenan de aire y lo retengo por unos segundos. Que sensación más extraña. Se me había olvidado lo que se siente.

No sé desde hace cuantos días que no recordaba que mis pulmones se pueden llenar de esta manera, pues mi ritmo de respiración por la rutina del trabajo no me lo pedían. Sentado en una silla frente a este computador, no necesito más que un mínimo de aire para poder sobrevivir. Es como poner un piloto automático que me da lo mínimo para cumplir mis funciones vitales y que me permite poder seguir esta rutina otro día, pero sin embargo un piloto que se le olvida que también hay que vivir.

Esta semana, esta vez si es inevitable, no puedo actualizar el blog como me gustaría. La pregunta sigue en el aire... ¿a quien le pertenece mi tiempo?....

omchamat

domingo, noviembre 11, 2007

Fumando espero, fumando muero

Cada persona es libre de suicidarse como quiera. A fin de cuentas desde que morimos cada cosa que hacemos es con ese único objetivo, postergar o acelerar el viaje hacía donde nace el sol. Nacemos con la muerte pegada a nuestro destino. Morir es nuestro sello de fábrica, nuestra fecha de caducidad, nuestra garantía.
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Nacemos con el derecho de morirnos como nos dé la gana. Que a lo largo de la vida ese derecho sobre nuestra vida lo compartamos con otros para poder vivir, es otro tema. La familia, tu pareja, tus hijos, tus mascotas, incluso, los más arriesgados delegan ese derecho en los bienes materiales, todos ellos son alicientes para postergar lo más posible la inminente muerte. A algunas personas nos gusta tomarnos nuestra dosis de suicidio comiendo comida basura de vez en cuando; otros prefieren meterse una raya de cocaína o inyectarse cualquiera de las drogas disponibles en el mercado; otros se torturan con un pasado lejano que no les permiten disfrutar del presente y mucho menos darse cuenta que a pesar de todo, queda un futuro por delante. Sin embargo creo que los campeones del suicidio personal y colectivo son los fumadores.

Como creo que queda claro del párrafo anterior creo que morirse no es una opción sino algo inevitable y fuera de eso, y por el bien de la humanidad -como lo sugieren Borges y Kundera- morirse es también una obligación moral. Así que como parte de esta época de muchos derechos personales pero pocos deberes consigo mismo, hemos incluido el derecho a suicidarse como a uno se le de la gana. Sin embargo, creo que incluso cuando la muerte es el objetivo, también existen unas reglas que deben mantenerse. Y aquí es donde viene el argumento central de esta entrada: los fumadores, ejerciendo su derecho a suicidarse, están acortando mi vida sin yo haberlo pedido.

Cada cierto tiempo en los medios de comunicación españoles, se agita el derecho de los fumadores a ejercer su lento suicidio en los bares y restaurantes. Según lo que manifiestan los practicantes de esta variante del suicidio, ellos también tienen derecho a tener lugares donde fumar; según les he entendido reclaman "tolerancia" y "derechos del fumador". Totalmente de acuerdo. ¿Pero no deberían también entender que los no fumadores tenemos derecho a respirar un aire sin nicotina? En este sentido aunque pueden sonar radicales estas palabras, no me considero ni siquiera cercano a los extremistas que piden que no se fume ni siquiera en los espacios públicos como los parques, las calles o la playa. Todo en su justa medida. Cuando me refiero a "respirar un aire sin nicotina" estoy pensando en esos espacios semi-públicos como los bares y restaurantes donde debería ser obligatorio prohibir fumar, como ya lo es en países tan similares a España como Italia.

El fumador que se sienta al lado mio a diferencia del alcohólico, que es la comparación más frecuente, con su humo me está convirtiendo en fumador pasivo. El borracho, a no ser que sea de la variante kamikaze -los que se ponen violentos con cuatro copas en su sangre-, en general no modifican mi esperanza de vida por el hecho de estar cerca mio. En cambio el fumador, a pesar de la multitud de noticias sobre lo dañino que también resulta para el fumador pasivo, si altera la forma en que decidí suicidarme. Por eso, y pido disculpas sinceras a mis amigos, familiares y conocidos fumadores, me cuesta ser tolerante y sentirme a gusto cuando entro a un restaurante a disfrutar de un buen plato o una copa de vino, y entre el aroma de la comida se entremezcla el amargo olor (ni siquiera aroma) de la nicotina.

Lo repito, cada persona es libre de suicidarse como quiera. Pero lo único que pido, es que me dejen suicidarme como yo quiera. Dicen que no hay nada más bueno que un cigarrillo después de comer o después de un café. Pero les garantizo que no hay nada más sabroso que salir de un restaurante sin el olor a cigarrillo impregnado en la ropa.

sábado, noviembre 03, 2007

¿A quién le pertenece mi tiempo?

Que el hombre vuelva a capitalizar siglos en vez de capitalizar leguas. Que la vida humana sea más intensa en lugar de ser más extensa.
La Penúltima Versión de la Realidad. Jorge Luis Borges. 2005. Instituto Cervantes, RBA, Barcelona.

Hay días en que me cuesta creer en el sentido humano de la vida misma. Momentos en que la monotonía de mis actos no hace otra cosa que ratificar la irracionalidad de mis motivaciones.
omch

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Primera imagen:
Es un sábado cualquiera, cinco de la tarde. Salgo a caminar y me siento en un parque. Entre los niños que disfrutan de si mismos, me fijo en un par de perros peleando por un juguete que creen les pertenece y que una vez uno de ellos (el más pequeño y ruidoso) logra su posesión, sale corriendo donde su dueña a entregárselo y repetir el ritual. El juguete se lo da a una señora de unos treinta y cinco años vestida para un sábado de descanso: pantalones anchos, camisa de algodón con colores vivos -seguramente entre semana prefiere colores neutros y texturas frías para no llamar la atención en el trabajo-; no parece ni muy adinerada ni muy apurada económicamente. Pero hay algo que hace que me fije en ella de manera especial: una conversación por uno de esos teléfonos de última tecnología que, según la publicidad, te permite conectarte donde quiera que estés (creo que la realidad es que te impide desconectarte donde quiera que estés) y de la cual, por la vehemencia de su gesticulación y el tono de voz que sube momentáneamente, apenas logro captar algunas palabras: "entregas", "urgente", "¿ahora?". Sin duda está tratando de solucionar algún inconveniente en el trabajo. La compadezco.

Segunda imagen:
Esa visita al parque me hizo recordar el cuento de Borges con el cual comienzo esta entrada, donde se propone como principal diferencia entre el ser humano y el resto de la naturaleza es que nosotros podríamos -es una posibilidad- acumular tiempo mientras que las plantas acumulan energía y los otros animales distintos al ser humano, territorio. Cuando Borges dice "acumular tiempo", se refiere a la capacidad que tiene el ser humano para acumular conocimiento: el tiempo materializado en una idea, una tecnología, una palabra o un libro es a lo que se refiere el autor. Cuando los españoles llegaron a América no eran conscientes de este hecho y dieron por sentado que el tiempo, y por lo tanto el conocimiento, de los indígenas no servia para nada y era necesario crear una taula rasa sobre la cual comenzar a escribir la historia.

Tercera imagen:
Sigo sentado en el parque; aunque la señora no ha dejado de hablar por el teléfono, lo sigue haciendo de una manera más tranquila, pero con el ceño mucho más fruncido; los perros no han dejado de correr una y otra vez detrás de "su" juguete; aparece en mi mente Borges y su concepto de acumular tiempo. Sin quererlo se unen esas tres imágenes en una misma pregunta: ¿acaso no estamos actuando como esos perros que luchan por un juguete?.

El ritmo de vida de la actualidad nos condiciona a evitar actuar en contra de lo que nos hace diferentes del resto de seres vivos. Es decir, buscamos que nuestra capacidad de acumular conocimiento, experiencias y en últimas, tiempo, sea reemplazada por nuestra capacidad no-humana de acumular energía (dinero) y espacio (bienes materiales: una casa grande, un viaje al otro lado del planeta que nos permita sentir que el mundo es pequeño). Cada vez luchamos por tener más, con la estúpida ilusión que cuando tengamos lo suficiente (lo cual rara, muy rara vez ocurre) podamos dedicarnos a acumular tiempo. Vivimos empeñados -en el sentido literal y figurado de la palabra*- en comportarnos como animales para ver si algún día podemos comenzar a ser seres humanos. Mantenemos, como los perros del parque, una lucha con nuestro vecino por un juguete que creemos que nos pertenece, pero cuando lo tenemos en nuestro poder, en lugar de poder disfrutarlo, tenemos que entregarlo a su verdadero dueño. Vivimos con la ilusión de pensar que el sábado en la tarde es para nosotros y para aquellos que nos hacen ser seres humanos. Pero mentira, vivimos en función de aquello que nos permite acumular energía y espacio. Por eso creo que en esta zoociedad quien triunfa, quien tiene la jaula más grande, es quien es más animal, no quien más la necesita. El "triunfador" en el mundo de hoy, es quien ha logrado acumular más energía y territorio, no quien es más humano -por supuesto que no me refiero al sentido "humanitario", lo digo en el sentido borgiano de acumular conocimiento y experiencia.

Según mi mínimo conocimiento en antropología cultural, casi todas las tribus que aún existen en el mundo, al igual que sus antepasados, comparten una reverencia y respeto hacia las personas mayores. En esas culturas los mayores son la fuente de sabiduría y conocimiento. Ellos tienen la última palabra, son los que han acumulado la historia de su pueblo. Sin embargo en nuestras zoociedades, estas personas parece que no existieran. El ritmo de vida de hoy necesita animales de reflejos rápidos, no la lentitud de quien ya posee el tiempo. Necesita de energía, no de sabiduría. Necesita materia, no conocimiento. Necesita animales, no personas.

Imagen final:
Sigo en el parque. La señora del teléfono ya ha dejado de hablar y parece más relajada jugando con sus perros. El timbre de su teléfono le vuelve a sonar. Esta vez parece que es algún familiar: su voz se suaviza y sus gestos mucho menos categóricos. Un remedo de sonrisa aparece en su boca (aún hay rastros del disgusto que le dejó la llamada anterior). Entre ladridos de perros y gritos de niños alcanzo a escuchar: "no mamá, no puedo ir a cenar esta noche, me llamaron del trabajo y tengo que pasar por la oficina... si, lo sé, hoy es sábado... ¿que te parece si nos vemos la otra semana?". Mientras observo la mirada perdida de la señora (¿se estará preguntando por el trabajo o por su madre?), uno de sus perros se acerca a mi. Me huele. Suena mi teléfono y el perro sale corriendo asustado. No conozco el número. ¿Será mi jefe?.

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*empeñar: 1. tr. Dejar algo en prenda como garantía del cumplimiento de un compromiso o de la devolución de un préstamo. 6. prnl. Insistir con tesón en algo.
Diccionario de la Real Academia Española.

jueves, noviembre 01, 2007

Lo siento, el presidente de Colombia no me gusta

Lo siento, el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, no me gusta. Incluso algunas veces me da miedo. ¿Por eso soy antiuribista?... no creo. Tampoco me gusta el Partido Comunista y también me darían miedo si llegan al poder, pero no soy anticomunista. Me gustan, respeto y disfruto a las personas que defienden posiciones radicales, pero me dan miedo y evito a los que defienden a ojo cerrado (generalmente también tienen la mente cerrada) las posiciones extremistas.(ver esta entrada).
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Un breve comentario sobre la siguiente entrevista a un político ruso y en la cual no pude evitar hacer paralelos con lo pasa en Colombia:
P. ¿Qué distingue a su Gobierno de los dos posteriores?
R. La diferencia principal es que hasta 2004, Rusia seguía el rumbo de los noventa, cuando se aprobó una constitución que establecía un Estado democrático con economía de mercado, respeto a la propiedad privada y a los derechos humanos. Hubo cosas inacabadas y errores, porque aquí la democracia nunca existió y no acabó de construirse, pero la orientación era correcta y yo creía avanzar con Putin por ese camino. Pero cuando ocurrió la tragedia de Beslán (el secuestro, el 1 de septiembre de 2004, de alumnos y profesores de una escuela en Osetia del Norte que dejó más de 300 víctimas mortales), el presidente, en lugar de reforzar la seguridad ciudadana en respuesta al acto terrorista, aprovechó la situación para cambiar de rumbo. Muchos no valoraron entonces el peligro, pero hoy se ve que hemos retrocedido. No tiene ninguna importancia quién dirige el Gobierno, porque al frente de todo está Putin y él es a la vez presidente y jefe de gobierno. No hay división de poderes. Ni el Gobierno ni el Parlamento funcionan como órganos independientes.
P. ¿Qué móviles rigen la política rusa?
R. Lo que le gusta al presidente.*
Recientemente leí que el principal asesor del presidente colombiano para defender a su jefe de las acusaciones de haber participado en política en las pasadas elecciones -algo en lo que todos los medios de comunicación y de opinión han coincidido en que fue así-, argumentó, entre otras sofismas de distracción, que el presidente “tiene una inteligencia superior”. Desde pequeño siempre he creído que para ser presidente de un país tan complejo como Colombia se necesita una de las siguientes tres características: un ansía de poder inmensa, ser muy ignorante y no saber donde se metía o tener una inteligencia superior y "ver más allá de lo evidente". Generalmente ha sido algo de las dos últimas con mucho de la primera. Sin embargo, ¿que uno de los argumentos para defenderse de un delito sea tener una "inteligencia superior" es válido?, peor aún ¿es serio?

Cuando oigo hablar al defensor del presidente (José Obdulio Gaviria) -es una necesidad vital de mi lado masoquista- siempre me acuerdo de Squealer el personaje de Animal Farm y que mencioné en una entrada anterior.

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*Parte de la entrevista realizada a Mijaíl Kasiánov, ex-jefe de gobierno de Vladimir Putin y publicada en El País de España el pasado domingo 28 de Octubre
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