La percepción de lo que es "violento" es un concepto extremadamente relativo, al punto que los investigadores sociales han creado una encuesta de victimización (Colombia, Barcelona) que mide, entre otras variables, la apreciación de las personas respecto a la seguridad en la ciudad. Mide la sensación de miedo con preguntas como "cual considera usted el barrio más peligroso?". No tiene nada que ver con las estadísticas ni con la realidad, es una visión subjetiva de lo peligrosa que es la ciudad. Esta percepción condiciona no solo la vida diaria de las personas, sino que también puede influir en procesos mucho más complejos como lo son los procesos de paz. En la actualidad España y Colombia están desarrollando procesos de paz con grupos al margen de la ley, y aunque los grados de violencia y su percepción por parte de la sociedad son muy diferentes, a partir de ellos es posible entender parcialmente la reacción de la sociedad frente a actos violentos.
Hace ocho meses en España ETA decretó de manera unilateral el alto al fuego permanente, como un primer paso para iniciar un proceso de paz promovido por el partido socialista español. Como es tradicional (desafortunadamente) los partidos políticos en la oposición están ejerciendo su papel de críticos respecto a cualquier acción del gobierno. Pero mientras que la oposición se basa, principalmente, en argumentos políticos y jurídicos, la opinión de la ciudadanía se fundamenta en las noticias cotidianas que a su vez están reflejadas en las encuestas de victimización. Como ya lo mencioné en una entrada anterior, las noticias y en especial la forma en que se presentan están contribuyendo a construir un imaginario colectivo mucho más violento de lo que es en realidad. Con esas noticias el indice de victimización se dispara y con ella disminuye el apoyo de la sociedad al proceso que está en marcha.
Es interesante ver como determinados actos violentos que ocurren en Colombia o en España tienen un impacto muy diferente en uno y otro lado del océano. En España la quema de un cajero automático o el lanzamiento de pintura contra sedes políticas se consideran, según los medios de comunicación, ataques terroristas. En Colombia el ataque a un Centro de Atención Inmediata (CAI) de la Policía que tuvo consecuencia la muerte de dos agentes, es una noticia menor en el principal periódico del país. En España esos actos terroristas, entre otros motivos, amenaza la continuidad del naciente proceso de paz, pero en Colombia el descubrimiento de más de 3.000 (tres mil!!) personas asesinadas por los paramilitares y enterradas en fosas comunes o la captura de cuatro congresistas con esos grupos, no afectan, aparentemente, los diálogos con ese grupo.
Sin ser un investigador social y considerándome tan solo un aficionado a estos temas, y siempre tomando como referencia los mismos hechos violentos (ejm. un secuestro, un asesinato, un robo...) me atrevo a proponer una interpretación adicional de las encuestas de victimización: a mayor índice de victimización mayor implicación de la sociedad en las dinámicas sociales y el tejido social -lo que urbanistas anglófonos denominan "urban fabric"- es más solida. Por otro lado, un menor indice de victimización frente a los mismos hechos, lleva a una atomización de la sociedad, una fractura de su tejido social y un sentimiento de no-pertenencia frente a lo que ocurre.
Esta interpretación adicional de la victimización, que estoy seguro que no es novedosa, pero si me permite entender porqué ante los mismos actos violentos la reacción de algunas sociedades es salir a la calle a protestar, mientras que otras, como Colombia, protestar es visto como un acto sin sentido.
Mi mirada perdida:
* Algún día en Colombia el asesinato o el secuestro de un niño será visto como un magnicidio?...
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